Las que encontraron el equilibrio en un mundo diseñado para los varones

“La desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado laboral persiste”

Feliciana Rodríguez Saá, directora ejecutiva de FISAL

Son pocas las mejoras logradas en el ámbito de la vida laboral de las mujeres desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995 hasta la actualidad. La desigualdad entre mujeres y hombres en el mercado laboral a nivel mundial persiste tanto en lo que se refiere a las oportunidades de acceso y crecimiento, como al trato que reciben en el mismo.

Es justo reconocer que en nuestra provincia y país se han logrado grandes progresos en materia legal, esto implica, en un sentido, un gran avance en términos de IGUALDAD. Hoy las mujeres encuentran justicia en un sistema normativo que promueve la IGUALDAD DE GÉNERO bajo el principio que todas y todos somos iguales en derechos y oportunidades.

El problema es que esta declaración de derechos no se refleja en los hechos. El derecho de igualdad de oportunidades es por el momento meramente discursivo. La igualdad de género es lamentablemente aún una carta de buenas intenciones, o a lo sumo, un compendio de posiciones socialmente correctas, pero no de hecho. En la realidad no todos tenemos las mismas oportunidades.

Las espacios que las mujeres reclaman no dependen para su construcción solamente de la ley, sino que también están condicionados por el contexto social, económico y cultural de cada persona.

Así podemos ver que en lo que se refiere a la vida laboral de las mujeres un obstáculo generalizado es el relacionado a la conciliación de la vida familiar con la vida laboral. Los roles tradicionales vinculados a que la mujer aún se debe a su casa, como el hombre a proveer económicamente en la vida familiar, están lejos de romperse.

Hoy, la mayoría de las mujeres que trabajan, siguen asumiendo la mayor parte de las tareas de cuidado del hogar, y si bien es cierto hay mayor colaboración masculina en la casa, la responsabilidad recae en la mujer y esto limita su capacidad productiva en un trabajo remunerado.

Este reparto parcializado entre hombres y mujeres de las labores domésticas es sin duda un determinante muy importante de las desigualdades de género en el trabajo. Los progresos de la mujer en el trabajo implican necesariamente reducir en cierta medida el tiempo que le dedican a las tareas del hogar. Siendo además, el cuidado de los hijos, un espacio aún  más difícil de compartir.

Por eso la IGUALDAD debe ir de la mano de la EQUIDAD, esto es: un trato imparcial de acuerdo a sus necesidades respectivas, un trato equivalente en lo que se refiere a los derechos, obligaciones y oportunidades. El objetivo no es que seamos iguales, sino que hombres y mujeres tengamos equitativas oportunidades. Lo que en este caso implicaría el reconocimiento, la retribución y la redistribución de las tareas de la casa y del cuidado acorde a las elecciones en igualdad de oportunidades que cada uno elija.

“No queremos notas con las mejores colas del verano”

Raquel Wolansky, editora de la página web de El Diario de la República

Ser la primera periodista mujer editora de El Diario suena fuerte y lo es. Nuestra generación está abriendo puertas. Porque en una profesión machista -como muchas todavía- tenemos reuniones de hombres, títulos pensados por hombres, tapas diseñadas por hombres y nosotras las mujeres, que somos cada día más, vamos ganando terreno en la redacción.

En ese contexto, todos los días nos hacemos escuchar. Aportamos ideas, alegría y calidez.  Buscamos la parte humana de las noticias, recurrimos a la empatía. No queremos notas con las mejores “colas del verano”. Levantamos la bandera del  #Ni Una Menos y contagiamos a nuestros compañeros.

Parafraseando a Neil Armstrong, ser la primera mujer editora es un pequeño paso para la profesión, pero seguramente un gran paso para las mujeres que amamos el periodismo en San Luis.

“La mujer nunca se enajena en un cien por cien de su familia”

Luciana Uría, abogada especializada en Derecho Empresarial

Cuando empecé a ejercer, mi papá trabajaba en Derecho Penal. El estudio tenía una marcada trayectoria dentro de esa rama. En un principio realizaba algunas tareas relacionadas, pero al tiempo me dediqué a otra rama porque particularmente considero que es muy difícil hacerlo como mujer.

Primero porque hay relación directa con presos, desde ir a una comisaría a tener que pasar por celdas, que te griten barbaridades, hasta en las ruedas de reconocimiento. Es exponerse a situaciones que no son seguras del todo, si bien hay personal policial, yo considero que para mí es violento.  

Trabajo con mi hermano Pablo, en muchas otras experiencias, los clientes esperan ser atendidos por él. Pienso que debe ser porque vivimos en una sociedad machista, en el hombre se presume que es capaz, pero la mujer tiene que demostrarlo. Una vez que el cliente entabla una relación, no me pasó que prefiera hablar con mi hermano, pero en un principio tengo que sentarme, exponer y demostrar que sé para que confíen en mí.

Tengo la suerte de que mi marido me complementa, pero hay casos en que las mujeres que son solteras o están separadas, y con un régimen de visitas establecido, no tienen la posibilidad de decirle a los padres que lleven al nene al médico a las 10, porque hay casos en que se da así. La mujer no tiene justificativo legal para decir me voy a las 10 a llevar a mi hijo al médico. Si yo tuviera una audiencia no puedo decir suspéndanla porque mi hijo se enfermó. Estás en un lugar con la cabeza en otro. La mujer nunca se enajena en un 100 por 100 de la familia. El hombre suele lograr enajenarse en un cien por cien. La mujer está pensando siempre en lo que necesita su familia, tratando de cubrir el cien por ciento de las necesidades de los hijos, de la casa y del marido. Además cuando la mujer busca capacitarse, necesita el acompañamiento de la familia, particularmente de la pareja y el entendimiento de los hijos. Sin ese apoyo no podés crecer profesionalmente.

“Siempre a una mujer le cuesta más, tiene que dar más pruebas”

Alicia Bañuelos, ministra de Ciencia y Tecnología de San Luis

Cuando me recibí de física, quería entrar a trabajar a un laboratorio. Recuerdo que a mis compañeros varones los aceptaron directamente, pero a mí me hicieron hacer un trabajo especial antes de aceptarme. En otra ocasión me presenté a un lugar, quedé primera en puntaje, me llamaron los dueños y reconocieron que mi currículum era mejor, aunque querían que un varón se hiciera cargo de la gerencia. No era algo que me afectaba mucho, no me detuve nunca, pero siempre hay situaciones de injusticia en este sentido. Siempre a una mujer le cuesta más. Como que tiene que dar más pruebas de que sabe hacer lo que hace.

Las mujeres lograrán mayor empoderamiento utilizando la tecnología, en el sentido del acceso a aplicaciones que les permitan simplificarles la vida. En San Luis esto se nota, porque aunque falta mucho por hacer, la mujer está cada vez más incluida. Tenemos políticas inclusivas, se viene trabajando en forma constante, pero en otras provincias no es así.

Soy la tercera generación de mujeres independientes, mi abuela tuvo que serlo porque su marido falleció, enfrentó la vida con sus hijos pequeños. Mi mamá lo decidió por ella misma, quería trabajar; entonces nunca me planteé la posibilidad de no trabajar. A mi mamá le gustaba lo que hacía.

Pensar que el machismo es una cuestión de los hombres es injusto, es una sociedad que cambia y en la que aún no están dadas las condiciones para que se genere. En otros países hay una mayor igualdad de género, si vemos la historia estamos como tarde. Vivimos atrasados. Hay que seguir trabajando, es bueno que se hable, la culpa no es de los varones, también lo es de las mujeres.

Tengo una amiga que venía de una familia de mujeres independientes, cuando ella le dijo a su papá “quiero ser astronauta” él le respondió “vas a ser la mejor astronauta de la historia”, jamás le dijo que no.