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Renata Heredia, la beba que da batalla para poder vivir

Por redacción
| 04 de junio de 2017
Las siamesas perdieron la vida el 10 de mayo. Hoy la familia cuida de su hija sobreviviente, que con los días mejora. Foto: Hector Portela.

Renata Heredia tiene 27 días, pesa 1,930 kilo,pero la fuerza que arde en su interior es más avasallante que la de cualquier adulto. La beba es la única de las trillizas que nacieron en la Maternidad Teresita Baigorria que logró aferrarse a la vida: sus hermanas siamesas partieron de este mundo tras un complicado pronóstico el 10 de mayo pasado.

 


En medio de tanto dolor, Renata se ha propuesto iluminar los días de sus papás, Soledad Aguilera y José, su hermano Tomás, de 6, y de sus abuelos, tíos y primos. Y lo está logrando con su rápida evolución.

 


La pequeña llegó al servicio de Neonatología del Policlínico Regional "Juan Domingo Perón" el lunes pasado, después de haber permanecido internada cerca de tres semanas en San Luis. Su mamá había sido derivada al conocerse las condiciones del embarazo, antes de dar a luz a las niñas.

 


Cuando nació, el 5 del mes pasado, al desahogar su primer llanto los médicos notaron que estaba débil: pesó apenas un kilo y cincuenta gramos, por eso determinaron cuidados intensivos en incubadora, incluso con respirador, para mantenerla estable.  

 


Desde entonces, el único objetivo de los especialistas fue que ganara peso para reponerse. "Estoy agradecida con el personal de la maternidad, que no quería que la niña viniera para Villa Mercedes, se habían encariñado. Gracias a todos los doctores que me atendieron después que tuve las chinitas, iban a verme, igual que la gente de Neo, la mejor atención era para ellas. Estaban muy pendientes, era todo para ellas", destacó la mujer.

 


Hoy, Renata ganó gramos y el panorama es muy alentador. "Está divina y está saliendo adelante sola. No puedo decir otra cosa porque está fuerte, salió adelante, después de lo que le pasó a las hermanas, de un día para el otro se levantó de golpe”, contó Soledad aliviada. La mamá pidió la derivación para estar más cerca de Tomás, que se queda con su papá en un campo que tienen cerca de San José del Morro.

 


El director del Policlínico, Carlos De Carlini, explicó que “está únicamente para seguir su recuperación nutricional, no tiene ninguna patología. Es prematura y por eso sigue en incubadora, donde se le da un microambiente con temperatura y humedad acorde al desarrollo”.

 


Apenas llegue a los 2,200 kilogramos, y si todo va bien, Renata se iría a casa a disfrutar de los mimos familiares que no ha podido recibir aún porque al internado de la Neo sólo ingresa Soledad. Los demás parientes han tenido que conformarse con conocerla por fotos. Por el momento tan particular que viven los Heredia, la mujer pidió no publicar fotos ni suyas ni de la pequeña. 

 


Las expectativas son que en dos semanas más llegue al peso previsto. “Se está alimentando con sonda hasta que empiece a succionar. Como es prematura y chiquita las doctoras no quieren que se canse ni que gaste energías, pero estamos practicando para poder empezar a amamantarla”, añadió.
Los profesionales que las acompañan también están contentos con la rápida mejora que demostró Renata. "La tratan rebien, son buenísimos y como son pocos bebés en el servicio, toda la atención es para ella", expresó conforme.

 


En el servicio, la niña se destaca por su calma especial. “No llora, es muy raro que lo haga, es muy tranquila”, describió la joven, que cada tres horas acude a la Neo a acurrucar a su hija. La mamá contó que trata de "alzarla y contenerla, eso es bueno para ella, lo percibe y está muy tranquila”. Una tranquilidad que se debe al amor de su familia, que quiere que salga adelante, pero también porque sabe que hay dos angelitos que la arropan en sueños.

 


"Nos aferramos a la fe"

 


A pesar del dolor que sufrieron los Heredia al perder a sus hijas siamesas el 10 de mayo pasado, hoy las esperanzas están iluminadas por la recuperación de Renata. "Fue un golpe, pero es una experiencia que hay que superar. Somos católicos y nos aferramos a la fe", reveló Soledad. Las dos bebas nacieron unidas por el tórax y el abdomen y compartían el corazón y el hígado.

 


La expectativa de vida era "muy complicada. Las siamesas compartían parte de esas estructuras que no se desarrollaron como correspondía. Tenían una aurícula única, cuando deben ser dos, un ventrículo con un doble tracto de salida, y hay transposición de los grandes vasos que salen del corazón. Compartían el hígado y tenían otras malformaciones a nivel intestinal, por lo cual la situación era extremadamente compleja", había detallado el cardiólogo Daniel José en aquellos duros momentos. 

 



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