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No hay que quitar la lupa de los suelos y la cuenca

Con unos 180 estudiantes y profesionales de distintas provincias, una recorrida por el río Nuevo sirvió para demostrar la necesidad de insistir en el cuidado del terreno.

Por Juan Luna
| 24 de septiembre de 2017
Convocatoria joven. Al final del recorrido, posaron para la postal de la jornada, que reunió a 140 estudiantes y unos 40 ingenieros.

Mientras viajaban en los colectivos y camionetas que el Colegio de Ingenieros Agrónomos y Profesiones Afines de la Provincia de San Luis (CIAPA) había dispuesto para la jornada, las ventanillas devolvían un paisaje con rasgos dolorosos. A ambos costados de la ruta, la tierra teñida de blanco y ciertos charcos, algunos más leves y otros más profundos, eran una muestra de las secuelas que la erosión hídrica y eólica dejó en su paso corrosivo por los suelos de la Cuenca del Morro.

 

Pero cuando la caravana de vehículos hizo su último alto en el recorrido, a más de cien rostros les fue difícil ocultar sus gestos de asombro. Bajo una profunda barranca, un caudal de agua con un andar caprichoso se abría paso por entre paredes escalonadas de tierra con signos visibles de fragilidad. Era el río Nuevo.

 

Para coronar las primeras Jornadas Nacionales de Mantenimiento, Conservación de Suelos y Ordenamiento, el colegiado de agrónomos de la provincia organizó una recorrida por algunos de los puntos más álgidos de la Cuenca del Morro. Con el apoyo de la Federación Argentina de Ingeniería Agronómica (FADIA), el seminario convocó a unas 180 personas, entre profesionales del agro y estudiantes de diferentes provincias. El viaje sirvió para ponerle una imagen real a la conclusión general que había aflorado durante las charlas: la necesidad de insistir en el cuidado de los suelos.

 

Que Villa Mercedes haya sido elegida para ser la sede de un encuentro que    reunió a ingenieros y futuros profesionales de La Rioja, Corrientes, Córdoba, Buenos Aires y Mendoza, además de los locales, no es un hecho arbitrario. “Lo planteamos aquí porque los lugares donde los fenómenos aparecen y golpean muy duro sobre la realidad, son los espacios donde se pueden poner en juego los conceptos que han sido estudiados y desarrollados por años”, explicó José Zambelli, secretario de Relaciones Interinstitucionales de la FADIA.

 

Pero además, en abril de este año la ciudad ya había tenido una jornada que versó sobre los mismos temas y que resultó un modo de preparación para abrir el espectro y recibir a exponentes y oyentes de todo el país. “Para nosotros fue un éxito porque la mayor convocatoria fue de estudiantes, hubo alrededor de 140, lo que nos asegura un futuro con más conocimiento y espíritu crítico”, valoró el presidente del CIAPA de San Luis, Ángel Cignetti.

 

Si bien los dos tópicos principales que propusieron eran bien distintos, tienen muchos puntos de contacto y confluyen en el mensaje principal que se llevaron los que presenciaron las charlas y la recorrida final. De hecho, Zambelli indicó que "la conservación del suelo es una gran temática histórica y mundial que está dentro de un nuevo concepto, que es el ordenamiento territorial".

 

Cignetti completó con una definición. “El ordenamiento territorial habla básicamente de cómo un municipio o un campo deben organizar sus tareas en el espacio para trabajar de una manera coherente. Y a nivel municipio para que el planeamiento urbano se haga de manera compacta y no queden áreas rurales entre medio que dificulten las actividades productivas, especialmente con las nuevas normativas que existen sobre restricciones y distancias”, explicó.

 

La Cuenca del Morro fue una pantalla donde pudieron exhibir las consecuencias de no atender a tiempo y con claridad ambos conceptos. Es que el cambio del uso que se le han dado a esas tierras, la remoción de la vegetación nativa y el incremento de los promedios anuales de lluvia, fue un paquete explosivo que produjo serios daños en los suelos y alimentaron el nacimiento de nuevos cauces de agua en una región de más de 300.000 hectáreas.

 

 

Escogieron a Villa Mercedes como sede de la jornada nacional para poder ver los problemas de los suelos en la Cuenca del Morro.

 

 

Osvaldo Barbosa, docente de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y especialista en suelos, fue quien ofició de guía en la recorrida y quien tuvo la tarea de resumirles a los visitantes las causas y consecuencias del fenómeno.

 

Para ello hicieron una primera parada a unos 20 kilómetros de Villa Mercedes, a orillas de la ruta nacional N° 33. Allí pudieron observar uno de los varios afluentes del río Nuevo, que transita bajo el asfalto del camino. “Esto antes ni siquiera era un puente, era una alcantarilla. Este brazo, hace unos años atrás, traía sedimentos que iban siendo depositados y nunca llegaba a cruzar la ruta. Hasta que un día la atravesó y formó una laguna”, contó el ingeniero, ante un auditorio que con apuntes y fotografías intentaba registrar el fenómeno.

 

El especialista aventuró que probablemente estos cauces ya hayan existido antes, hace millones de años, “pero no traían ni el caudal ni la fuerza que tienen ahora”. Los afluentes de agua llegaron para quedarse. “Ni vamos a tener el campo de la forma que teníamos antes, ni vamos a poder llenar las cárcavas que se formaron. Esta agua es de la capa freática que está brotando de suelos de campos de mucho más arriba, agua que no ha usado el productor y que está corriendo”, afirmó, mientras señalaba el pequeño arroyo.

 

Mientras los estudiantes y los profesionales hacían preguntas, Barbosa indicó en el horizonte la ubicación del cerro El Morro y explicó que a la altura de Villa Mercedes "la pendiente disminuye muchísimo y los sedimentos, como no tienen otra forma de correr, tienen que depositar todos los materiales que traen".  Y sostuvo que "es muy poco lo que se puede hacer con esos cauces porque no se puede cavar hacia el río Quinto, porque tampoco hay suficiente pendiente", dijo.

 

Al otro costado del brazo del río, analizaron los restos de salinidad que el agua y los sedimentos arrastran en su recorrido, que dejan marcas blancuzcas sobre el terreno y afectan considerablemente sus capacidades productivas. El ingeniero reveló que en algunos sectores de la cuenca, más precisamente en el arroyo conocido como La Salada, han hecho mediciones en las que han detectado hasta 90 gramos de sal por cada litro de agua.

 

Pero los mayores gestos de asombro surgieron cuando la comitiva llegó hasta los umbrales del llamado río Nuevo.

 

Bajaron por el puente y caminaron hasta la barranca que el río, feroz e insistente, ha forjado en tierras que antes eran piso para cultivos agrícolas.

 

"Yo particularmente no conocía nada de este río y de los problemas que ha generado. Me sorprendió muchísimo. Pero también me asombró la importancia que le están dando para solucionarlos, con planes de forestación y manejo", confesó Nelson Alegre, un estudiante de la Universidad Nacional del Nordeste, con sede en Corrientes.

 

Es que en otro de los paneles del seminario abordaron el tema de las políticas públicas sobre conservación de suelos. "Funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción nos hablaron de los planes de manejo que están desarrollando en la cuenca y también de los proyectos para las plantaciones de maní, que no dejan de ser políticas de ordenamiento territorial, con lo que los técnicos ya sabemos cómo tenemos que trabajar de una manera secuenciada, siempre para cuidar las tierras", explicó Cignetti.

 

Desde hace más de un año, la provincia promulgó una Ley de Emergencia Ambiental que rige en 373.000 hectáreas señaladas como parte de la cuenca y sus áreas de influencia. Esa normativa, fruto de intensas reuniones en comisiones de distintas instituciones con incidencia en el sector agropecuario, determina una serie de acciones a tomar para subsanar los daños. Entre ellas, aumenta la categoría de protección de los bosques nativos, obliga a los productores a utilizar prácticas sustentables en sus campos, a forestar al menos un 5% de la superficie de sus terrenos.

 

 

También abordaron el tema de las políticas públicas de conservación de suelos y tomaron como ejemplo los planes de manejo del maní.

 

 

Miguel Sandoval, otro de los alumnos correntinos, sostuvo que "fue muy interesante ver la cantidad de personas que están integradas para resolver el problema. La situación de San Luis es distinta a la del norte. En Corrientes, por ejemplo, abunda el agua. En Chaco hay muchos problemas de erosión y en Misiones tenés varias técnicas de conservación, con pendientes y terrazas". Nelson agregó que "las diferentes aplicaciones que se les dan a los problemas de suelos, nos aporta mucho a nuestra formación".

 

A orillas del joven río, los alumnos y los ingenieros improvisaron una ronda de debate, donde lanzaron sus opiniones sobre las causas del fenómeno, sobre qué se podía haber hecho para evitar su emergencia y qué se puede hacer ahora para revertirlo. También compararon lo que se vive en la provincia con experiencias similares en Córdoba y Buenos Aires. Pero entre los diferentes discursos, coincidieron en una premisa única: es fundamental trabajar en consenso y apostar a la concientización.

 

"Como conclusión, creo que es muy positivo que se hagan este tipo de encuentros. Pero hay que multiplicarlos, para que esto no quede en un conocimiento impartido sino que se convierta en experiencia a campo. Quizá lo que todavía nos falta es llegar más a los productores, que son en definitiva los actores que toman las decisiones. Pero lo importante es que se está trabajando en el tema", dijo Cignetti.

 

"Esta jornada ha sido excelente porque esta recorrida nos permite una visualización bien impregnada de la realidad", apreció Zambelli en el cierre.

 

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