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Fertilización asistida: los casos más complejos se tratan fuera de San Luis

Quienes requieren de técnicas avanzadas deben emigrar a Mendoza, Córdoba o Buenos Aires.

Por Leonardo Kram
| 18 de febrero de 2018
Tratamientos. Los de baja complejidad incluyen medicación y tratamientos hormonales. Los de alta, la intervención del laboratorio. Foto: SHUTTERSTOCK

El sueño de tener un hijo puede llevar a familias puntanas a otras provincias. Y es que aunque las obras sociales que trabajan en San Luis cubren en gran parte los tratamientos, la alta complejidad, es decir, aquellos casos en los que  se requieren de técnicas médicas precisas y de gran nivel tecnológico sólo existen en centros médicos  de otras provincias como Córdoba, Mendoza y Buenos Aires.

 

Pamela Nicotra, ginecoobstetra y especialista en medicina reproductiva trabaja en Cegyr, un centro de fertilidad asistida asentado en Ciudad de Buenos Aires. Nicotra visita la provincia una vez al mes y estima que tiene unas 10 consultas de parejas y mujeres solas (en menor medida) en las que asesora sobre los tratamientos de alta complejidad, que son aquellos que se desarrollan fuera del útero materno, con técnicas de laboratorio.

 

Consultada sobre por qué considera que no hay centros que lleven prácticas de esta naturaleza en San Luis, la especialista apuntó a múltiples factores. "Tener un laboratorio para hacer tratamientos de alta complejidad requiere muchísimas normas y que sea preciso, imaginate que es gente que manipula embriones", argumentó.

 

"No sólo se necesita institucionalmente un lugar apto y con todas las condiciones óptimas sino también gente que lo sepa manejar. No nos sirve que venga un inversionista y ponga el lugar y todas las condiciones: vamos a depender del recurso humano, de la mano del biólogo que va a manipular todas las gametas y embriones", agregó. "Mi idea cuando viajo a San Luis es poder diagnosticar a las parejas para traerlas a Buenos Aires", dijo por último la especialista.

 

Ralph Bravo, ginecólogo y obstetra, que trabaja en el área de diagnóstico prenatal y reproducción de la clínica Cerhu, expresó que el trabajo con clínicas de provincias es constante. "Nos manejamos acá como podemos y existen tratamientos de baja complejidad", afirmó. "Intentamos un par de veces, que no son demasiadas porque tratamos de no hacer perder el tiempo a la pareja. Si vemos que no funciona, hacemos el diagnóstico y le pedimos al paciente que se comunique con algunos de los centros con los que trabajamos. Con la ayuda de la clínica logramos que se cubran los procedimientos", detalló.

 

La inversión y los recursos humanos son también un punto importante para Bravo. "La inversión es uno de los factores. Pero en Cerhu hace un tiempo tuvimos muy buenos resultados. Trabajábamos en reproducción in vitro con el doctor Juan Blázquez, que era uno de los dueños con doctores como Eliseo Catapano y Julio Simón. Lamentablemente falleció en un accidente y realmente se que el doctor Catapano ha intentado buscar a alguien que lo reemplace. Y es muy difícil. Lo más importante en reproducción es el laboratorio y últimamente como se ha hecho más fácil trabajar a distancia, con centros de Mendoza y Córdoba, nos podemos manejar así sin que sea tan dramático como antes", aseguró.

 

La ley y las obras sociales

 

La ley 26.868 sancionada en 2013 a nivel nacional y a la que la provincia se adhirió ese mismo año, implica la cobertura "integral" de tratamientos de fertilización asistida por parte del sector público de la salud, obras sociales y las entidades de medicina prepaga. Sin embargo en ningún momento expresa la gratuidad total del tratamiento, por lo que el criterio de cobertura y su "integralidad" queda a cargo de cada obra social.

 

Dosep, una de las obras sociales de mayor cantidad  de afiliados en la provincia, cubre en un 80% los tratamientos. "Es en función de lo que se requiere y de lo que son las prácticas que se cumplen y las normativas que tiene la obra social", justificó Sandra Pérez, coordinadora de la entidad, que informó que el año pasado autorizaron 31 tratamientos de alta complejidad, que derivaron a provincias vecinas.

 

La cobertura es de un 90% para Dospu, la obra social de la Universidad Nacional de San Luis que cuenta con más de 8 mil afiliados.  "Hay leyes nacionales que abarcan solamente a obras sociales que dependan de un apoyo de nación. Las obras sociales provinciales y universitarias están afuera de eso. Se tienen que proveer de sus propios recursos. Las obras sociales sindicales reciben un aporte del gobierno nacional. Las obras sociales que no reciben ese aporte se acercan. La cobertura integral no significa la cobertura del 100% del presupuesto", argumentó Laura Pereyra Sánchez, del área de auditoría médica de la obra social. Dospu habilitó 13 tratamientos el año pasado.

 

Guillermo Prat, al frente de Femesa fue más escueto. "Seguimos todo lo que estipula la ley", aseguró. E indicó que el período anterior autorizaron entre 20 y 30 parejas para tratamientos de fertilidad.

 

En coincidencia con lo expresado por los especialistas, los casos de baja complejidad se tratan en San Luis y el resto se deriva a centros de otros lugares del país. Sandra Pérez aseguró que están trabajando en la firma de convenios con instituciones puntuales para "gestionar con mayor facilidad y fluidez las derivaciones".

 

La solicitud principal tanto para los afiliados de Dosep como Dospu es que acrediten mediante diversos exámenes médicos sus dificultades para concebir. Además tienen un tope de tres intentos de tratamiento.

 

En el caso de la obra social provincial se manejan con el sistema de reintegros: la pareja paga los costos y luego le abona el gobierno provincial. Y existe un antecedente importante en la mutual: en marzo de 2016, por una derogación del gobernador Alberto Rodríguez Saá se modificó una resolución para permitir la cobertura a parejas del mismo sexo, a raíz del caso de una mujer, empleada del Poder Judicial en Villa Mercedes, que quería concebir con su pareja.

 

En Dospu aseguraron que cubren tratamientos desde 2010, antes de la sanción de la ley. Y remarcaron que "a diferencia de otras obras sociales cubrimos la ovodonación y conservación de gametos por un año".

 

Los distintos tratamientos

 

Bravo explicó que la diferencia entre la baja y alta complejidad es que la inseminación, es decir cuando el espermatozoide ingresa al óvulo y se crea el embrión, es que lo primeros se hace dentro del útero de la mujer y lo segundo fuera de ésta, en un laboratorio.

 

El primero es la "inducción de la ovulación". Mediante medicamentos y haciendo un seguimiento hormonal y ecográfico se logra que la paciente ovule en un día determinado y la pareja tenga relaciones en el momento exacto en el cual tiene más posibilidades de embarazo.

 

Luego le sigue la inseminación intrauterina. "Es lo mismo que el anterior con la diferencia, de que además de inducir la ovulación con medicación, enriquecemos el semen, separamos los mejores espermatozoides y en vez de depender de la relación sexual convencional se introduce en la mujer de manera artificial", describió.

 

Cada vez que estos métodos fallan, que se pueden intentar un par de veces, es que se pasa a  la alta complejidad, agregó el especialista.

 

La reconocida fertilización In Vitro consiste en sacar los ovocitos, las células previas a los óvulos, extraerlos y evaluar los de mejores condiciones en un laboratorio. Una vez seleccionados, se colocan en una placa de petri, un recipiente redondo transparente, se liberan los espermatozoides y se dejan en una incubudora. "Se espera que los espermatozoides fertilicen al óvulo y se dejan crecer unos días", afirmó. Una vez logrados "uno o dos buenos embriones", se colocan dentro del cuello del útero.

 

La precisión aumenta aún más en la Inyección Intracitoplásmatica de Espermatozoides (ICSI en su siglas en ingles). Los pasos previos de la in vitro se repiten en el ICSI "pero en vez de dejarlo libre al espermatozoide y al óvulo a que se encuentren, con un micromanipulador que es un como un joytick de las consolas de videojuegos, con 'manitos' mecánicas, se logra sostener con una mano el óvulo y con el otro un espermatozoide, el que es morfológicamente el mejor, y se introduce dentro del óvulo". "Se inventó para los pacientes que tenían muy pocos espermatozoides, en las causas importantes de infertilidad. Después se dieron cuenta que servía para cualquier caso y tenía buenos resultados", recordó.

 

Hay un paso más adelante, en la que trabaja Nicotra. Es el "screening genético preimplantatorio". Este consiste en hacerle una "biopsia", un análisis a los embriones conseguidos de una inseminación artificial. "Se analiza cómo está el embrión y sólo se transfiere al útero de la mujer el embrión cromosómicamente normal que se llama eploude", detalló la especialista .

 

"Buscamos que ese embrión tenga la cantidad justa de cromosomas, ni más ni menos, lo que nos permite alcanzar las mejores tasas de embarazo en el mundo, que es más o menos de un 70%", aseguró sobre el tratamiento, que puede llegar a costar 100 mil pesos.

 

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