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Cuando en las redes sociales predomina la ley de la selva

Los "conocidos" son los menos educados. Sufren mayor acoso y maltrato las mujeres y los adultos.

Por Gabriel Casari
| 25 de febrero de 2018

Un hombre está muy enfadado, entiende que un funcionario público hizo mal su trabajo. Filma una calle que está rota en el centro de la ciudad. Por allí pasa mucha agua, parece un río. Reniega, insulta, se enoja y lanza una frase que excede todos los contextos, todos los enojos. Desea la muerte de los hijos de la persona a la que considera responsable de haber hecho mal su trabajo. El video circula y corre por las redes sociales, se hace viral.

 

Una mujer le dice a la otra que deje de mandarle mensaje a su novio, que se ocupe de sus cosas. Le grita fuerte, en la vida concreta, en la realidad “off line”, pero le lanza una amenaza “on line”: “Ya vas a ver, te voy a escrachar en el face”, le grita.

 

Un comentario en las redes sociales de una noticia genera una reacción desmedida en el que muchas personas insultan, objetan a otras personas, se vuelven a insultar y se amenazan.

 

Pareciera que para un grupo importante, en las redes sociales sólo vale la ley de la selva.

 

Los comportamientos son, exagerando, bestiales y preocupantes, a tal punto que la multinacional Microsoft destinó parte de sus fondos para realizar una investigación en 23 países, entre ellos la Argentina llamado: “Estudio de Civilidad, Seguridad e Interacción en Línea del año 2017”, que analiza el alcance de las conductas e interacciones negativas en línea y sus consecuencias.

 

Estos resultados complementan el estudio del 2016 y se basan en entrevistas a adolescentes de 13 a 17 años y adultos de 18 a 74 años. La dimensión del estudio se amplió para abarcar 23 países y 20 riesgos en línea (ver "Un glosario..."). Este informe, en Latinoamérica incluyó a Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.

 

Entre las conclusiones aporta una serie de datos: “La exposición de Latinoamérica a los riesgos en línea entre personas, familiares o amigos fue significativamente mayor que el promedio del resto del mundo. Los blancos de los riesgos en línea generalmente nombraron a conocidos, amigos o familiares como los perpetradores”. En otras palabras, las agresiones o malos tratos llegan mayoritariamente de los conocidos.

 

El informe al que se puede acceder a través del sitio de Microsoft expone que en Latinoamérica “a pesar de que muchos piensan que los riesgos en línea se deben al anonimato que proporciona el internet, esas experiencias casi siempre incluyen a personas que los entrevistados conocían personalmente, tales como familiares y amigos (un 23 por ciento).

 

Además expone que el 60 por ciento de los casos se conocía a la persona que los hostigó .

 

Entre los que conocían al agresor, el 73 por ciento lo ubicó antes de que ocurriera el incidente.

 

"La familiaridad con el perpetrador en la vida real se relacionó con una mayor exposición a los riesgos en línea. El número promedio de riesgos fue 63 por ciento más alto entre aquellos que conocían en persona a su perpetrador que aquellos que no lo conocían".

 

Además exponen que los "millennials" (de 18 a 34 años de edad) tuvieron la exposición más alta a los riesgos en línea, mientras que los "baby boomers" (de 50 a 74 años de edad) reportaron el nivel más alto de civismo.

 

El informe agrega que las mujeres y los adultos reportaron niveles más altos de acoso que los hombres y los adolescentes. Las consecuencias de los riesgos fueron mayores para las mujeres que para los hombres.

 

El Índice de Civilidad Digital (ICD) de Latinoamérica fue de 74 por ciento. Siete de cada diez personas aseguraron que sufrieron algún tipo de "comportamiento negativo" y se establecieron algunas categorías en la que se sufría esta agresión.

 

En lo "invasivo" que comprende como el contacto no deseado (alcanzó un 52 por ciento de los que aseguraron que fueron hostigados) fue el riesgo más común. La incorporación de engaños, estafas y fraudes (fue del 28 por ciento) y misoginia (el 4 por ciento).

 

En lo hace a los comportamientos de índole "sexual", está  encabezada por mensajes sexuales no deseados recibidos o enviados (con un 35 por ciento) y las solicitudes sexuales (con un 23).

 

En lo que se refiere a los "conductual" el maltrato (con un 22 por ciento) fue el tercer riesgo más alto en Latinoamérica .

 

Sobre la "reputación", un poco menos de uno de cada cinco entrevistados padeció que se pusieran en riesgo "su nombre", pero un 10 por ciento dijo que se le hizo un daño a su reputación.

 

En San Luis

 

David Fuentes es ingeniero en Telecomunicaciones e integrante del Departamento de Delitos complejos del Poder Judicial.

 

El profesional compone el equipo que investiga los casos de grooming y otros delitos informáticos.

 

Fuentes explicó que "el hostigamiento en las redes sociales es similar a lo que se da en el mundo real, en donde tenemos un victimario, una víctima y testigos. El que hostiga por algunos motivos o descontento o en desacuerdo,  lo hace de manera anónima o con sus datos reales".

 

"En esto es muy interesante el rol que juegan los testigos, ya que en función de lo que ellos hacen es que toma mayor magnitud la agresión. Si el agresor se siente avalado, más coraje toma. Mucho se hace a través del público o adepto que se cosecha", añadió.

 

Fuentes dijo que a muchas de las agresiones que se hacen en las redes se suman testigos pasivos o activos, estos últimos son personas que difunden o replican cuestiones que no fueron chequeadas y que "muchas veces no se tiene conciencia de lo que uno comparte o reenvía y se transforma en uno de esos sujetos que alientan al agresor y lo llenan de ese coraje insano que lo alienta seguir hostigando".

 

Dio algunas recomendación como por ejemplo, bloquear y denunciar estas conductas, dependiendo del carácter o la magnitud de la agresión.

 

"Es común, se pueden observar cómo algunas plataformas se destinan a esto, muchos hacen acusaciones anónimas, pero otros se hacen eco", aseguró.

 

El especialista explicó cierto modo de actuar: "Es importante resaltar que tiene el mismo tratamiento un hecho real que una noticia inventada. Dado el caso, se puede inventar una historia.  Por ejemplo sobre alguien que maltrata a los animales. Se escribe un texto como denuncia, se baja una foto de un perro lastimado y arma todo y se viraliza. Como eso se comparte, suma una gran cantidad de gente que no chequea, por lo que se transforma en una forma de agresión de la que muchas veces, sin quererlo, se vuelven cómplices".

 

Sobre las reacciones de lo distintos grupos etarios aseguró que "muchos adultos tienen estos tipos de comportamientos, pero muchos adolescentes que están aprendiendo a conducirse en la vida son propensos a hacerse eco de estas agresiones".

 

Por último recomendó que para prevenir "hay que comenzar con una charla fluida en el ámbito familiar para poder dejar en claro que estas conductas son iguales en la identidad real o digital, en donde la personalidad se forma en función de cómo el joven habla o se expresa".

 

"Hay dos factores que ayudan a una correcta educación a este civismo digital, una a través de la charla 'off line' para generar conciencia de lo que pasa en el mundo digital y otra que aplica Facebook en donde hay miles de moderadores en todo el mundo, lo que analizan cada una de las aplicaciones denunciadas y que deben decidir rápidamente si una publicación denunciada se da de baja", concluyó.

 

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