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Alertan por las lesiones de rodillas en los preadolescentes

Kinesiólogos y deportólogos confirman que el esguince en tobillos es lo que más se produce en los deportista amateurs.

Por redacción
| 04 de marzo de 2018
Video: Marina Balbo.

Una de las lesiones más frecuentes que se produce entre los preadolescentes de 11 a 13 años es en las rodillas, justo en la inserción del músculo del cuádricep, cuando los chicos hacen gimnasia deportiva, básquet o vóley. Esta observación pertenece al kinesiólogo y profesor de Educación Física, Juan Pablo Garis, quien además realiza la rehabilitación de sus pacientes en su propio gimnasio. 

 

Las estadísticas hechas en Argentina por la Clínica del Deporte, que dirige el médico deportólogo Vicente Paús, destacan que entre los deportistas amateurs el esguince de tobillo representa casi el 30 por ciento de las lesiones en el básquet, el 21 en el atletismo y el running; mientras que el 28 por ciento se producen en el fútbol. Otros ligamentos que sufren esguinces son los cruzados de la rodilla que generan muchas lesiones en los que practican fútbol. Y en menor medida los de muñeca y codo con el tenis, golf o pádel. 

 

En ese mismo informe se destaca que las lesiones óseas pueden ser la fractura típica, donde el hueso pierde continuidad, o la fractura por estrés, que es muy frecuente en la base del quinto metatarsiano del pie, y se produce cuando se pisa mal y el golpe repetido en esa zona genera micro traumatismos que terminan fracturando la base. Otra es la periostitis, que es la inflamación de la membrana que cubre el hueso periostio y se manifiesta con un dolor crónico en la cara interna de la tibia. Esto es muy común en los que practican running. 

 

A estos problemas se enfrentan las personas que cada día empiezan a practicar algún deporte por diversión o porque deciden entrenar por prescripción médica. El deportólogo Sergio Porporatto explicó que “siempre dependiendo del deporte que se practique, la más frecuente de todas las lesiones son las crónicas y no las agudas, que están asociadas a golpes o contusiones. De ese universo la lesión crónica por sobreuso, que es la que se debe a la mala utilización de una parte del cuerpo por repetir un gesto deportivo erróneo, es típica en los amateurs que empiezan con la práctica de alguna actividad deportiva”. Además indicó que “las musculares son las que más se producen con el 45 y el 50 por ciento de las lesiones. Después se ubican las tendinosas con mucho menos incidencia, también las ligamentarias; porque un ligamento a diferencia de un tendón une un segmento óseo con otro. Como por ejemplo el tobillo”.

 

Al iniciar una actividad física, la Sociedad de Cardiología sugiere que después de los 50 años la persona se haga una ergometría y si hay alguna patología crónica sumarle un ecocardiograma. “También el médico debe evaluar la postura para saber si la columna de la persona tiene óptima rectitud, si los pies tienen buena estabilidad, confirmar si las rodillas tienden a irse hacia adentro o hacia afuera y chequear bien las articulaciones. Porque lo estamos mandando a hacer un esfuerzo para el que no está acostumbrado”, detalló Porporatto.

 

Según la experiencia de Garis  “los que practican fútbol tienen más lesiones de rodillas y tobillos, en especial los esguinces. También desgarros de isquiotibiales y cuádriceps, hasta algunas pubalgias. En otras actividades se ven más las lesiones de sobreuso o mal uso, que son aquellas que tienen gestos repetitivos que hacen que una estructura articular y muscular se estrese y de esa manera llegue a una lesión". Como ejemplo citó el running, el triatlón o las actividades de larga duración. Y dijo que esas lesiones "pueden ser tendinitis, bursitis o todas las inflamaciones por un micro traumatismo repetitivo”. 

 

También destacó que “pueden darse por repetir una mala técnica como en el tenis con la epicondilitis o la epitrocleitis, más conocida como codo de golfista”. Y señaló que "los entrenadores debemos estar muy atentos para que no empeore a medida que se hace el entrenamiento. La idea no es dejar de entrenarlos sino adaptarse a cada uno y disminuir el impacto”. 

 

Otro profesional que tiene buena experiencia en atender a deportistas aficionados es Andrés Ubieta, quien además es el kinesiólogo del Club Estudiantes: “En el consultorio recibimos algunos pacientes que jugando al fútbol han sufrido la rotura de ligamentos de la rodilla y tienen que estar siete u ocho meses parados. Lo mismo los que juegan al básquet que se fracturaron la tibia y deben pasar tres meses con muletas. Todo esto te cambia la vida y se produce por motivos evitables como tener el calzado adecuado, haber dormido bien, por jugar sin haberse alimentado adecuadamente o porque no hiciste la entrada en calor”.

 

Ubieta explicó que según la superficie donde uno practique un deporte, serán las lesiones a las que se expone: “Las canchas sobre cemento o baldosas son más proclives a dañar las partes blandas por los impactos de alta magnitud a repetición como las famosas tendinitis, los dolores en el talón de Aquiles o en el rotuliano y en las distintas articulaciones”. Aunque aclaró que son las de menor gravedad.

 

También alertó sobre las superficies donde se practican: “Las alfombras o el césped sintético si no son de buena calidad o no están bien mantenidas no producen un buen deslizamiento y es lo más peligroso porque frena los desplazamientos generando que se traben las articulaciones. Esto provoca las torceduras de ligamentos o directamente las roturas, sobre todo en las rodillas. Con el agravante que en un deportista amateur puede terminar en una cirugía con ocho o nueve meses de rehabilitación y con los problemas que esto conlleva en su vida cotidiana”. Por eso aconsejó que “si se juega en esas superficies lo mejor es llevar zapatillas, no botines con tapones. Lo ideal es jugar en tierra o césped natural porque allí te deslizás de manera normal y los desplazamientos son más normales”.            

 

Porporatto sugiere que antes de empezar una rutina de running o trote recreativo “hay que recuperar primero la fuerza y la estabilidad; es decir el equilibrio. Y esto se puede hacer en un gimnasio buscando la fuerza en la zona media del cuerpo: cintura, músculos posteriores de la espalda y de las dos piernas. Además, desarrollar la estabilidad de los tobillos y las rodillas. Y para confirmar que estamos bien, debemos pararnos en un pie y si no lo logramos durante por lo menos 15 segundos, es muy probable que si salimos a correr terminemos lesionados. Porque cuando corremos nos mantenemos siempre en un pie”.

 

El secreto, según el integrante del Cuerpo Médico del Centro de Alto Rendimiento Deportivo (CARD), es empezar con pequeños estímulos, de pocos tramos y con buena elongación posterior. “Lo ideal sería buscar grupos que hagan running, con un profesor o bien en un gimnasio que tenga buen asesoramiento.

 

Otro tema importante es la nutrición, hidratarse y comer bien, porque el error es pensar que después de mucho ejercicio me puedo dar un gusto con las comidas. Y es al revés, cuando uno hace gimnasia siempre gasta lo que se comió antes, no lo que va a ingerir después. Y el último componente necesario es la flexibilidad al terminar la actividad física: siempre hay que estirar todas las cadenas musculares que van por detrás, por delante y a los costados de la columna vertebral”.

 

 

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