Merlo: el restó “El Tono” cierra una etapa

Los fines de semana en "El Tono" tenían una mística especial. Mucho de folclore, buena comida, un ambiente de libertad y de efervescencia cultural. Penosamente, se acabaron. La resto peña que se convirtió en una alternativa musical durante casi dos décadas en Merlo cerró sus puertas y acrecentó la lista de espacios que se lleva la crisis.

Pese a la determinación de no abrir más, Jorge “Puchi” García Petrino, el dueño e ideólogo del lugar, prefiere ver el momento como un renacer. Es que, según dijo, "El Tono" seguirá con su actividad aunque de manera nómade, itinerante, ya no asentado permanentemente en el mismo lugar de la Avenida del Sol.

Hace mucho tiempo en la cabeza de “Puchi” rondaba la idea de reformular su creación. Los exagerados aumentos de la materia prima, que se negó a trasladar a sus clientes, fueron el motivo inicial para pensar a "El Tono" con otra perspectiva. No escapa a los muchos asiduos de la peña un costado ideológico que atravesó históricamente el lugar y que encontraba alguna contradicción en el hecho de pagar un alquiler en una de las calles más caras de la provincia.

“Prefiero pensar que cambiamos de forma porque vamos a seguir haciendo la peña por toda la provincia, aportando desde donde podamos. No es el final de 'El Tono', es el final de una etapa”, dijo García Petrino a Etc.

La correlación con la realidad se puede buscar en un hecho ocurrido en abril, cuando la peña se trasladó desde la Avenida del Sol hasta un salón de Cortaderas y llevó ballets, artistas locales, su oferta gastronómica, su espíritu combativo y a José Luis Aguirre, el cantante cordobés que representa, como pocos, el modo de pensar y encarar la cultura para "El Tono".

De hecho, el cantante de Traslasierra fue el artista que más veces visitó la peña. También lo hicieron Raly Barrionuevo, Josho González, Ramiro González, Héctor Banegas y Los Chaza, entre otros, un dato que sirve para bucear en el perfil de identidad que se pretendía implementar.

Pero también el escenario del lugar fue visita constante de artistas de la localidad a tal punto que se podría decir que todos los folcloristas de la región (de Los Brandán a Franco Pinto, de Coquena  a Rubén Gallardo, de Del monte dúo a Los de la Peña) pasaron por allí como forma de legitimación.

Pasar una noche en el bar era la oportunidad de encontrarse con poetas de micrófono abierto, bailarines siempre dispuestos y personalidades como Jorge Araujo –ex baterista de Divididos-, la pianista Elvira Ceballos o el bailarín Javier Melgarejo que elegían el sitio para comer y distraerse.

Es consciente “Puchi” de lo que generó a lo largo de todos estos años y ve una forma de capitalizarlo. Porque García no es un mero empresario gastronómico sino un gestor cultural que conoce sus objetivos y quiere seguir con su aporte. Inició el año con la idea de llevar la peña itinerante con un mensaje ecológico y de respeto a las culturas originarias por toda la provincia, pero algunas puertas cerradas en las municipalidades de las localidades elegidas hicieron que el proyecto se quede en Cortaderas, donde se hizo la primera de las que iban a ser varias peñas.

También en los albores de este 2018, el promotor demostró su capacidad con el que fue hasta ahora su mayor desafío: la presentación de “Hermano Hormiga” –el dúo formado por Barrionuevo y Lisandro Aristimuño- que regresó luego de un año de silencio y bautizó su segunda gira con dos funciones en la sala "Amigos de Merlo".

En la despedida que hizo en el perfil de Facebook de “El Tono” hay otras explicaciones al cierre del bar. “Sentimos un poco de cansancio pero también una suerte de incomprensión”, dice el escrito que se completa con la información de que la crisis económica hizo insostenible la permanencia.

“Tomo esta decisión –escribió Puchi- convencido de que dimos todo para mantener el espacio abierto”. Siempre con tono optimista el gestor tranquilizó a sus seguidores y dijo que "El Tono" será a partir de ahora una propuesta móvil, dinámica, como considera que debe ser el folclore.

Con el cierre ya hecho una realidad, García no descartó que en algún momento la peña vuelva a tener un lugar fijo y sea otra vez un boliche con puertas, mesas, escenario y menú. Pero por ahora prefiere pensar en la cultura en movimiento.