"Hasta ahora no hay conciencia de que se trata de una adicción"

Reconectarse" es un centro de atención psicológico ubicado en Buenos Aires que desde 2012 atiende la dependencia a la tecnología en todas sus variantes: desde el uso excesivo de internet y sus redes sociales, a los videojuegos y la pornografía. Laura Jurkowski, psicóloga, dirige la institución y dio detalles a El Diario de la República de un fenómeno que cada vez parece crecer más.

—¿Qué diferencia tiene este tipo de adicción con los otros? 
—La diferencia es que no hay conciencia de que es una adicción. La sociedad se lo toma como algo natural, con lo cual la adicción avanza un montón. Por otro lado, la tecnología es una herramienta que forma parte de nuestra vida cotidiana, que es muy útil y que hoy en día es muy difícil poder vivir sin ella. A diferencia de otras adicciones, como lo es a las sustancias, en la que uno puede cortar totalmente el contacto, en este caso no se puede y uno tiene que tratar de lograr educar en un buen uso, lo que yo llamo una dieta saludable del uso de internet o de la tecnología. 

—¿Han tratado casos muy graves?
—Sí, tratamos a un joven de 28 años, que no sale, está prácticamente en su habitación todo el día, no tiene amigos, no se relaciona con la madre. No trabaja, ni estudia, ha pasado muchos días sin bañarse, tienen invertidos los horarios, se duerme de día y está despierto de noche. Es adicto a los juegos online.

—La OMS ya ha reconocido a los videojuegos como una adicción, ¿Qué conductas ven en este tipo de adictos? 
—Aparece en general una sensación de vacío llenada justamente por este comportamiento. Hay algún problema subyacente que la persona tiene y que busca de alguna manera manejar y escaparse de el. La gratificación principal pasa a ser este juego.
Además empieza a tener problemas en otras áreas de la vida, a tener problemas con la familia, con sus amigos. Comienza a no tener relaciones sociales, a descuidar su salud, la alimentación, el sueño, a tener problemas en la postura, sedentarismo, a comer mal, entre otras. Cuando tienen algún problema para conectarse, aparece el síndrome de abstinencia, con mucha irritabilidad, niveles altos de ansiedad y de depresión. También está el fenómeno de tolerancia, que necesita cada vez de estar más tiempo conectado como para tener el mismo resultado que obtenía al principio jugando menos tiempo.

—¿Hay predominio de pacientes en cuanto al género?
—En general son más varones que mujeres, aunque depende en qué. Hay mujeres que son más adictas a las redes sociales, dependientes de la cantidad de "likes". Los hombres en general son más adictos a los juegos online y a la pornografía. El adolescente, todavía en general, aún tiene una obligación respecto al tema del colegio y lo lleva a limitarse o los padres los obligan. En cambio los jóvenes cuando ya terminan el colegio, muchos abandonan el ultimo año o no pueden terminar algunas materias. Los casos más graves son entre los 17 y los 30 años.

—Se ve que a veces influye mucho la imagen que se proyecta en las redes sociales ¿Esto puede generar problemas?
—Hay muchas personas que tienen un trastorno previo del esquema corporal o de la alimentación, que se agudiza con las redes. Esto hace que estén muy pendientes de su físico y de la aprobación.

—¿Y en cuanto a la adicción a la pornografía?
—Se suele dar en los hombres, que la utilizan de manera excesiva para, por ejemplo, calmar la ansiedad y el estrés. Se valen de ella de manera compulsiva, llegan a hacerlo a escondidas, muchas veces interrumpiendo el trabajo. He tenido pacientes en momentos de mucho estrés, de problemas en el trabajo, que han ido al baño con el celular a poder ver pornografía. Termina generando problemas laborales y en la pareja, que de alguna manera se termina enterando y hay muchas peleas, muchas llegan a separarse por esto. 

—¿Y en las redes sociales?
—En redes sociales se genera mucha ansiedad, se está muy pendiente de lo que se publica, de lo que uno publicó y de la obtención de "likes". Eso genera una gran dependencia, ansiedad y en general muchas veces sucede con personas de bajo autoestima, que necesitan reforzarla a través de la exposición. Esto interfiere en la vida y actividades cotidianas de las personas. La concentración se corta por estar permanentemente interrumpido para verificar las redes sociales. 

—¿Qué recomendaría sobre el uso de la tecnología? 
—Tenemos que usar la tecnología medidamente, usarla como una herramienta útil, pero también desarrollar otras alternativas. No perder el contacto cara a cara, por las relaciones virtuales.