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Claves del "milagro" australiano en la producción de carne

Tiene suelos difíciles, sequías recurrentes, pastos y granos escasos y mano de obra cara. Lo logró con baja carga en la cría, elevado precio en la recría y un engorde más eficiente.

Por redacción
| 10 de noviembre de 2019

Australia, con un clima similar al de la Argentina, es también uno de los principales productores de carne del mundo, reconocido por su especialización a la hora de proveer diferentes mercados. Su posición geográfica, que favorece el acceso a destinos importantes como Japón, a la vez resulta una limitante para la producción de alimentos, por el clima y los suelos difíciles. Algo similar a lo que ocurre en San Luis.

 

Los ingenieros agrónomos Juan Elizalde y Sebastián Riffel recorrieron el extenso país, sobre todo el sudeste, para conocer cómo los australianos pudieron, con pocas pasturas y maíz caro, convertirse en una potencia ganadera. A continuación, el resultado de la detallada investigación que reprodujeron en el sitio web Valor Carne.

 

Entre sus fortalezas figuran la población relativamente escasa, que les permite obtener importantes saldos exportables, y la tipificación y desarrollo de marcas, que lo ubican como un país netamente exportador de carne con valor agregado. Se trata de embarques de ovinos y vacunos -animales índicos y sus cruzas, británicos y Wagyu japonés- que, si bien no pagan retenciones, aportan entre el 1 y 2% para investigación científica y tecnológica.

 

Australia equivale a tres veces la superficie de la Argentina, pero la escasez de agua limita la actividad agropecuaria. Sus precipitaciones varían de 100 a 1.200 milímetros anuales, aunque gran parte recibe menos de 400. Las zonas más lluviosas se encuentran en la periferia ya que el centro está condicionado por una cordillera que sigue la costa oriental y frena el ingreso de precipitaciones del Océano Pacífico. Las zonas tropicales del norte reciben agua mayormente en verano y las templadas del sur tiene aportes en invierno.

 

Posee alrededor de 23 millones de cabezas de vacunos de carne (contra 53 millones de la Argentina), 2,5 millones de leche y 63 millones de ovinos (versus los 10 millones de nuestro país). En la zona tropical, con 3 millones de cabezas, se utiliza ganado índico (Brahman) mientras que en el sur predominan los británicos (unos 10 millones), con un 40/50% Angus, 20% Hereford y el resto Shorthorn. También existen varios rodeos de Wagyu y sus cruzas, que se encuentran principalmente al sur.

 

 

La cara seca de Australia

 

Las características climáticas y edáficas hacen que el 40% de la superficie no tenga valor productivo. Un 38% es útil solo para pastoreo extensivo (más de diez hectáreas por unidad de ganado bovino) mientras que un 13% permite el pastoreo más intensivo (de una a 10 hectáreas por unidad). Solo el 4% puede aprovecharse para pastoreo intensivo tal como se practica en nuestra región pampeana (un animal por hectárea). Además, solo un 5% es útil para cultivos extensivos de secano.

 

El agro, con la ganadería incluida, está compuesto por 110.000 empresas y si bien no hay minifundios, no significa que los productores dispongan de suficientes recursos productivos.

 

Las sequías son frecuentes. En la mejor zona de secano se estima que dos a tres años de cada diez son secos, y en los de menos lluvias, tres de cada cinco. Esto lleva a que las inversiones se hagan lentamente y aunque los productores logren una buena cosecha saben que deben guardar para los próximos años. Por eso, muchos tienen otra actividad, más allá de diversificar a través de sistemas mixtos.

 

Cuando las condiciones de sequía imperan, primero bajan la carga en recría, luego le siguen las vacas y, por último, los ovinos. En conclusión, la falta de agua es la principal limitante de la producción australiana. Pero también existen restricciones de mano de obra, que es cara y escasa.

 

Otro problema es la escasez relativa de granos para los corrales de engorde. Australia produce mucho trigo y cebada y en menor medida maíz y sorgo, ya que la agricultura se hace en zonas donde predominan las lluvias de otoño-invierno. Así, mientras obtienen alrededor de 22 millones de toneladas de trigo, 9 de cebada y 2,5 de canola, solo producen 1,8 millones de toneladas de sorgo y 400 mil de maíz. Es decir, los granos comúnmente utilizados en la Argentina son escasos ahí.

 

 

El valor de la recría

 

Las actividades de cría y recría se realizan en diferentes regiones, con cargas bajas, una clave del sistema. En general se trata de destetar terneros pesados (salvo en condiciones de sequía extrema donde se recurre al destete precoz) y de recriarlos lo más pesados posibles para ingresar a los feedlots con más de 350/380 kilos, sobre todo si van a exportación.

 

Sortear la adversidad climática y otras dificultades ambientales no fue cuestión de suerte. Los elevados pesos de destete y recría obedecen a los muy buenos precios que logran los animales lo más recriados posible para el ingreso a los feedlots. El objetivo es minimizar los kilos hechos a corral, que son muy caros, lo que obliga a vender a muy buen precio el animal terminado con altos pesos finales. En los años secos, el costo del kilo producido en recría se aproxima al valor de venta de la categoría, debido al elevado valor de los suplementos invernales transportados a través de largas distancias.

 

El engorde se hace en su mayoría a corral, con dietas a base de grano de sorgo y cebada, incluyendo harina de canola y expeler de algodón como suplemento proteico. Si los animales van a consumo interno, el peso de faena promedia los 450 kilos; y si se venden para exportación, puede alcanzar los 800, especialmente los destinados a Japón y China.

 

Los animales británicos y Wagyu ingresan al feedlot con unos 15 meses y 350 a 400 kilos. Allí, cuando utilizan promotores de crecimiento, las ganancias de peso son de 1,8 kilos/día promedio y las conversiones están entre 5,5 a 6,5 kilos/materia seca por kilo de carne.

 

Estados Unidos es el país que ha alcanzado la mayor productividad en relación a la potencial (0,62 sobre 1), seguida por Australia (0,52), la Argentina (0,26) y Brasil (0,23). Australia, entonces tiene más productividad que la Argentina y Brasil, a pesar de que sus condiciones climáticas son más limitantes.

 

La reducción de las brechas entre productividad potencial y real puede lograrse por mejoras en la tasa de extracción (más ligada a lo reproductivo) y a través del peso de la res. En los Estados Unidos se ha alcanzado un peso de res muy cercana a su posibilidad potencial, pero se puede seguir mejorando mediante la tasa de extracción.

 

En el caso de Australia el avance debería ser a través de una mejora más importante en su tasa de extracción que en el peso de la res. El hecho de tener una exportación de animales pesados más gravitante que el consumo interno explica la menor brecha entre producción real y potencial.

 

En síntesis, el éxito del sistema australiano se basa en los altos precios finales de los animales terminados, que son volcados al resto de la cadena para compensar los elevados costos de producción y mano de obra.

 

A esto se agrega la tipificación de la hacienda y sus cortes, la trazabilidad y el amplio acceso a destinos de alto valor, también estratégicos para dar vuelta sus adversidades agroecológicas.

 

Fuente: Valor Carne

 

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