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La joven secuestrada y torturada por su pareja dio un crudo relato

Describió ante los jueces todo lo que sufrió durante nueve meses, junto a su hija, hasta que lograron escapar.

Por redacción
| 20 de noviembre de 2019
Custodiado. Gómez declaró en la primera audiencia y rechazó todas las acusaciones que pesan sobre él. Foto: Martín Gómez.

Rodolfo Daniel Gómez era dos personas distintas, según el relato de Érika, la joven que fue su pareja y que terminó secuestrada por él, junto a su hija de 9 años, en un departamento del centro de la ciudad de San Luis, donde la sometió a abusos sexuales y a otros vejámenes. “Me pedía disculpas, lloraba, me decía que yo era la mujer de su vida”, contó la víctima ayer, ante la Cámara del Crimen 1 de San Luis, en la segunda audiencia del juicio oral contra el acusado. Pero otras veces “me daba golpes de puño, me ataba con un cinto, me pateaba, me insultaba, me decía ‘te voy a enterrar viva’”, relató la joven.

 

“Estoy viva de milagro (…), fueron nueve meses” de torturas, aseguró la víctima en otros pasajes de su declaración. Todo “empezó cuando le dije que quería la separación”, recordó.

 

Según expuso la joven durante la investigación judicial iniciada en junio de 2017, y reiteró ayer ante el tribunal, Gómez la solía mantener atada y la sometía sexualmente, pero además en ocasiones permitió que amigos de él que iban al departamento abusaran de ella. También describió episodios en los que él usaba excremento en las torturas.

 

Todo ocurría en un departamento de la planta alta de una casa ubicada en Constitución 1210, propiedad de la madre de Gómez, al que se accedía por una escalera ubicada en el garaje de la planta baja, la que estaba alquilada a un estudiante universitario.

 

La vivienda tiene dos dormitorios, el matrimonial donde ocurría la mayoría de los ultrajes a Érika –aunque también sucedían en el baño y en la cocina comedor–, y el de la hija de la chica.

 

La niña pasaba horas confinada en la habitación, pero según contaron ayer su madre y su abuela materna, Cristina, eso no la resguardó de ser testigo de algunos de los vejámenes que sufría su mamá. Y ella misma fue víctima de maltratos y amenazas, por eso en el juicio está representada por la Defensora de Niñez y Adolescencia 2, Marcela Torres Cappiello.

 

 

"Mucho tiempo encerrada"

 

“Una vez el papá –la niña llamaba así a Gómez, pese a no ser su padre biológico ni llevar su apellido– le estaba pegando mucho a mi mamá”, le contó la nena a su abuela. Y le relató que ella empezó a escribir un mensaje en su celular, para pedir ayuda. Pero el agresor la descubrió, le quitó el teléfono y le pegó.

 

La niña también le narró a su abuela que otras veces, cuando Gómez empezaba a agredir a su mamá, ella se encerraba en el cuarto, sintonizaba un canal de dibujitos y subía el volumen del televisor.

 

Cuando la Policía allanó el departamento, luego de que Érika y su hija lograron escapar el 13 de junio de 2017, “llamó la atención la cantidad de recortes de revistas que había en la habitación de la nena, lo que indica que pasaba mucho tiempo encerrada”, recordó ayer el subcomisario Gerardo Contreras, actual jefe de la Comisaría 38ª, que en aquella oportunidad encabezó la comisión investigadora que actuó en el caso por disposición del jefe de la Unidad Regional I.

 

A partir de septiembre de 2016, la menor había dejado de ir a la escuela, por imposición de Gómez.

 

El policía dijo que en la casa hallaron un arma de fuego, marihuana y manchas de sangre en un sillón y en otros lugares.

 

“Él manejaba lo que es la droga, se la llevaban a la casa”, aseguró Érika, para describir lo que, según su testimonio, era la actividad con la que Gómez generaba sus ingresos.

 

Dijo que cuando ella tenía que cobrar la cuota alimentaria de su hija, su pareja la metía en el baúl del auto, por la noche, y así la llevaba hasta un cajero para que sacara el dinero.

 

Según la víctima, ella sentía que si lo denunciaba, aunque lo detuvieran “iba a entrar y salir, porque tenía mucha gente conocida”.

 

Aseguró que muchas veces intentó escapar, pero Gómez siempre la descubrió y frustró su propósito. Lo logró recién aquel 13 de junio de 2017, una vez que el hombre se quedó dormido y ella logró desatarse, porque la había atado a él. Tomaron un taxi con su hija y fueron a la casa de su madre. Gómez, de 42 años en la actualidad, fue detenido ese mismo día.

 

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