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Toros fuertes y sanos para mejorar la genética

Pequeños productores de El Arenal y Paso del Rey recibieron animales de cabañas a cambio de los que sufrían patologías venéreas.

Por Marcelo Dettoni
| 24 de febrero de 2019

El Plan Toros retomó en este 2019 donde había dejado un par de meses atrás: reponiendo animales a los pequeños productores más alejados de los centros urbanos. La primera visita del año fue al Departamento Pringles, para llevar tres toros a criadores de los parajes El Arenal y Paso del Rey, donde en los relevamientos previos habían detectado una fuerte presencia de enfermedades venéreas en los reproductores machos.

 

No se trata de toros comunes los que lleva el Programa Producción Agropecuaria, dependiente del Ministerio de Producción, son animales especialmente seleccionados, que los veterinarios de esa cartera compraron durante el año pasado en los mejores remates ofrecidos en San Luis. Como en la mayoría de los casos los ejemplares enfermos ya tienen una edad avanzada y su capacidad reproductiva en merma, para los productores significa un enorme salto de calidad contar con animales de genética superior, que además tienen la rusticidad suficiente para adaptarse a cualquier clima.

 

Porque en las alturas de El Arenal, solo por citar el ejemplo de esta visita, no es fácil desarrollar la ganadería. Se trata de campos duros, en los que domina el pajonal y surgen cardos floridos de gran tamaño, por lo que es necesario aprovechar al máximo los cursos de agua que bajan de las sierras para poder tener alguna pastura natural que pueda ser usada por los animales. Además, los inviernos son durísimos, con muchos días de nieve y sin lluvias.

 

El verde que surge, siempre de manera natural ya que nada es plantado por los productores, es fruto de tréboles silvestres, cebadilla criolla, raigrás, agropiro y festuca, todas pasturas naturales, tan sustanciosas como la alfalfa que se usa en la Pampa Húmeda o en la zona de la Cuenca del Morro luego del plan que llevó adelante el Gobierno. Por eso es común ver concentración de vacunos en estos manchones que crecen entre la blancura del pasto puna.

 

“Por suerte fue un verano llovedor, no nos podemos quejar de la cantidad de agua, fue hermoso, hermoso…”, dice Lorenza Gatica con una media sonrisa, sentada en una sillita de caños en la puerta de su casa de material que tiene una hermosa vista del contorno serrano y con el mate en la mano. Ella fue la primera beneficiaria en el recorrido que hizo el camión fletado por el ministerio y manejado con mano maestra por José Lucero, quien a la vez también es productor en Villa General Roca, por lo que conoce el paño.

 

Para llegar a El Arenal hubo que pasar La Carolina rumbo a Inti Huasi y luego de unos 10 kilómetros abandonar el asfalto a la izquierda en una bifurcación que a la derecha lleva, también por ripio, a Cañada Honda. En esa zona los parajes se suceden a un lado y otro de las Sierras Centrales, cada uno con su escuelita y una prolija organización de sus habitantes.

 

En El Arenal, por ejemplo, funciona muy bien una cooperativa de productores ovinos, que viene obteniendo algunos fondos de Nación, gestionados por la Unidad Ejecutora Provincial (UEP) de San Luis. Así lograron hacerse de unas cuantas toneladas de maíz para llenar un silo y mejorar la infraestructura de sus precarios corrales. También gestionaron a través de Agricultura Familiar un corral comunitario en el cual hacen los sangrados de las ovejas y las vacunaciones de todas las majadas, evitando así los traslados extensos de los profesionales y bajando de manera significativa los costos.

 

Lorenza tiene poca movilidad y se ayuda con un bastón, por lo que prefirió quedarse sentada mientras el camionero y los funcionarios de Producción Agropecuaria se esforzaban por bajar el toro elegido del camión. Al ser el primer destino, tenía esa ventaja: de los dos Hereford, podía seleccionar el que más le gustaba. Esa tarea finalmente recayó en su hijo Patricio Molina, quien vive en Neuquén, pero justo estaba de visita en la casa materna y dio una mano grande en la operatoria.

 

“¡La pucha, qué animales enormes!”, fue la primera reacción de Patricio al ver a los Hereford. No le faltaba razón, uno orillaba los 900 kilos y el otro los sobrepasaba ampliamente. Toros de gran genética, con buena circunferencia escrotal y patas firmes, ideales para caminar por las sierras. Además se notaba la mansedumbre a pesar del agotador trayecto, que incluyó unos 12 kilómetros de ripio entre arroyitos y pedregales.

 

Finalmente no pudo elegir mucho, fueron los toros los que decidieron sus destinos, siempre remisos a dejar su lugar y más ante un auditorio tan nutrido. Por eso todos debimos "escondernos", ya que si ven gente, es imposible hacerlos bajar del camión. Las dificultades empezaron temprano, porque el único Aberdeen Angus se interpuso entre la puerta del acoplado y sus compañeros, por lo que hubo que luchar bastante para lograr correrlo, aunque finalmente también lo bajaron allí ya que tenía como destino el campo vecino. Y luego porque el Hereford elegido se negó a dejar el fondo del camión, por lo que el hombre terminó resignándose a "elegir" el otro, que sí accedió a bajar por la estrecha manga, que por un momento parecía que no iba a permitir desplazarse a semejante mole.

 

“Igual están muy lindos los dos, la diferencia era el tamaño nomás, va a ser de gran ayuda para mejorar los índices productivos”, se ilusionó el hijo de Lorenza, quien miraba todo a lo lejos, siempre aferrada al mate y rodeada de perros de todos los tamaños que iban y venían del camión a la casa, agitados con tanto alboroto a la hora de la siesta. “Sin esta ayuda del Ministerio de Producción sería imposible para nosotros reponer un toro, no contamos con 50 mil pesos para comprarlo, a lo que además hay que agregar el flete y los controles sanitarios”, agregó.

 

Toros de Don Eloy y Garruchos

 

Realmente son toros de primera calidad, no se equivocaba Patricio. Los Hereford fueron comprados por el Ministerio de Producción en el remate que dio el año pasado la cabaña Don Eloy, bajo el martillo de Ganadera del Sur en San Luis Feria. Su dueño, Eloy Guerrero, usa desde hace años genética de Antiguas Estancias Don Roberto, que maneja uno de los rodeos Hereford más grandes del mundo, por lo que la productividad está asegurada. El Aberdeen Angus, en tanto, fue adquirido en la subasta que llevó adelante Alfredo Mondino en la estancia Garruchos, en Nueva Galia, y es un toro nacido en la estancia Los Caldenes, de gran trayectoria en el desarrollo de esta raza.

 

La familia estuvo siempre acompañada por el veterinario Gustavo Marticorena, quien había sido el encargado de los sangrados y de detectar, Laboratorio del Campo mediante, al toro afectado por enfermedades venéreas, como campylobacteriosis y tricomoniasis. El rodeo cuenta con unas 70 cabezas entre vacas, terneros y un único toro, pequeño, que quedó solito luego del retiro del animal enfermo.

 

Acostumbrado a esas serranías extensas y a la idiosincrasia de sus habitantes, el profesional contó que “las venéreas no son extrañas en la zona, porque los campos no están bien delimitados. Muchas veces los toros se pasan de uno a otro, por eso el plan del gobierno provincial es tan importante en el aspecto sanitario”. Un vistazo sencillo apoyaba sus palabras: alambrados débiles y separados, e incluso pircas muy bajas no parecen obstáculos suficientes para toros alzados y fornidos, siempre en busca de "aventuras amorosas".

 

En esta zona del Departamento Pringles, el servicio es completamente natural y a campo. No hay sincronización, ni reúnen en un encierre las vacas para que el toro las tenga a mano. Por eso durante el trayecto este cronista pudo ver madres con el ternero al pie, otras preñadas y algunas más vacías. En ese ámbito, sacar del rodeo a los toros con venéreas es fundamental para mejorar los índices de preñez y no expandir las enfermedades.

 

Si bien las vacas se negativizan a los pocos días de ser servidas por un toro enfermo y las venéreas pasan de largo, los machos llevan la patología de por vida y allí radica la importancia de la reposición que hace el Gobierno, que siempre primero retira el animal afectado y lo lleva a faena, y al menos 15 días después lleva el nuevo ejemplar, para evitar los contagios.

 

El segundo toro, el Aberdeen Angus, quedó también en el corral de Lorenza porque está destinado a su yerno, Raúl Domínguez, quien vive en el campo de al lado, pero no cuenta con manga para el descenso del camión. También es un productor de pequeña escala, con unos 60 animales y tres toros en edad reproductiva. “Ninguno como este, que va a ser el padre del plantel. Ojalá rinda de acuerdo a la pinta que tiene”, pidió casi como un ruego el criador, consciente de que oportunidades como las que brinda el Plan Toros no se dan todos los días.

 

El día finalizó muy tarde, cuando ya el sol se desvanecía en el oeste, con una última entrega en Paso del Rey, un paraje escondido detrás del bello paisaje del dique La Florida. Allí la alegría fue para Juan Gómez, quien rápidamente le hizo lugar en un corral a otro Hereford de la cabaña Don Eloy. "Cuando detectaron que tenía un toro enfermo estaba muy preocupado, pero viendo su reemplazo, no me puedo quejar. Es excelente", asegu

 

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