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Ana Carrasco rompió el techo de cristal del deporte femenino

La española, con tan solo 21 años, es la flamante campeona mundial de motociclismo. Cinco años después de su debut, la estudiante de abogacía, dejó su sello en las pistas.

Por redacción
| 14 de marzo de 2019
La española, con 21 años, alcanzó la cima mundial del motociclismo. En total, son 112 las mujeres inscriptas en la Federación Internacional de Motociclismo (FIM).

Ana Carrasco rompió el techo de cristal del deporte femenino, y lo consiguió en 2018, un año clave para la reivindicación de la mujer. Desde el pasado 8 de marzo, Día de la Mujer, se sucedieron e incrementaron los movimientos y las acciones de las mujeres para conseguir el espacio que se merecen. Con su triunfo en el Mundial de Supersport 300, Ana Carrasco dio un nuevo impulso a esas reivindicaciones y demostró a todo el mundo que la mujer no tiene techo.

 

Además, por encima de las reivindicaciones de género, el éxito de Ana Carrasco es la recompensa al esfuerzo de una deportista que se sacrificó y luchó con humildad y dedicación. Ana forma parte de una generación de niñas que se enfrentaron sin complejos a un deporte que años atrás parecía destinado exclusivamente a los hombres.

 

Ana, de 21 años, oculta su sonrisa bajo el casco, y también los lagrimones, cuando una nube de fotógrafos se arremolina a su alrededor y le confirma que es campeona del mundo. La primera campeona del mundo de motociclismo. Mujer en un mundo de hombres. Siempre quiso ser piloto. Estudia derecho en la Universidad Católica de Murcia, sigue viviendo con sus padres, en el pueblo, y reparte su tiempo entre las leyes y las motos. Hace años que corre en circuitos de todo el mundo. Y que compite. Siempre contra chicos. Porque en velocidad, a diferencia de lo que pasa con el trial, el enduro, el motocross o los rallies, no hay categoría femenina.

 

Hace tiempo que la murciana empezó a escribir páginas de la historia del motociclismo —con su debut en Moto3 en 2013 fue la mujer más joven (16 años) en competir en una prueba del campeonato del mundo y la primera española en puntuar. El año pasado se convirtió en la primera mujer que ganaba una carrera mundialista. Este año  ya fue la primera chica que lidera un Mundial de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM). Y cerró un capítulo magnífico al ganar el campeonato del mundo de SSP300, una de las categorías del  Mundial de Superbike.

 

Fue una carrera dificilísima para ella, que dedicó su triunfo a su amigo y ex compañero Luis Salom, fallecido en 2016 en Montmeló. Carrasco sufrió para clasificarse 25ª el sábado en un fin de semana cargado de nervios y de presión, pese a que llegaba a esa última cita del calendario, en Francia, con diez puntos de ventaja en la clasificación. Fue una carrera compleja, en un circuito muy técnico como MagnyCours, en la que ganó posiciones en las últimas vueltas, pese al tráfico, para terminar 13ª y salvar el liderato por los pelos. Y de rebote. Porque su rival por el título, Scott Deroue (Kawasaki), abandonó por problemas mecánicos y Mika Pérez (Kawasaki), que también tenía opciones, acabó segundo al ser superado en la última vuelta por Daniel Valle (Yamaha).

 

Supo sufrir Carrasco, que llegó a esa última carrera debilitada. Por la carga emocional y por los cambios aplicados a la categoría para igualar la competición, que dominó Kawasaki desde la primera carrera. Limitada la potencia de su moto, tuvo, además, que añadir 14 kilos de lastre a mitad de temporada para cumplir con una nueva norma, la del peso mínimo. La moto pesa 140 kilos, pero el conjunto con el piloto debe alcanzar los 215 kg, de modo que la española es la tercera con más peso extra. Una dificultad añadida para una corredora que tenía en el cuerpo a cuerpo su punto débil. Por eso se pasó las últimas semanas entrenándose con motos pequeñas en circuitos pequeños y también en pistas de tierra haciendo dirttrack, para curtirse en los adelantamientos, para imponerse a rivales con más cuerpo, como hizo ayer para remontar 12 puestos.

 

En una categoría con 40 pilotos y siete ganadores distintos en ocho carreras, ella es la única que logró dos victorias este año. Su finura al manillar, la experiencia en competición y la consciencia de cómo y porqué gana atrajeron a David Salom, director de su equipo, y a Kawasaki. Y, por primera vez en su vida, tuvo las mejores armas para pelear por el título. “La gente nunca confió en que una chica pudiera ganar. Ese es el problema”, decía ella hace unos meses. “Si en Moto3 le hubieran dado una moto en condiciones para luchar podría haberlo hecho perfectamente”, dice Salom, que siente que no existen diferencias entre pilotos, chico o chica: “Ella es una piloto más”.

 

Una de pocas, pues les cuesta tanto llegar como seguir en la elite. Carrasco y María Herrera, también española, cuarta en Francia, son las únicas dos mujeres que compiten en todas las categorías internacionales de velocidad. Hay 2.671 los pilotos federados por la FIM en todas las disciplinas; de esas licencias, 2.559 corresponden a chicos, solo 112 a mujeres. “No hay copas de promoción para chicas, no hay ayudas; si no confían en ellas, ¿cómo van a aprender?”, reclama María Herrera. Ella, como Carrasco, corre para ganar. Pero también para romper barreras.

 

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