20°SAN LUIS - Martes 15 de Julio de 2025

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El desafío de crecer y a la vez El desafío de crecer y a la vez

En la primera parte de esta nota comentábamos que el gobierno de Mauricio Macri decidió denominar al 2019 como el “año de la exportación” y para esto buscábamos explicar cómo lo que suceda con la economía brasileña y con el Mercosur puede delimitar el porvenir de las cuentas externas de nuestro país. Claro, más allá de lo que implican las malas políticas internas que se vienen aplicando y que conspiran contra este objetivo, como ha sido la reimplantación de las retenciones.

Pero, pase lo que pase con Brasil y sin olvidarnos de su importancia, también es necesario decir que el Gobierno y el empresariado argentino deben atender a cada uno de sus posibles nuevos /viejos socios comerciales. Si esto no sucede será muy difícil cumplir las expectativas de crecer impulsados por el sector externo.

Entonces, otra vez, los dólares genuinos que se consigan por el intercambio comercial serán escasos y el único medio de financiamiento con moneda extranjera serán los préstamos o las pocas inversiones que logren atraer para al país.

En este contexto, lo que suceda con la balanza comercial en el año 2019 será clave. Y para que el intercambio comercial de nuestro país con el mundo sea positivo, el Gobierno deberá articular las condiciones necesarias para tener una competitividad imprescindible. Si no, eso no va a suceder.

¿Cómo hacerlo? Por un lado manteniendo y profundizando lo bueno que está haciendo en cuanto a la apertura de mercados y al relacionamiento con el mundo; y por otro, mejorando las condiciones internas de producción y fomentando de manera concreta la confección de aquellos productos que el mundo demanda. Eso solo se logra con políticas activas que incentiven la producción. 

Hablamos de productos mayoritariamente provenientes del sector agroindustrial, los cuales, al igual que ha sucedido históricamente, deberán seguir siendo la punta de lanza de la recuperación económica de nuestro país. Sin embargo también es necesario recordar lo explicitado la semana anterior: no alcanza con una balanza comercial positiva, también son necesarias políticas internas activas para favorecer el consumo.

La mayor parte de la industria argentina, más allá de la derivada del agro, depende de ello y la reactivación del consumo es necesaria para que siga existiendo. Esto no significa mantener políticas proteccionistas como la de los pasados 80 años, que solo transformaron en ineficiente a la industria nacional y en particular a los empresarios que se  “favorecieron”, haciendo realidad aquello de “empresas pobres, empresarios ricos”.

 

La balanza comercial siguió siendo deficitaria
Según los indicadores de los últimos meses, la balanza comercial de nuestro país empieza mostrar leves señales de recuperación desde octubre pasado. De todas maneras, en el acumulado de 2018, según datos oficiales del Indec, el resultado comercial tuvo un déficit de casi 3.820 millones de dólares.

Por el lado de las exportaciones, el Instituto de Estadísticas y Censos destaca que en el período enero-diciembre de 2018 las ventas totales acumuladas alcanzaron los 61.621 millones de dólares, con un aumento de 5,1% respecto del año anterior.

Esto fue producto de un aumento de los precios en los productos exportados, los cuales se incrementaron en un 6,7%. 

En el caso de las importaciones, totalizaron 65.441 millones de dólares, una caída del 2.2% en comparación con 2017. Como ya se expresara, esta merma se registró en los últimos tres meses del año y fue consecuencia del ajuste cambiario y del proceso recesivo que soporta la economía argentina.

Pero la fuerte sequía que sufrió el sector agropecuario en 2018 es fundamental para entender el desarrollo de la balanza comercial argentina. Producto de este fenómeno climático, las exportaciones de productos primarios se contrajeron 5,4%. En tanto que las exportaciones de Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) aumentaron 1,5%; las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) 9,3%; y las de combustibles y energía ascendieron 69,2%.

Estas cifras, a pesar de estar lejos de lo deseado, demuestran que la “primarización” de las exportaciones de la que hablan ciertos sectores no parece confirmarse en los hechos. Seguramente los datos de 2019 terminarán de confirmar que estas afirmaciones “interesadas”, promovidas por sectores de la agroindustria que buscan recuperar privilegios, no se confirmarán en los hechos y a su vez terminarán por confirmar el fracaso de las “cadenas productivas” que intentó promover el gobierno nacional, repitiendo la frustración de gestiones anteriores.

El análisis de esta cuestión, si bien no es el objeto de esta nota, debe recordarse que así como esta administración lo usó para intentar favorecer el crecimiento productivo de los sectores involucrados, otras gestiones lo usaron precisamente para dividir, y el resultado en este caso fue exitoso para el objetivo, pero terriblemente negativo para el desarrollo del país.

A nivel de exportaciones, los productos primarios pasaron de 14.813 millones de dólares a 14.010. La mayor reducción se registró en semillas y frutos oleaginosos, principalmente poroto de soja, que pasaron de 3.148 millones de dólares a 1.779.

Mientras que en el caso de los cereales, el aumento fue de 6.969 millones de dólares a 7.567, en razón del récord de ventas de trigo.

En las manufacturas de origen agropecuario, el crecimiento de las ventas externas de carne fue lo destacado al pasar de 1.939 millones de dólares a 2.695. La contraparte negativa fueron las grasas y aceites, que cayeron de 4.860 millones de dólares a 3.985. Mientras que los denominados “desperdicios de la industria alimenticia” (principalmente harina de soja) aumentaron levemente al pasar de 9.828 a 9.980 millones de dólares, siendo como siempre el principal rubro de todos los que componen las exportaciones argentinas.

También debe destacarse el aumento significativo de las ventas al exterior de combustibles y energía, que pasaron de 2.477 millones de dólares a 4.190; y en el caso las manufacturas de origen industrial, el aumento fue de 18.768 a 20.514 millones de dólares
 
¿Menores importaciones es igual a recesión?
¿Pero por qué si las exportaciones crecieron casi 3.000 millones de dólares en 2018, la balanza fue deficitaria? Básicamente porque las importaciones acumuladas en el año prácticamente no se modificaron respecto de igual período de 2017 (-2,2%).

Pasaron de 66.930 millones de dólares a 65.441. En el desagregado se observa que las importaciones de bienes de capital cayeron 17,9%, las de bienes intermedios aumentaron 14,7% (se destacan las del rubro alimenticio, y en particular las de soja). Los productos del reino vegetal aumentaron de 1.007 millones a 2.805 millones de dólares. Las de combustibles y lubricantes aumentaron 14,1%; las de piezas y accesorios para bienes de capital cayeron 5,8%; las de bienes de consumo cayeron 5,2%; y las de vehículos automotores de pasajeros cayeron 16,2%.

De las cifras mencionadas surge claramente que los bienes utilizados para producir cayeron como consecuencia de la recesión económica. El “plan” de reactivación y crecimiento no funciona o lo que es peor ¡no existe!

 

¿Quiénes son nuestros mejores clientes?
En cuanto al intercambio comercial argentino analizado por socio comercial, el resultado también es muy esclarecedor. Según los números del Indec, de los cuatro principales socios comerciales de nuestro país (Mercosur; Unión Europea, NAFTA y China) en ningún caso registramos un saldo comercial positivo. Es decir, les compramos más de lo que les vendemos. Una negociación comercial en la que estamos claramente en desventaja.

Respecto del Mercosur, en 2018 se registró un déficit de 4.209 millones de dólares, siendo el segundo más grande que tuvo la Argentina en relación con alguno de sus socios comerciales. Respecto del mismo período de 2017, las exportaciones sumaron 14.161 millones de dólares (+1.970 millones de dólares), mientras que las importaciones se redujeron 485 millones de dólares. De esta forma, el déficit comercial fue de 4.209 millones de dólares. Como dato final debemos agregar que el comercio con el Mercosur concentró el 23% de las exportaciones argentinas totales y el 28,4% de las importaciones totales.

En cuanto a la relación con la Unión Europea, durante el período enero-diciembre de 2018, el comercio con este bloque arrojó un saldo negativo de 2.043 millones de dólares. Las exportaciones alcanzaron los 9.219 millones de dólares (+550 millones) y las importaciones se redujeron en 63 millones de dólares, llegando a 11.262 millones.Estos números dejaron como resultado un comercio con la UE de 15,3% de las exportaciones argentinas totales y 17,1% de las importaciones totales.

El tercero de los destinos a analizar es China. Acá, si bien todavía hay un importantísimo déficit comercial, el más grande de todos, las expectativas de crecimiento son también mayores. Esto convierte al comercio con el gigante asiático en el principal desafío del gobierno actual y de los próximos. En cuanto a los números, debemos decir que el intercambio comercial con este país, en  2018 registró un déficit de 7.597 millones de dólares, convirtiéndolo en el de mayor magnitud con respecto a cualquier bloque o país. Las exportaciones fueron de 4.481 millones de dólares (-437 millones), evidenciándose la falta de poroto de soja; y las importaciones sumaron 12.086 millones. El intercambio con China representó 7% de las exportaciones argentinas totales y 18,4% de las importaciones totales.

El último de los bloques importantes con los que comercia nuestro país es el NAFTA. En el análisis de 2018, el intercambio comercial arrojó un saldo negativo de 3.648 millones de dólares. Esto fue producto de exportaciones por 6.312 millones de dólares y de importaciones por 9.960 millones de dólares. Esto equivalió a 10,2% de las exportaciones argentinas totales y 14,9% de las importaciones totales. El principal producto importado de ese origen fue el poroto de soja.

Para encontrar relaciones comerciales que hayan sido superavitarias tenemos que ir a ver los números que arrojó el intercambio con ASEAN (+2.397 millones de dólares), con Chile (+2.332 millones), con Magreb y Egipto (+2.864 millones) y con Medio Oriente (+1.781 millones de dólares). Básicamente a todos esos países se exportan productos derivados del campo y las importaciones son muy poco significativas.

El desafío está planteado y lo hizo el propio gobierno. Ahora es tiempo de generar las condiciones internas que hacen falta, de esperar que los buenos precios nos acompañen y de venderle al mundo lo que demanda de manera segura y continua.

Si eso se logra, tal vez nuestro país otra vez empiece a caminar por el sendero que todos queremos. Y en este punto el sector agroindustrial será fundamental, como lo ha sido a lo largo de toda la historia argentina. Sin embargo, mientras las políticas internas no permitan una recuperación del consumo, y al mismo tiempo que favorezcan el crecimiento productivo que motorice exportaciones de manera competitiva, lejos estaremos de alcanzar ese objetivo.

Por ahora el “mejor equipo de los últimos 50 años” ha propuesto caminos ya conocidos, que solo nos llevaron al crecimiento de la pobreza y la exclusión, determinando un país para pocos. Ojalá lo advierta a tiempo la clase dirigente de la política argentina y la sociedad en su conjunto.

 

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