17°SAN LUIS - Viernes 19 de Abril de 2024

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El tano más argentino del lápiz

“Corto Maltese” es sinónimo de Hugo Pratt o viceversa. Aunque no estemos tan seguros, lo cierto es que este dibujante italiano, de raíces venecianas, es historia mundial y Argentina lo vio dar sus primeros pasos certeros en la industria del cómic.

 

Se consideraba un mercader de sueños y que sus obras estaban influenciadas por Cervantes, Jorge Luis Borges y Shakespeare. A los trece ya vestía uniforme mussoliano. Pratt arribó a Buenos Aires en 1949, junto a otros colegas italianos que buscaban hacerse “la América”. Llegó al país bajo los designios de Domingo Perón y vivió los golpes de Estado militares que siguieron al exilio del general.

 

Fue masón como su abuelo y votó al Partido Comunista, para el que realizó panfletos no propagandísticos. Creía en la amistad por encima de las tomas de posición política.

 

En la revista Misterix conoció a un emblema de la historieta argentina, el autor de El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld, con quien trabajó y realizó tres personajes icónicos que saltaron hasta Europa: Sargento Kirk, Ticonderoga y Ernie Pike, cuyo rostro está basado en el guionista argentino ante la imposibilidad de encontrar una cara adecuada para darle al personaje. Al mismo tiempo que trabajaba para la editorial Frontera de Oesterheld, daba clases de dibujo junto con Alberto Breccia en la Escuela Panamericana de Arte. Después de diez años, y una crisis en la industria que lo preocupaba, se trasladó a Inglaterra para trabajar en Fleetway Publications, en el Reino Unido.

 

Para que eso ocurriese, empezaron los roces con Oesterheld por la puesta en los guiones y los lápices del italiano. Además se quejaba de la poca paga, sin embargo, Pratt era el dibujante mejor remunerado del país. Tal como entraba el dinero, se iba. Dilapidado en fiestas con amigos, en bebida y con mujeres.

 

Su obra por excelencia fue “Corto Maltese”, un aventurero marinero que llegó en 1967 y se apoderó de la pasión y las andanzas. El personaje oriundo de La Valeta, Malta, visitó Argentina en la historia “Tango”.

 

En total fueron 13 años porteños entre los que intercaló estadías en Inglaterra y Brasil.

 

“He vendido muchos libros, pero la fama es otra cosa, no sé. Imagine a Maradona entrando en el estadio Maracaná. Le aplauden cien mil personas. Bueno, cuando se venden doscientos mil ejemplares de Corto es como si saliese al centro del campo y dos estadios de Maracaná levantasen tu libro, como aplaudiendo”, dijo alguna vez. La auténtica mano de Dios.

 

 

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