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Hay una planta serrana que afecta a los caprinos

Luego de casi tres años de estudios, determinaron que un arbusto causa una enfermedad letal en las cabras que la consumen. Es una especie nativa del semiárido que puede matar hasta el 10% de la majada si no se la monitorea.

Por Juan Luna
| 12 de mayo de 2019

Casi tres años les llevó a los técnicos del INTA San Luis poder confirmar sus sospechas. En ese tiempo, tuvieron que recorrer de punta a punta la Quebrada de San Vicente, recolectar plantas, identificarlas, reproducir una enfermedad, hacer experimentos con conejos y otras tantas pequeñas y grandes tareas que se hacen de forma silenciosa cuando de investigación se trata. Pero finalmente lograron determinar que un arbusto que habita en las zonas serranas de la provincia es la causante de una afección letal para el ganado caprino.

 

El hallazgo agrega un ítem más a la lista de cuidados que tienen que tener los productores para proteger a sus majadas. Y representa también un avance más en el conocimiento de las especies vegetales y animales que habitan nuestro paisaje y cómo interactúan, aunque en este caso sea de forma negativa.

 

Todo eso generó un estudio que arribó a una conclusión clara, que incluso abre nuevas preguntas y nuevos caminos para seguir investigando, pero que nunca se puede pensar como un logro individual sino como una aventura colectiva.

 

Por eso Carlos Rossanigo aclara que él es tan solo la cabeza de un grupo de varias personas que aportaron lo suyo en las diferentes etapas del proceso. Y no solo lo dice por sus compañeros del área de Sanidad Animal de la Estación Experimental de Villa Mercedes, sino también porque intervinieron miembros de otras instituciones. De hecho, el veterinario y su equipo llegaron a conocer el caso de mortandad de cabras que sufría un criador, acompañados por los funcionarios del Ministerio de Producción y de una profesional de la localidad de San Martín.

 

Eso sucedió en 2017 y desde ahí comenzó una relación fluida con el productor afectado, quien les permitió recorrer el campo para tratar de detectar alguna posible planta dañina e incluso hacerles necropsias a los animales muertos para encontrar la causa.

 

Golpe fatal

 

En concreto, la enfermedad se llama calcinosis enzoótica y "genera que haya depósitos de sales de calcio en los tejidos blandos de los animales, como en los pulmones, las articulaciones y fundamentalmente en las arterias, produciendo una rugosidad que impide la buena circulación de la sangre. Esto trae disturbios en la salud del individuo y hace que vaya perdiendo estado y termine muriendo", resumió Rossanigo.

 

Si bien tiene un bajo porcentaje de morbilidad, porque solo la adquiere aproximadamente el 10% de la majada, lo más preocupante es que tiene una altísima tasa de mortalidad: la totalidad de los caprinos que la contraen pierden la vida en un lapso de dos a tres meses.

 

Pero antes de este caso en el que intervinieron los investigadores del INTA, ya había antecedentes similares en la provincia. “En 2008 hubo una primera publicación tras el hallazgo de esta enfermedad. Fue realizada por el doctor Víctor Iglesias, con un grupo de la Universidad de La Plata, en el faldeo de Los Comechingones. Luego, en 2013, el Ministerio del Campo la detectó en la Quebrada de San Vicente”, repasó.

 

El tercer reporte, en el que finalmente el INTA participó, se dio en ese mismo paraje que se ubica en el cordón montañoso que rodea a la ruta provincial Nº 2, que conecta a la localidad de San Martín con Quines. Entre esos senderos empedrados residen desparramadas varias familias que tienen a la producción caprina como principal fuente económica, a través de la venta del “chivito” y de los quesos a los turistas que pasan por allí, con la utilización de los recursos que tienen a mano.

 

“Para ellos es clave porque la explotación caprina es su forma de subsistencia y alimento, porque en el hogar consumen el cabrito o la cabra vieja. Cuando ven un animal enfermo, muchas veces lo sacrifican porque tienen miedo de que se contagie el resto. Son majadas que no van mucho más allá de los 80 animales, por lo que perder entre 8 y 10 al año es un número muy grande”, planteó el veterinario.

 

Por eso, cuando confirmaron que la causante de las muertes era la calcinosis enzoótica, los investigadores se pusieron a recorrer la zona en busca de hallar qué tipo de vegetación era la que traía problemas, con la sospecha de que podía haber alguna planta tóxica.

 

Es que en otras regiones se han detectado casos de esta patología producidos por la ingestión de ciertas especies, fundamentalmente del género Solanum. "Tiene distintos metabolismos de la vitamina D, entre ellos uno que se llama calcitriol que aumenta la absorción de calcio a nivel intestinal. Esta enfermedad ha sido muy diagnosticada en la Pampa Húmeda y en la Cuenca del Salado en los años '80. Y es producida en la zona de Buenos Aires, en la Cuenca del Río de la Plata, por la planta Solanum glaucophyllum, que es llamada duraznillo blanco”, explicó.

 

Después de recorrer y andar entre las sierras, tomaron varias muestras hasta que dieron con un arbusto pequeño, de no más de medio metro, con hojas en forma de punta de lanza, que da un fruto amarillento del tamaño de una uva.

 

“Descubrimos que era del mismo género, aunque nos costó bastante identificarlo al principio. Pero después nos ayudó un botánico de Río Cuarto. Cuando profundizamos, nos encontramos con que esta planta ya había sido recolectada por David Anderson, un gran ingeniero agrónomo que trabajó en el INTA de Villa Mercedes allá por el año 1971”, contó Rossanigo.

 

De ese modo, pudieron identificarla con el nombre Solanum stuckertii, una planta nativa del semiárido argentino, que habita en las sierras de San Luis pero que se extiende al norte del país, hacia provincias como Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, y cruza la frontera hasta Bolivia. Hacia el sur, en cambio, creen que no llega más allá de los límites puntanos, porque la especie se da en lugares de mucha altura. Hasta el momento, dentro de la provincia la han detectado en la Quebrada de San Vicente y en el faldeo de las Sierras de los Comechingones.

 

 

Del campo al laboratorio

 

Para confirmar que la planta era la responsable de la muerte de las cabras tuvieron que hacer más estudios en el laboratorio. Para ello, Rossanigo contó con la ayuda de Emilio Parnisari, un tesista de la carrera de la Universidad Católica de Cuyo, en la que también es docente.

 

"Hicimos un estudio en el que tuvimos que reproducir la enfermedad y transmitírsela a conejos que se usan para experimentos. Y encontramos las mismas lesiones que habíamos hallado en los caprinos", contó.

 

La gran novedad de la investigación que encabezó Rossanigo es que hasta el momento, "esta planta no había sido descripta en Argentina ni en Sudamérica como tóxica, productora de calcinosis. Este es el gran aporte que hacemos a la sanidad caprina, pero de un trabajo viene desde hace muchos años. Nosotros terminamos con la identificación del agente causal de esta enfermedad”, resumió el hombre.

 

Pero lo que todavía no pudieron confirmar es si la ingesta del arbusto es de forma directa o indirecta. Es decir, si la cabra la come intencionalmente o solo consume las hojas que se mezclan entre el forraje de las sierras. Aún así, el investigador tiene la hipótesis de que se trata de la segunda opción. “Porque el caprino es muy selectivo para comer. Por ejemplo, una de las plantas que produce mucha mortandad en los bovinos es el palque o duraznillo negro. Sin embargo, nunca vimos cabras intoxicadas con esta especie. De ahí deducimos que tienen mayor selección al momento del pastoreo. Eligen mucho mejor, están acostumbradas a andar entre las piedras. Es muy frecuente verlas en el campo paradas en dos pies, ramoneando algún arbusto", sostuvo.

 

Aunque al principio no les resultó nada sencillo, dijo que es posible reconocer la especie ahora que la estudiaron a fondo. La época más fácil de ubicarla es desde que comienza la primavera hasta finales del verano, porque en pleno momento de floración el fruto termina de madurar y cambia su color verdáceo por un amarillo muy llamativo que permite identificarla.

 

De modo que la recomendación del equipo de Sanidad Animal, para evitar que las cabras se enfermen, es monitorear las zonas por las que pastorean. Y en caso de detectar alguna Solanum stuckertii, lo ideal es retirarla de inmediato y no exponerse al riesgo de que los caprinos la consuman.

 

En el animal, los síntomas que evidencian un problema son varios y se traducen en un decaimiento general de todos los aspectos de la salud del caprino. "Se la va a ver entecada, con una pobre condición corporal, flaca, con algunas articulaciones hinchadas, como la rodilla, que le complican el traslado. Al moverse se agita mucho, tiene dificultades respiratorias porque agregan problemas circulatorios por el endurecimiento de sus arterias”, enumeró.

 

Sin embargo, la enfermedad no es aguda, por lo que la cabra no muere enseguida. "A veces está unos meses con pronóstico de reservado a grave, porque es crónica la evolución. Se la ve enferma entre 3 y 5 meses. En ese tiempo pierde mucha condición. Entonces, la hembra no queda preñada, no produce leche, no vive sino que está sobreviviendo”, explicó.

 

Otro de los aspectos interesantes de la investigación es que abre nuevos interrogantes. Por ejemplo, Rossanigo dijo que esta enfermedad también es contraída por los bovinos, pero aún no han podido detectar algún caso en el que un vacuno la haya adquirido por comer esta planta, que todavía no tiene un apodo concreto más allá de su nombre científico.

 

Por eso, el veterinario definió al hallazgo como un aporte más que la ciencia hace para mejorar la sanidad del ganado. Y en el caso de los caprinos, resulta fundamental porque se trata de la segunda especie en importancia en la provincia y de un medio de vida para muchos pobladores.

 

Pero no todas son malas. Si la planta incrementa la capacidad de absorción de calcio, también podrían realizarse estudios para utilizarla con fines medicinales. Aunque esa es solo por ahora una hipótesis de un hombre que ya lleva cuatro décadas de experiencia en el INTA, es decir cuarenta años invertidos en la búsqueda de soluciones para los problemas que sufren los animales en la producción.

 

 

La última etapa

 

La etapa que ahora comienza en el estudio es una mucho más tranquila, aunque no por eso más sencilla. Llega el momento de sentarse frente a la computadora y volcar en un reporte escrito todo el proceso de investigación y sus resultados para publicarlo en revistas científicas que difundan el aporte del conocimiento. En esas páginas, lógicamente mencionarán a los dos antecedentes que ya habían marcado un camino para el descubrimiento de esta planta y sus consecuencias en la provincia, que también están asentadas en publicaciones anteriores.

 

Cuando Rossanigo tipee su nombre y el de todos sus colaboradores en la portada, probablemente esté sellando uno de sus últimos trabajos en el campo de la investigación.

 

Porque el hallazgo llegó justo antes de acogerse a una merecida jubilación tras un largo historial de estudios y aventuras en los campos.

 

 "Creo que ya estoy en los últimos meses. No queda otra que jubilarse", admitió entre risas y un dejo de nostalgia

 

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