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Sergio Suárez avanza con fe y confianza

En un accidente, el joven perdió una pierna pero no las ganas de volver a jugar al fútbol.

Por redacción
| 21 de junio de 2019
Con pelota dominada. Sergio volvió a pisar una cancha, a base de esfuerzos físicos y espirituales. Fotos: Ángel Altavilla.

Dar un gran paso para dejar atrás el dolor y la frustración fue la motivación que encontró Sergio Suárez, con un futuro deportivo que podría haber quedado trunco al perder una pierna en un accidente. El futbolista de 23 años tuvo cariño a su alrededor, y su espíritu combativo logró que hoy sea un puntano destacado en la Liga Nacional de Fútbol para Amputados.

 

“No hubo otra opción porque estaba en riesgo mi vida, me agarraba infección”, contó el joven de aquellas tétricas jornadas en las que estuvo hospitalizado, en un relato que aún eriza la piel. “Pensé que no iba a volver a jugar más al fútbol… pero la vida me dio otra oportunidad”, dijo Suárez con una sonrisa fría. Recuerda claramente lo ocurrido el 21 de mayo de 2016. Iba en moto y chocó contra un auto, estuvo días internado y los médicos para salvar su vida le amputaron la extremidad derecha.

 

Sergio dijo que juega al fútbol desde que nació. Integró el plantel del club de su pueblo, La Calera, y pasó a Sportivo Pringles. Con esfuerzo y tenacidad superó obstáculos internos y renacieron sus ilusiones competitivas.

 

“Cuando me amputaron la pierna hábil pensé que no jugaba más”, contó Sergio, quien decidió imponerse a la adversidad. “Me costó mucho, empecé de cero. Fue el ‘profe’ el que me enseñó a patear, porque no podía pegarle a la pelota”, dijo en referencia a su mentor, el profesor Juan Carlos “Tanque” Cerizola, que les enseña ejercicios y estrategias al plantel de fútbol de la Escuela de Deporte Adaptado, en el predio Ave Fénix. “Tanque” comenzó de central y en su paso por los clubes sanluiseños terminó de 5. “Estar con estos chicos me motiva cada día”, declaró el técnico nacional de fútbol.

 

Sergio es feliz porque volvió a pisar una cancha. “Mejoré muchísimo, pero todo es constancia y paciencia”, resaltó, y aunque fue sacrificado, a diferencia del comienzo, hoy entrenar le cuesta más sudor que lágrimas.

 

Aun así, reconoció que “me cuesta levantarme con una pierna todos los días y ver las muletas, pero te adaptás”.

 

En primer lugar, su familia lo ayudó (“mis viejos siempre me apoyaron”) y con la prótesis puede desempeñarse en un área que le es conocida. “Trabajo en el Programa Deportes y no me siento diferente, laburo a la par de cualquiera y eso es muy lindo para mí”, declaró Suárez, sobre la agradable sensación de ser aceptado sin diferencias físicas ni estéticas.

 

Acompañado por sus padres Beto y Etelvina, el menor de seis hermanos (cuatro mujeres y dos varones) volvió a sentirse cómodo por su cuenta. Con su hermano Iván jugaban al fútbol en el pueblo (después el mayor pasó a Victoria). “Para él también fue un golpe duro”, resaltó Sergio, quien entrenaba en el Coliseo “pero pasó lo del accidente y estuve cuatro meses parado, deprimido, encerrado, no quería hacer nada”, confesó amargado.

 

Enterados de la noticia, a través de las redes sociales unos parientes mendocinos lo contactaron con Los Cóndores, un club de fútbol de amputados. “Lo primero que pensé es que era una broma”, dijo Suárez sin contemplaciones. “Eso era imposible pero mi familia me animó”, recordó. Con el ánimo todavía convaleciente “no quería ir”, insistió Sergio en su narración, apesadumbrado en aquella encrucijada. “No estaba preparado, pero fui y probé… ¡y no me gustó!”, agregó con una sonrisa, sabiendo cuál fue el desenlace. “Pero el deporte era lo único que me podía sacar de la depresión”, aseguró con confianza.

 

Tal fue el entusiasmo que tomó, que debía esperar ocho meses para que cicatrizara la herida pero al sexto mes estaba jugando. “Me molestaba porque no cicatrizó, pero por esa actitud cumplí el sueño de jugar en la Liga Nacional, que fue muy lindo para mí. Con Los Cóndores salimos subcampeones”.

 

San Luis no tiene equipo de amputados, por eso Sergio jugó con Los Cóndores el primer Campeonato Nacional de Fútbol para Amputados 2017. Al año siguiente lo llamaron de Entre Ríos “porque hice amigos gracias al fútbol”, y el mes pasado jugaron la fecha nacional contra Chaco. Les ganaron 3 a 2 y uno de los goles fue suyo. Suárez hoy se para adelante pero empezó atrás y con perseverancia mejoró “la pegada”. El 20 de julio irá a Entre Ríos para jugar la segunda fecha contra Tucumán.

 

“Es mi sueño jugar para San Luis”, declaró Sergio pero juega en esa provincia “porque no tengo otra chance”, aclaró. “Me gustaría que los chicos amputados aparezcan y se animen”, pero, consciente del esfuerzo, sabe que no es fácil.

 

“Te tiene que gustar mucho el fútbol porque es difícil y te lleva tiempo”, indicó Sergio y enumeró, metódico, que no es solamente salir a correr con muletas, sino trabajar en la casa y es ir al gimnasio por la rehabilitación física y mental, con psicólogos y terapeutas.

 

“Lo más importante es tu voluntad porque no querés hacer nada pero eso te trae consecuencias”, señaló el reciente goleador. “Ojalá que quienes hayan tenido la desgracia de sufrir un accidente así, no lo vean para mal y vengan a entrenar, que hagan sus tratamientos porque es para su bien, para nadie más”, precisó desde la experiencia propia.

 

Por eso dicta charlas motivacionales. En esos encuentros se reúne con gente que tuvo dificultades y siente que es un buen ejemplo. Pero también hay otros que no se animan a salir del pozo depresivo y se recluyen sin esperanza de cambiar.

 

Por todo lo vivido, el deportista aconseja no deprimirse. Sí tomarse un tiempo "para estar triste" pero sin olvidar que la vida sigue. “Por algo pasan las cosas. Mi vida cambió por completo y no me arrepiento de la desgracia de mi accidente, porque encontré vivencias nuevas, aprendí mucho y crecí como persona. Si Dios te da una segunda oportunidad tenés que aprovecharla, no es por casualidad. Ese es el punto que tienen que ver: si no fue tu hora todavía, algo te queda por hacer”, declaró emocionado, con los ojos cristalizados.

 

Suárez trabaja con “Tanque” en un proyecto para ayudar a que los menores salgan de la calle y vayan a entrenar.

 

“Hacer deportes es lo más lindo que existe, te llena, te ocupa la cabeza, porque al fútbol se juega con el corazón, y cuando tenés ganas, no hay obstáculos”, expresó tranquilo, con la paciencia de quien maduró rápido y transita su mejor momento espiritual.

 

En cuerpo y alma Sergio se siente bien, y su corazón sigue el mismo camino. Está de novio con Cintia, que lo apoyó siempre. “Hoy me siento feliz”.

 

Suárez aprendió a levantarse a fuerza de voluntad y coraje. El pasado 21 de mayo se cumplieron tres años del día que cambió su vida.

 

También es una fecha en la que un futbolista dio un paso fundamental y recordará para siempre que su futuro no estaba escrito.

 

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