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Alimentos "a base de": cuando leer la etiqueta resulta esencial

Señalan que los consumidores deben tener "educación alimentaria" para saber cómo están compuestos los productos. 

Por Ayelen Anzulovich
| 28 de julio de 2019
Foto: Internet.

Ir de compras al supermercado no solo implica buscar los alimentos necesarios, sino que también hay que hacerlo de manera consciente, ya que algunos productos son engañosos a la hora de presentarse y brindan información ambigua o insuficiente. Quesos rallados que no son tales, leche a “base de”, y los ejemplos pueden seguir. Según los especialistas, la clave está en que los consumidores tengan una educación alimentaria para leer con propiedad las etiquetas y así entender de qué está compuesto el artículo que van a adquirir.

 

La ingeniera en alimentos y asesora técnica de Sol Puntano, Astrid García, comentó que la etiqueta en la parte trasera es el medio de comunicación entre el consumidor y el productor. Ahí se informa lo que contiene el artículo. Precisó que varios presentan nombres de fantasía y que son aprobados por el Código Alimenticio Argentino (CAA), como es el caso de los productos de similares características a la leche, cuya rotulación puede llevar a errores o confusiones sobre las características del alimento.

 

“Tienen que saber que todo producto que diga a “base de” no es un artículo puro. Claramente, se trata de una estrategia de marketing por parte de las empresas para vender más”, explicó la especialista. 

 

Resaltó que el consumidor debe mirar con atención varios puntos. Primero, la denominación de venta del alimento, que es el nombre específico que tiene el artículo. Si dice leche, es un producto obtenido por el ordeñe de la vaca y no contiene ningún tipo de aditivo. Otro es la fecha de vencimiento o lote. Esto permite ayudar a identificar cuantas partidas se hicieron del producto. García detalló que todos los alimentos deben tener el número de Registro Nacional de Establecimiento (RNE), como así también del Registro Nacional de Productos Alimenticios (RNPA). Comentó que esto permite saber que existió una elaboración bajo una legislación alimentaria y además aprobada por autoridades municipales, por lo tanto tiene un respaldo.

 

“Hoy se consume en base al precio de los artículos por el bajo poder adquisitivo. La gente no mira el envase, sino el valor. Por lo general lo barato sale caro y esta clase de productos no contiene los nutrientes necesarios para tener una buena alimentación”, dijo la  especialista.

 

Manifestó que también están los alimentos falsificados, que  engañan abiertamente a los consumidores. “En un momento utilizaban la mismas letras que Coca Cola, que es una marca que la sociedad tiene incorporada; o la manteca donde sale la nena saltando la cuerda. Cuando llegabas a tu casa te dabas cuenta de que no era lo mismo. La gente compra en base a lo que conoce, más que fijarse en el precio”, agregó García, quien destacó la importancia de evaluar correctamente la compra que se va a hacer. 

 

Señaló que el Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) junto al INAL (Instituto Nacional de Alimentos), son los dos organismos que se encargan de regular   que no existan alimentos falsificados. “Tienen la obligación de reportarle a la comunidad cuáles no están en condiciones o no cumplen con los requisitos necesarios”, precisó la ingeniera en alimentos. 

 

Colores, texturas y diferentes tamaños de un mismo producto hoy se ofrecen en las góndolas de los supermercados y eso puede llevar a  confusión. En la actualidad hay una gran variedad de alimentos ultra procesados y a la hora de leer la información nutricional o saber las porciones, la decisión puede hacerse muy difícil. 

 

Sobre este punto, la nutricionista Natalia Belzunce explicó que el rotulado muchas veces es bastante engañoso y no brinda todos los datos claros al consumidor. Observó que esto sucede con la leyenda donde aparece la Información Nutricional Complementaria. “Un aceite decía tener cero por ciento colesterol, cuando en verdad no tenía porqué decirlo, ya que el aceite crudo directamente no lo tiene”, dijo Belzunce, quien precisó que esta es una estrategia de publicidad. Agregó que sería mejor que las referencias sean claras, sencillas y que contengan letras grandes; de esa forma el cliente  podrá identificar realmente los nutrientes. 

 

Hizo hincapié en la falta de educación alimentaria a la hora de entender los rotulados. “Hablan de porción de 30 y 40 gramos, que son equivalentes a dos cucharadas soperas, pero no es fácil  comprender esto si la persona no fue instruida en esta temática”, reflexionó la nutricionista. 

 

Además comentó que desde hace algunos años hay una nueva tendencia de consumo, ya que se buscan alimentos orgánicos, libres de aditivos, pero que también generan confusión a la hora de elegirlos. “Hay un desconocimiento y no saben cuáles son los beneficios y qué aspectos adversos pueden tener si el consumo es en exceso”, advirtió.

 

Por eso remarcó la importancia de que el rotulado sea fácil de comprender. “No debe demonizar los alimentos; no hay ni buenos ni malos. No debe producir temor, como tampoco confusión. Hoy los consumidores son más activos y exigentes. Al no encontrar las especificaciones claras las buscan en Internet o en las redes sociales, donde continúan desinformándose porque no hay rigor científico”, aclaró la nutricionista.

 

Precisó que la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgos (ENFR) realizada en 2018 muestra que el 61,6 por ciento de la población argentina tiene exceso de peso; esto es, más de seis personas de cada diez. Desglosando este porcentaje, el 36,2 por ciento tiene sobrepeso y un 25,4 por ciento, obesidad. Este último número es el que enciende la alarma al compararlo con la ENFR de 2005, en la que las personas con obesidad en el país alcanzaban solo  el 14,6 por ciento. En los últimos 14 años, el aumento  fue de casi 11 puntos.

 

Lo mismo ocurre en los niños y adolescentes. Las estadísticas indican que cuatro de cada diez tienen sobrepeso u obesidad. En comparación con la primera encuesta de 2005, la proporción aumentó alrededor del 50 por ciento en menores de 5 años.

 

 

Relevamiento 

 

En un recorrido que hizo el Diario de la República por los supermercados de la ciudad de San Luis se pudo comprobar que en algunos casos las etiquetas nutricionales están tapadas con los rótulos de los precios, lo que hace imposible que el consumidor pueda leer y evaluar  los componentes del producto. 

 

En una encuesta realizada en las redes sociales,  357 lectores indicaron que  revisan las etiquetas de los artículos, contra 188 que dijeron que no lo hacen. Otra de las preguntas fue si es legible la información que proveen los rótulos: 306 indicaron que no, mientras que 249 personas dijeron que sí. 

 

Los organismos gubernamentales que autorizan que los alimentos a las góndolas trabajan para que estos  sean  seguros y de buena calidad. Igualmente el consumidor es responsable de estar atento y no dejarse engañar por las estrategias publicitarias.   

 

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