16°SAN LUIS - Miércoles 24 de Abril de 2024

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Una joya arquitectónica abierta a los Puntanos

Un recorrido por el Palacio Lagomarsino, un tesoro en el barrio Recoleta a disposición de los sanluiseños.

Por Noelia Barroso
| 19 de enero de 2020

En pleno barrio de Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires se destaca un increíble tesoro arquitectónico de principios del siglo pasado donde funciona, desde 1985, la Casa de San Luis. Enclavada en calle Azcuénaga 1087, a metros de avenida Santa Fe, los habitantes puntanos tienen allí su sede, que rebosa de exquisita arquitectura en Art Nouveau.

 

La historia del palacio es tan rica como sus detalles. En 1920 el inmigrante italiano Carlos Lagomarsino vivía épocas de bonanza y prosperidad cuando mandó a construir su palacio cuya obra estuvo a cargo del arquitecto milanés Virginio Colombo, quien se convirtió en referente del Art Nouveau en Argentina.

 

En la Ciudad de Buenos Aires existen al menos doscientas construcciones con impronta Art Nouveau, como se llamó al modernismo en Francia, en Bélgica y en Argentina. En esa época de esplendor los grupos sociales de clase media y sobre todo alta construían sus magníficas residencias, generalmente en el centro de la ciudad donde había mayor espacio para edificar y para encantar.

 

 

 

 

 

 

Los palacios además de ser una oportunidad de inversión —ya que muchos se construían para alquilarlos—, fueron símbolos para los que subían en la escala social, íconos de arte y de poder económico.

 

Ese fue el hogar de Carlos Lagomarsino, donde vivió junto con su esposa y sus cinco hijos, y también allí fundó la empresa de Sombreros Lagomarsino. Una marca que años más tarde vestiría a personalidades, como Carlos Gardel. La empresa estaba en alza ya que en los años cuarenta los sombreros eran parte de la vestimenta cotidiana de los hombres argentinos, se usaban de día, de noche, para bailar tango o ir al teatro. El reflejo de ese esplendor demostraba que hacia los años treinta había unas cuarenta fábricas de sombreros en todo el país.

 

“La familia Lagomarsino no realizó muchas fiestas en el lugar, solo el casamiento de la hija mayor con un prestigioso médico y la comunión de la hija menor, todo se desarrolló en el primer piso. En el segundo estaban las habitaciones, abajo estaba dispuesta la sala de té y la sala de juegos, ya que en esa época eran habituales las visitas y esos eventos”, contó Sandra Sirur Flores, actual directora de la Casa de San Luis.

 

Mientras la fabricación de aquel accesorio que parecía inamovible de los percheros argentinos comenzó su decaída en 1945, lentamente las fábricas comenzaron a desaparecer. Lagomarsino recibió la noticia de que no podía continuar su actividad por razones ambientales, ya que utilizaba fieltro y suspendió la fabricación de ese material. Es en ese momento cuando entra en escena Antonio Riera. Los Riera eran una familia sombrerera de tradición que había llegado desde España y comenzó a proveerle materiales a la empresa Lagomarsino desde 1967 y luego le compró el fondo de comercio. La fábrica trabaja hasta el día de hoy con el mismo nombre.

 

 

Un querubín. Testigo silencioso de muchas épocas.

 

 

 

Cambio de época

 

Lagormarsino habitó el palacio solo cuatro años ya que el industrial murió y su viuda lo puso en venta. Así lo obtuvo un médico de apellido Regueira, quien la usó como consultorio. Más adelante, en la década de 1960 fue sede de la primera Escuela de Aviación y del Servicio de Inteligencia de la Aeronáutica y sucursal del Banco Interamericano Regional. Época en que se colocó una caja fuerte y el aire acondicionado, la sucursal estuvo allí durante casi una década y realizó varias modificaciones edilicias, acondicionó la casa con espacios para oficinas, sanitarios, calefacción, un ascensor, el tesoro en la planta baja y un auditorium en la terraza, manteniendo intacto todo el primer piso del edificio.

 

“De alguna manera ellos lo modernizaron. Posteriormente cuando el banco quebró y entró en remate, fue comprado por una inmobiliaria llamada ‘Las espigas’ y es allí aproximadamente cuando la provincia de San Luis adquirió la propiedad”, relató Flores.

 

 

Al infinito. La escalera con la precisión de un siglo.

 

 

 

El tesoro descubierto

 

A pesar de que pasó por varios dueños, la edificación mantuvo su impronta y fue cuidada casi debidamente. Consciente del valor del inmueble, la Gobernación de San Luis dispuso la restauración y puesta en valor. Si bien en 1985 se inauguró oficialmente como Casa de San Luis, fue en 1987 cuando se realizaron los trabajos que incluyeron el cambio de toda la iluminación, lo que hace que hoy en día la construcción sea un matrimonio perfecto entre el arte, la historia y la actualidad.

 

Tan importante es el edificio para la cultura, que en noviembre del año pasado, cuando la Casa cumplió 100 años fue elegida como parte del recorrido de “La noche del Art Nouveau”, evento que pretendió descubrir los tesoros de esa corriente de renovación artística. Del tour participaron en total cuatro magníficas edificaciones, además del Palacio Lagomarsino, estuvieron en la guía el Casal de Catalunya, la Confitería del Molino y el Palacio Barolo.

 

Recorrer el interior del Palacio es adentrarse al mundo de los palacetes italianos, sus estructuras y magníficos detalles elaborados por aquel inmigrante que tomó al Art Nouveau como signo de progreso y modernidad. Representa un viaje en el tiempo y una conexión con el pasado. Las terminaciones, arcos, colores e impronta se destacan en todos los pisos de la edificación. El arquitecto Colombo imprimió allí sus profusas técnicas decorativas que iban de estucos a los vitrales, de los frescos a los relieves.

 

El lugar tiene dos accesos, por una de las puertas se ingresa a un hall de exposiciones y otra que se abre solo en ocasiones especiales, como para el festejo de los cien años. Al adentrarse en la sala, que comunica a un salón principal, se pueden apreciar esculturas de pequeños ángeles y grandes espejos. En ese piso también hay una sala de reuniones decorada con exquisitos muebles de época.

 

El primer piso es la clave de la casa y donde puede apreciarse la mayor parte del estilo Art Nouveau. Allí está el despacho de la directora, algunas oficinas, paredes vestidas con cuadros de artistas sanluiseños y en otro pasillo, retratos de todos los gobernadores de la provincia. “Es en este sector donde se reúnen los ministros, funcionarios, el Gobernador de la Provincia y para asuntos protocolares”, describió la directora.

 

En la segunda planta funcionan todas las oficinas donde alrededor de treinta empleados se distribuyen las tareas que tiene la Casa. También hay un microcine donde se proyectan películas, se realizan charlas y conferencias. El último piso es donde funciona contaduría y el auditorio.

 

Es el edificio más bajo del solar. "Nosotros cuando subimos a la terraza nos encontramos hasta con elementos que la gente tira porque es el de menor altura", contó Sirur Flores.

 

 

 

Las distintas plantas del edificio muestran la potencia del Art Nouveau. Despachos, oficinas y paredes vestidas de arte.

 

 

Representante oficial

 

“Somos el organismo intermediario de diversas áreas de la provincia. La Casa está abierta a todas las ideas que se puedan manifestar libremente siempre y cuando no se perjudique a terceros o al patrimonio del Estado”, explicó la directora quien destaca que el fuerte de sus servicios está puesto en la ayuda social y el trabajo que realizan en conjunto con el Ministerio de Salud de la Provincia. “Por ejemplo, cuando derivan pacientes sin cobertura y el Estado les da el traslado y el alojamiento, cuando son casos de alta complejidad o niños que van al Garrahan o al hospital Ricardo Gutiérrez”, abundó Flores. En la Casa los habitantes sanluiseños encuentran asesoramiento y contención. Un refugio para puntanos que están lejos de su tierra.

 

Además, cuentan con el área de Turismo que entrega folletería, mapas y brinda información, aunque no se realizan ventas, porque es un organismo estatal. También Legales donde se hacen trámites relacionados con el Registro de la Propiedad Inmueble, con la Dirección de Catastro, un área de Registro Civil, entre otras.

 

Otra de las áreas con mayor actividad es el área de Cultura, que está a cargo Laura Cuffini.

 

 


 

"Es un orgullo poder mostrar la provincia"

 

 

 

Laura cuffini, jefa de cultura y eventos de la casa.

 

Hace varios años, el área de Cultura y Eventos de la Casa de San Luis está a cargo de Laura Cuffini, una experimentada actriz que tiene fuertes lazos con San Luis. 
Es justamente ese uno de los sectores con más actividades dentro de la Casa. Cuffini se encarga de organizar exposiciones y muestras, —que se disponen en la galería de arte de la planta baja—, proyecciones de películas, presentaciones de libros, obras teatrales, charlas y jornadas de toda índole. Y también junto con sus colaboradores ofrecen las visitas guiadas que se realizan de lunes a viernes de 9:30 a 15:30.
Además de tener una agenda cultural muy nutrida, también hay espacios disponibles para que los sanluiseños puedan ensayar. 
En la octava edición de las Casas de Provincia, que se realiza anualmente con el objetivo de mostrar la existencia de las representaciones oficiales de provincias dentro de la Ciudad de Buenos Aires, Laura tuvo la enorme tarea de coordinar los artistas que se lucieron en noviembre del año pasado. 
"Es un orgullo poder mostrar lo que hace nuestra provincia dentro de CABA en este edificio maravilloso y orgullo de los puntanos", dijo Cuffini.

 

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