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Sin ella no habrá salida posible…

Por redacción
| 18 de octubre de 2020

El momento es difícil. El contexto, más turbulento que nunca. Ya están ajustados los cinturones desde hace tiempo, pero en esta oportunidad parece haber una conjunción de factores muy complejos para toda la humanidad. La Argentina comparte el problema y tiene, además, sus propios factores de conflicto. La pandemia de coronavirus golpea mucho más fuerte a sociedades contradictorias y desencontradas, y el desencuentro nacional es notable. Son numerosos los flancos débiles y los factores de conflicto. Hay múltiples aportes al conflicto y escasas contribuciones a algún tipo de solución. Desde distintas áreas surgen reclamos y problemas. Son amplios los sectores dañados. Todos pugnan por ser prioridad a la hora de una solución, o por lo menos una disminución de la intensidad del derrumbe. Un día, un dulce día, terminará este drama y las sociedades podrán comenzar a atender problemas y a buscar soluciones. Seguro que la educación no tendrá prioridad.

 

La pandemia no es culpable de la profundidad de las serias dificultades de la educación en Argentina; solo las ha agravado y le ha agregado nuevos elementos a la crisis. La ha exhibido en plenitud. Se pueden utilizar muchos diagnósticos. Guillermo Jaim Etcheverry escribió hace veinte años “La tragedia educativa”, y en 2020, el mismo autor publica “Educación: la tragedia continúa”. Aun cuando no se coincida plenamente en algún aspecto, vale la pena valerse de su calidad de investigación y de su espléndido poder de síntesis: "(...) Es posible caracterizar la naturaleza de esa crisis identificando unas pocas cuestiones centrales:

 

1. La Argentina cuenta con relativamente pocas personas educadas.

 

2. Existe una gran inequidad en la distribución del bien educación en relación con el nivel sociocultural de las familias, así como entre las distintas jurisdicciones del país.

 

3. La calidad de la educación de quienes han tenido el privilegio de recibirla es bastante deficiente. Esta calidad, a su vez, también experimenta grandes variaciones entre los alumnos que provienen de familias de distintos niveles socioeconómicos, así como entre quienes estudian en las diferentes jurisdicciones argentinas.

 

4. La tarea de maestros y profesores es poco valorada por la sociedad, algo que, por diversas razones, genera una situación crítica en la profesión.

 

Entre otras muchas precisiones para llegar al núcleo del problema, el autor señala: "(...)En mi opinión, en el centro de lo que nos pasa está el hecho de que los padres y las madres interpretan que, por alguna circunstancia que no atinan a identificar, sus hijos se han salvado de la profunda crisis educativa, cuyos efectos ellos mismos advierten en el país. Sin embargo, cuando se investiga el rendimiento académico de esos niños y jóvenes evaluados tan positivamente por sus padres, se comprueba que es mucho menor que el esperado. En esa 'paradoja educativa' reside, en mi opinión, la clave fundamental para explicar el desinterés social por la educación”.

 

Son pensamientos interesantes producto de mucho trabajo y mucha investigación seria y muy bien fundamentada en estadísticas coherentes. Se pueden abordar esas cuestiones desde muchos otros ángulos, pero lo que no se puede es ignorarlas. Y vale revisar la actitud de cada ciudadano y de cada familia respecto de este tema fundamental. ¿Cuánto se lee en promedio sobre educación? Hay muchos problemas que ocupan a la sociedad, que la irritan y que incluso la movilizan a salir a las calles. ¿A cuántas manifestaciones concurre la población por el tema educativo? ¿Cuánto peso le otorga a la hora de elegir un candidato? Si de verdad importara, ganaría otro espacio en los medios (estos argumentan que, si ocupara otro lugar en la sociedad, ocuparía otro lugar entre ellos). Primero se consideran y se discuten otros rubros: la cotización del dólar, la inflación, la tasa de interés, las retenciones a las exportaciones, el deporte, los brutales conflictos en la farándula, y luego, quizás, le llegue el turno —y si existe algún conflicto destellante— a la educación.

 

Es extraño, porque sin ella no habrá salida posible.

 

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