Buscan actualizar la ordenanza de ruidos molestos de la capital

La Municipalidad de San Luis busca actualizar la ordenanza de ruidos molestos que rige en la ciudad desde principios de los 90. Para esto realizará primero un estudio en conjunto con la Universidad Nacional de San Luis y el Colegio de Profesionales de Higiene y Seguridad para elaborar un “mapa de ruido”. La idea es contar así con una guía que establezca qué actividades quedan permitidas y cuáles no, de acuerdo a los decibeles generados.

Según detalló a El Diario de la República la directora de Medio Ambiente, Luisina Casale, la iniciativa de actualizar la ordenanza surgió de los propios dueños de bares y restaurantes, que pedían una actualización de los parámetros existentes de nivel de ruido permitido.

“Es una legislación de 1992, que además está dentro de la ordenanza general de medio ambiente y que es muy vaga en la parte que corresponde a los ruidos. Tiene que haber una ordenanza aparte”, justificó.

Dicha norma establece, por ejemplo, que la Zona 3, denominada mixta, y que comprende “grandes negocios y actividad comercial”, marca un tope de 50 decibeles a la noche. “Cuando una charla común entre dos personas tiene 40”, apuntó.

“Los límites se sobrepasan siempre. Los bares y boliches siempre estaban en la ilegalidad al momento de tramitar la habilitación y al presentar el estudio de ruidos nunca les daba bien”, explicó.

Casale aclaró que la nueva ordenanza “no busca dar rienda suelta” a los comerciantes, sino que apunta a establecer primero distintas zonas, que tendrán sus parámetros máximos de acuerdo a los ruidos de las actividades que se realicen.

Los muestreos se realizarán con decibelímetros en los sectores más afectados, como avenida Illia y calle Rivadavia. Contarán con la colaboración de la UNSL, el Colegio de Profesionales de Higiene y Seguridad y profesionales particulares.

Una vez que el mapa esté listo, se presentará el proyecto de ordenanza al Concejo Deliberante. Con el estudio buscan también mayor cercanía a la realidad de la ciudad. “Los bolicheros fueron primero al Concejo a pedir esto y proponían seguir las normas IRAM que establecen ciertos parámetros. Pero es muy general, para cualquier lugar, ya sea un pueblo o Buenos Aires. Nosotros queríamos tener un mapa para tener los decibeles reales, en el centro de la ciudad y a partir de ahí establecer si los bajamos o los subimos”, explicó.

Aún quedan algunas reuniones de los equipos técnicos para iniciar el mapeo y cuando haya más avances habrá reuniones con los concejales. 

“No vamos a permitir cualquier cosa, la idea es tener un ambiente sano, donde podamos descansar y hacer las actividades que estén permitidas, por eso se van establecer zonas. Por supuesto que lo primordial es evitar que la contaminación sonora perjudique al vecino”, remarcó.

“Cuando hagan los estudios que se requieran, veremos si están bien, si son acordes a lo que dicta la legislación, controlaremos para ver si están correctamente hechos”, apuntó el presidente de la comisión normalizadora del Colegio de Profesionales de Higiene y Seguridad, Santiago Butkus.