Merlo: inicia una nueva etapa en la biblioteca “Antonio Esteban Agüero"

Corría el año 1993 cuando Martha Lea Gasso, Bubi Izzo Puebla y Amelia Molinari afianzaron su amistad entre libros e historias. Con esfuerzo y constancia, las amigas, junto a un equipo de colaboradores, fundaron la biblioteca popular "Antonio Esteban Agüero" en la Villa de Merlo y lograron un edificio que les sirvió como legado para la prosperidad. Dentro de esas paredes se esconden encuentros literarios, libros de todo tipo y recuerdos que abundan en momentos gloriosos y fraternales.

El tiempo pasó y el rumbo del trío de amigas que logró formar una comisión para el espacio, tener socios y posicionarse en la localidad como una institución repleta de saberes e historias cambió de ruta y dejó a la biblioteca en manos de una comisión directiva que no le dio la importancia que merecía el lugar. Hasta hace pocos meses, el edificio no cumplía la función de biblioteca, se deterioró impunemente y los balances y papeles llevaban una década sin actualizarse.

El edificio ubicado en Poeta Conti 125, sobre el final de la calle, estaba en pésimas condiciones de mantenimiento.

Pero en el instante en que Facundo Ruzzo Ortega y Magalí Bazzani se cruzaron por la calle, la luz de la literatura comenzó a encenderse de a poco. Facundo y Magalí son nietos de Martha y Amelia, dos de las mujeres que con sus propias manos y convicciones supieron cómo mantener la esencia de la biblioteca y lograron que fuera un lugar de contención para escritores y lectores.  

Luego de vivir en varios puntos de la provincia, Facundo regresó a Merlo, la ciudad de sus orígenes. “Un día caminaba por la calle y me encontré con Magalí, a quien no veía desde hace un buen tiempo porque ella también regresaba hacía poco a la ciudad. Entre anécdotas y lágrimas nos acordamos de que nuestras abuelas eran muy amigas y que su amistad y su historia quedó guardada en las paredes de la biblioteca”, recordó Facundo.

Los nietos decidieron seguir con el trabajo de sus abuelas e investigaron en qué condiciones se encontraba el lugar en la actualidad. La dupla se topó con una realidad poco victoriosa y cayó en la cuenta de que aquel mundo literario que crearon sus abuelas ya no existía. “Lamentablemente nos encontramos con un sinfín de irregularidades que nos amargaron. Todo lo que hicieron durante tantos años estaba olvidado y si algo quedaba estaba impregnado con olor a humedad y malas decisiones”, agregó Ruzzo.

Así fue que decidieron honrar la memoria de aquella primera comisión que formó una asociación sin fines de lucro y logró tener un centenar de socios que colaboraban con la cultura merlina. “Lamentablemente la abuela de Magalí falleció, pero sus recuerdos y los recuerdos de su nieta flotan en el aire. Aún tengo la dicha de tener a mi abuela conmigo y es importante para nosotros mantener viva la memoria de los años más felices dentro de la biblioteca”, contó Facundo.

Luego de trámites, luchas y desencuentros con la comisión directiva, Facundo y Magalí lograron obtener la llave de la biblioteca. “Es un trabajo de hormiga el que se nos viene, pero contamos con mucha ayuda y ánimos de personas que pasaron horas dentro de la institución o simplemente nos quieren ayudar a mantener el legado”, expresó el joven que recordó con nostalgia las infinitas horas pasadas rodeado de libros de historia, mitología o ciencia ficción.

“Por mucho tiempo se organizó dentro de la biblioteca un encuentro de escritores no solo locales sino también nacionales e internacionales. Recuerdo acompañar a mi abuela a buscar a cada uno de ellos en su auto a la terminal, acompañarlos y mientras tanto la ayudaba con la organización”, concluyó Facundo, quien considera a su abuela como su heroína y sueña con repetir aquellos momentos inolvidables.