El 9 de Oro puntano que pide cancha en Huracán

Pablo Oro vive un gran presente. Juega de nueve y es la joyita que tiene Huracán de Parque Patricios. El delantero puntano, de 18 años, a fuerza de goles en las inferiores, sedujo a Israel Damonte para que lo suba a Primera. Y ya hizo su debut en el triunfo ante Independiente 3-2. "Fue un rejunte de emociones. La verdad es que estaba muy feliz y emocionado, no caía de lo que estaba pasando", dijo Pablo sobre su debut en el fútbol grande de AFA.

Empezó a jugar al fútbol a los 4 años. Sus inicios fueron en La Torre. Después pasó a Aseba y más tarde, a Estudiantes. "Uno siempre sueña con llegar, pero cuando jugaba en San Luis me parecía lejana esta posibilidad, así que ahora que me llegó la quiero aprovechar al máximo", aseguró.

Dice que eligió este deporte porque viene de una familia futbolera. Papá Roberto, mamá Natalia y su hermana Brenda son sus principales fans. Están siempre. Son el sostén, la base para que ese pibe con sueños de grande pueda cumplir sus objetivos.

Su llegada a Huracán se dio por una prueba que la entidad vino a realizar a San Luis. Después confirmó en Capital Federal todo lo bueno que hizo en tierra puntana y se convirtió en "quemero".

Hizo goles en todas las categorías. Es un nueve que le gusta pivotear. Es oportuno, dueño de un gran olfato goleador y, además, puede moverse como extremo. Hay dos técnicos que lo marcaron, uno es Oscar Castellano. "Alguien que me enseñó mucho", aseguró. El otro, Antonio Barijho. "Aprendí un montón con 'El Chipi', jugó en la posición en la que yo lo hago y eso me sirvió para sacarle réditos".

Hizo muchos goles, pero a la hora de elegir se queda con el primer tanto que metió en Reserva. "Para mí vale muchísimo porque lo venía buscando hacía varios partidos", sentenció.

Y el mejor partido lo jugó contra Belgrano de Córdoba, en un 6-1. Fue en séptima división. "Ese día hice cuatro goles", aseveró.

Siempre fue nueve. El área es su hábitat. Tiene el arco entre ceja y ceja. Cuando tenía cuatro años y jugaba con los amiguitos en el barrio y dos atados de ropa servían de arco, le gustaba jugar adelante para hacer y festejar goles.

Va de a poco. No se la cree; la humildad es su bandera. Sueña con ser campeón con Huracán y salir goleador de un torneo.

Añora San Luis y extraña a su familia. No ve la hora de ver a los amigos del barrio, esos que siempre están. "Se hace difícil la distancia, pero si quiero llegar tengo que aguantar, ya vendrá el tiempo para estar con la familia y los amigos. Hoy pienso en ganarme un lugar, en ser el primer cambio. Si con Independiente jugué diez minutos, el próximo partido tengo que sumar más tiempo en cancha", afirmó.

Es un pibe con perfil bajo, sencillo y de buena madera. No se olvida de los orígenes, del barrio ni del esfuerzo que hicieron él y su familia para llegar donde está. Por eso trabaja duro para que todo ese sacrificio tenga su premio.

Pablo es el 9 de Oro que tiene Huracán.