SAN LUIS - Martes 01 de Julio de 2025

SAN LUIS - Martes 01 de Julio de 2025

EN VIVO

Un logro mundial

¿Cómo fue el proceso de creación de la vacuna contra uno de los males más virulentos del siglo pasado?

Por Guillermo Genini
| 21 de diciembre de 2020

La historia de las vacunaciones es fundamental para conocer cómo se logró la protección individual y colectiva contra una determinada enfermedad por medio de la aplicación de las dosis que tienen como objetivo eliminar o disminuir el impacto de esas enfermedades entre la población humana. El siglo XX marcó un hito en la historia de las vacunaciones con las primeras campañas masivas o programas de rutina en grandes poblaciones por medio del sistema de salud pública de cada país.

 

Estas campañas de vacunación tuvieron un gran impacto en la población mundial, pues permitieron salvar millones de vidas, que de otra manera se hubieran perdido frente a la persistencia de enfermedades endémicas y la irrupción de grandes pandemias. Así, junto con el control higiénico y sanitario del agua, han sido los pilares de las estrategias preventivas o terapéuticas que hicieron posible la reducción de la mortalidad de la población de todo el mundo.

 

Desde la Antigüedad, una de las enfermedades que mayor daño hacía en la población mundial, especialmente entre los niños, era la poliomielitis, un mal transmitido por un virus que ataca el sistema nervioso humano y se contagia por ingestión de agua o alimentos contaminados. Infecta primero el sistema digestivo y por medio del torrente sanguíneo llega a la médula espinal, el órgano del que parten todos los nervios motores del cuerpo humano.

 

En su versión más agresiva, sus efectos más conocidos son la debilidad de los miembros inferiores y la parálisis muscular, llegando a causar la muerte por insuficiencia respiratoria. Su mayor visibilidad se la asocia a la parálisis infantil, ya que en muchos casos los niños atacados por la polio perdían la movilidad de sus piernas.

 

Las investigaciones para conseguir una vacuna eficaz contra el virus se centraron en diversos grupos de médicos y laboratorios en Estados Unidos. En ese país, la polio afectó en 1938 a su presidente, Franklin Roosevelt, ya de adulto, lo que le impidió volver a caminar. A fin de encontrar una cura se creó la “National Foundation for Infantile Paralysis”, que financió varias investigaciones, además de generar un gran interés público sobre esa enfermedad.

 

Dos ámbitos compitieron para lograr la vacuna contra la polio en la década de 1940: los laboratorios y los centros de investigaciones de las universidades. Los primeros éxitos correspondieron a las investigaciones de Hilary Koprowski, un polaco nacionalizado estadounidense, que trabajaba para el Laboratorio Lederle, subsidiaria de BASF. Su vacuna, basada en la estrategia de virus con virulencia atenuada, resultó eficaz, pero no logró una aplicación masiva. Koprowski provenía de la industria farmacéutica y el mundo académico desconfiaba de sus resultados. Para probar que su vacuna era segura se inoculó por vía oral a sí mismo en 1948. Posteriormente, se probó en un grupo de niños en riesgo de Nueva York en 1950. Sin embargo, esta vacuna no fue autorizada en Estados Unidos, pese a que en 1949 se produjo un brote de polio de grandes dimensiones. Se aplicó años después con grandes resultados en África.

 

En los centros de investigaciones, que contaban con financiamiento de prestigiosas universidades y fundaciones, se siguieron dos caminos: Jonas Salk ensayó una vacuna con base en virus inactivados, mientras Albert Sabin prefirió ensayar con virus atenuados, como lo había hecho Koprowski, pero con una virulencia residual menor.

 

Los avances logrados por Salk en la tipificación de virus le permitieron crear una vacuna inyectable que fue probada masivamente en 1954, que incluyó a miles de niños en edad escolar conocidos como los “pioneros de la polio”. Tras comprobar que la vacuna era “segura, efectiva y potente” se le otorgó la licencia de comercialización para uso público en abril de 1955 en Estados Unidos, país donde disminuyeron rápidamente los casos.

 

Frente a este gran logro, Sabin y su equipo se enfocaron en mejorar la efectividad de la vacuna. En 1958 anunció que había logrado crear una vacuna oral de gran efectividad y bajo costo. Para evitar conflicto con la licencia de Salk, la nueva vacuna fue probada en la Unión Soviética en 1959 y en la población carcelaria de Estados Unidos. Finalmente, la vacuna Sabin fue autorizada en 1961.

 

Tenía dos ventajas sobre la vacuna inyectable de Salk. Las personas vacunadas no desarrollaban la enfermedad, pero sí podían ser portadoras del virus y lo podían propagar. Es decir, la vacuna de Salk otorgaba protección individual y tenía un costo mayor, pues se debía aplicar en varias dosis. En el caso de la vacuna de Sabin, no solo protegía a las personas de contraer la polio: también hacía que no sean portadores de la enfermedad, favoreciendo la protección comunitaria. Además, al ser de aplicación oral (dos gotas de jarabe en la boca era la dosis común), fácil de transportar y de mantener, y de bajo costo, hicieron que la mayoría de las naciones del mundo adoptaran la vacuna Sabin en sus sistemas de salud.

 

Tanto Salk como Sabin desistieron de patentar sus respectivas vacunas, lo que favoreció su difusión mundial. En muchos países occidentales las dos vacunas se combinaron para erradicar la polio. Así, en España, las campañas masivas de vacunación antipoliomielíticas se iniciaron en 1959 con la vacuna de Salk y desde 1963 con la vacuna Sabin. El último caso registrado ocurrió en 1989.

 

En los países del Tercer Mundo las organizaciones internacionales impulsaron campañas de vacunación masivas en conjunto con los sistemas locales. Entre ellas se destacaron la Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que desde la década de 1970 colaboraron en estas campañas, principalmente mediante el suministro y conservación de las vacunas. Al igual que en Occidente, se usaron las dos vacunas, pero por su menor costo y fácil mantenimiento, la Sabin fue la más aplicada. El éxito de estas campañas disminuyó los casos de polio en un 99% en la mayoría de los países africanos y asiáticos. Actualmente la poliomielitis es endémica solo en Afganistán, Pakistán y Nigeria.

 

En Argentina se registraron los casos de polio desde comienzos del siglo XX. Pese al establecimiento de medidas de prevención higiénica por parte de las autoridades sanitarias y escolares se produjeron varios brotes de polio. Los especialmente graves fueron los de 1906, 1936 y 1956.

 

Con la llegada de la vacuna de Salk, el sistema de salud argentino, en unión con asociaciones privadas como la Asociación para la Lucha contra la Parálisis Infantil (ALPI), realizó un gran esfuerzo económico para adquirir las vacunas importadas y comenzar las primeras campañas de vacunación antipoliomielíticas en 1957. Así, hacia 1959 aquellas familias que no podían costear la compra de la vacuna, podían recurrir a entidades como la ALPI que vacunaba gratuitamente.

 

La opinión pública y la prensa argentina mantuvieron un gran interés en estos avances de la medicina social, pues representaban el fin del sufrimiento de millones de familias que temían por la salud de sus hijos. Es por ello que las campañas de vacunación contaron con un apoyo generalizado. El fin de la polio en Argentina se logró con la aplicación de la vacuna Sabin en forma masiva y sistemática desde 1964. El último caso de polio se registró en 1984.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Temas de nota:

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo