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Para Diego Lorenzetti, existe otro responsable que está en libertad

El exintendente de La Calera y esposo de la víctima brindó una entrevista a FM Radio Lafinur.

Por redacción
| 26 de julio de 2020
Absuelto. Lorenzetti dice que ahora solo está enfocado en su hijo. Foto: Martín Gómez.

A una semana de ser absuelto por el beneficio de la duda por el asesinato de su esposa Romina Aguilar, Diego Hernán Lorenzetti, el exintendente de La Calera, repasó, en una entrevista con FM Radio Lafinur, su llegada a San Luis y su noviazgo con la víctima. También habló de su relación con el jockey brasilero Edivaldo De Oliveira Pereira y Leandro “El Bocón” Vílchez, quienes fueron condenados a 22 años de prisión por “Homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego” en perjuicio de Aguilar.

 

Lorenzetti aseguró que solo uno de los condenados tuvo que ver en el hecho y que hay un segundo responsable que está libre y que fue testigo en la causa.

 

Llegado en el año 97 desde Santa Fe, fue directo hacia La Calera, donde comenzó a trabajar en la fábrica de cementos Avellaneda. “Yo era el mayor de cuatro hermanos, tenía 19 años. Hablé con mi mamá y le dije que lo hacía para darles una vida mejor, pero ella no quería saber nada… a Romina la conocí a los 9 meses, ella tenía 14 años. Desde entonces andábamos medio de novios y después tuvimos un noviazgo más en serio. En 1999 ella quedó embarazada de Hernán”, recordó.

 

Después de trabajar en la cementera, lo hizo para una empresa de Rosario. “Después, la fábrica me dio la posibilidad de ser el contratista y no lo dudé”, allí considera que comenzó su etapa de empresario. “En 2007 dejé a Rubén Arce, mi mejor amigo, como encargado y me expandí en San Luis. Nos fuimos a vivir a la ciudad para garantizarle una buena calidad de estudio a Hernán”, explicó.

 

Sus visitas a La Calera continuaron. “Un día de 2012 entré en camioneta para ir a la fábrica y estaba la gente del plan a la orilla de la ruta. Un loco lindo gritó 'Ahí va el nuevo intendente de La Calera'. Yo no le di importancia porque a mí no me interesaba”, dijo, pero entendió que desde ese momento en el pueblo comenzó “una persecución” hacia él para impedir que fuera candidato aunque, según él, nunca estuvo en sus planes serlo.

 

Desde fines de 2012 hasta principios de 2013 se dedicó a trabajar en su propia fábrica de hielo. “En abril le dije a Romina 'ahora voy a ser candidato a intendente. No creo que llegue a ganar, pero voy a ser una molestia toda la vida porque nadie se mete con la comida de mi hijo'. Me presenté y gané”, narró.

 

Dijo que su relación con Romina siempre tuvo ciertas diferencias porque “no existen las parejas que están diez puntos”. “Cuando hice la campaña de Nogolí andábamos a los empujones porque yo no quería dejar de ir a La Calera… volvía a la casa a las 12 de la noche. Los problemas que tenía eran de falta de presencia. Una persona me aconsejó, me empecé a dar cuenta y a darle bola a mi familia. Empezamos a quedarnos solos en casa y Hernán se iba a La Calera. Empezamos el proyecto de lo que siempre quise: tener otro hijo. Nos separábamos un día o dos, como mucho. No nos íbamos a separar nunca porque éramos dos bichos raros. Yo trabajaba para ellos. La obligaba a que fuera a la peluquería. Me gustaba que le dijeran piropos, me sentía contento. Ella siempre estaba hermosa, nunca la iban a ver mal vestida”, describió.

 

"Mi hijo Hernán es lo más importante que me dejó Romina... hoy en día él es mi puntal", dijo Diego Lorenzetti.

 

Reconoció que algunos problemas con su esposa eran porque él fue infiel. “Reconocí las infidelidades y a eso no lo hago nunca más. Esas eran las cosas que no me dejaban a veces dormir”, enfatizó. Pero aseguró que no todo eran discusiones: día por medio iban a cenar a La Punta y ambos se acompañaban en las actividades que le gustaba hacer al otro. Por ejemplo ella, pese a que no le gustaba, lo acompañaba a las carreras de caballos.

 

 

La muerte de Romina

 

Del día del asesinato, el 26 de enero de 2016, dijo que solo recuerda golpes de manos. Su cuñada, quien vivía con ellos, fue hasta su habitación y le dijo “Diego, levantate, levantate que le pasó algo a Romina". “Cuando me levanté escuché que seguían golpeando. Salí desnudo y lo que vi es la imagen (de Romina) nada más. A esa imagen la tengo yo; la única foto real que hay está en mi mente”, resaltó. Dijo que tras verla tendida en el piso se arrodilló a su lado y la tomó del brazo mientras le pidió a su cuñada que llamara a la ambulancia y le repetía a su esposa "Aguantá, Romina. Te lo pido por favor, aguantá".

 

Luego entró a la casa, se vistió y tomó dinero. Dijo que cuando salió ya había una ambulancia y que desde entonces no recuerda más nada. “Había un patrullero y yo sabía que no la podíamos mover. De todas maneras, habría sido en vano y quizás hacíamos peor las cosas. Ya le habían tomado el pulso, vino el médico y me avisó (que estaba muerta) y quedé planchado, sentado llorando. Era mentira, era una película”, contó.

 

Dijo que en cuanto llegó al lugar la jueza Penal 3, Virginia Palacios, él se puso a su disposición y que ella le pidió los celulares y él le dio las claves de desbloqueo de los mismos. “Yo estaba a disposición de ella”, resaltó.

 

 Para Lorenzetti el haber quedado como el responsable de encargar la muerte de su esposa por el pago de cien mil pesos fue impulsado por los efectivos Franco Rosales y Héctor Muñoz, quienes aseguraron que un informante anónimo lo señaló. “Le vendieron pescado podrido a la jueza”, resumió.

 

 

El veredicto

 

Sobre los condenados por el asesinato de Aguilar expresó que está cien por ciento seguro que De Oliveira Pereira sí fue uno de los responsables, pero que hay una segunda persona que es responsable, que está libre y que, además, declaró como testigo en la causa.

 

“El brasilero conocía los movimientos, sabía que yo manejaba dinero. Él corría mis caballos, yo era el patrón, pero había un intermediario que era el cuidador de los mismos, que era Rubén Arce. Conmigo (De Oliveira) arreglaba el día de la carrera; si él ganaba yo le daba su porcentaje y compartíamos un asado con mis amigos. Por ahí, el blanco (del asesinato) era cualquiera que saliera de la casa. Para mí, hubo un dato que no fue preciso porque no se terminó de concretar la salida de Romina de la casa”, especuló el viudo.

 

De la noche de su detención recordó que ese día había vuelto de Santa Fe. “Me detuvieron el 1° de marzo… no me explicaron nada. Me llevaron a La Punta y me dijeron que al otro día me iban a llevar a indagatoria y yo no tenía ni idea de qué era eso. Cuando fui a declarar declaré todo bien y no me preguntaron nada. Me preguntaron de los caballos, que de dónde venían, cuántos metros corrían y yo decía '¿Esto qué tiene que ver con la muerte de mi mujer?'. Después me dieron la preventiva y me llevaron al Penal. Recién en Semana Santa me di cuenta de dónde estaba”, narró.

 

A pesar de haber sido representado por varios abogados, Lorenzetti contó que llegó a contratar a Marcos Juárez, el abogado que logró su liberación, porque en el patio de la Penitenciaría encontró de casualidad una tarjeta con su número. El viernes 17 la jornada de alegatos y veredicto se extendió durante casi todo el día. “Sus alegatos (por Juárez) fueron de diez. Yo tenía hambre, ganas de bañarme y estaba cansado. Cuando pasaron al cuarto intermedio fui a asearme un poco, a tomar unos mates y me habré fumado 15 cigarrillos en una hora y media. Y ahí empezó el problema. Todos mis compañeros venían y me decían lo que escuchaban. Me dejaron la cabeza así. Y ahí me confundieron”, relató Lorenzetti, quien durante la lectura del veredicto se descompensó y debió ser asistido.

 

“Al corazón ya no lo podía controlar. Sabía que iba a convulsionar y no me daban la medicación. Conozco mi cuerpo, estoy medicado hace 15 años. Uno de los custodias dijo 'Afuera están los medios'. Eran las 20:30 y todavía no entraban los jueces. Dije 'Los medios no están esperando a los otros dos, están por mí, ellos tienen la información' y ya no pude controlar más, la cabeza se me fue del todo”, describió. Fue la enfermera que lo asistió quien le confirmó que había quedado libre y que afuera estaba su hijo esperándolo.

 

Ahora el exintendente está seguro que las otras partes apelarán el fallo, pero dice que hoy en día solo está enfocado en su hijo y que no piensa en eso, que confía y lo deja en manos de su abogado.

 

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