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"Abrí la puerta y no entendía nada, quedé en shock; nacimos de nuevo"

La joven sobrevivió al derrumbe. Estaba en el baño cuando la casa se desplomó. Su novio, Gonzalo Di Michele, justo había salido.

Por redacción
| 07 de agosto de 2020
La chica estaba dentro de la propiedad que se derrumbó el martes, pero se salvó. Su novio justo había salido. Foto: Martín Gómez.

Recuerdan la tragedia y sus voces se entrecortan. Evocan a la "Abuela Nelly" y los ojos se les llenan de lágrimas. Los consuela que, de milagro o por un designio del destino, sobrevivieron a la tragedia ocurrida en la esquina de Aristóbulo del Valle y San Juan, en la capital. El derrumbe de lo que fuera la panadería Gitto los dejó sin nada. Solo con la ropa que en ese momento vestían y que aún los abriga. Son Guadalupe Rivero y Gonzalo Di Michele, la pareja que residía en una de las habitaciones del inmueble que se vino abajo el martes a las 13:22. Ella es una de las sobrevivientes del horror: estaba en el baño cuando la casa se desplomó; él había salido a la calle dos minutos antes.

 

"Abrí la puerta del baño y no entendía nada, quedé en shock. Me quedé helada. Sin dudas, nacimos de nuevo. Estamos vivos", reflexiona Guadalupe, de 18 años, mientras sonríe y mira a su novio.

 

"Unos segundos antes de que todo se desplomara pasé por la pieza de la abuela (NdP: en referencia a Nélida Romero de Gitto, la anciana dueña de la propiedad, quien falleció). Tenía la puerta abierta y vi que miraba la tele. Pasé por el antebaño y cuando cerré la puerta del baño sentí como un temblor. Abrí la puerta y todo era polvo, una nube de polvo. Nunca imaginé que podía ocurrir algo así, y me quedé parada en la puerta del baño. Abajo solo quedaban escombros. El antebaño por el que pasé se vino abajo", narró la muchacha, en diálogo con El Diario.

 

"Cuando la nube de polvo se disipó, vi que Gonzalo me buscaba. Un chico que pasaba, un vecino, me ayudó a bajar. La señora de al lado puso una escalera y pude bajar. Allí nos abrazamos y lloramos", contó.

 

 

Juntos. Guadalupe y Gonzalo, con las ruinas a sus espaldas. Aún no pudieron sacar su ropa. Siguen con lo puesto. Foto: Martín Gómez.

 

 

"Yo había bajado solo con mis llaves para luego volver a subir a mi pieza. Estaba charlando con mi papá. Estábamos por calle San Juan, en la casa de mi tía Ana, porque tenía que darle unos repuestos. De repente todo fue una nube de tierra. Inmediatamente pensé en Guada y corrí a la esquina. Pero no se veía nada. Me desesperé porque el polvo no se iba. Hasta que miré para arriba y la vi. Allí me volvió el corazón al cuerpo", evocó Gonzalo.

 

"Había quedado a la intemperie, en la puerta del baño. Menos mal que no salió corriendo por encima de los escombros, que no atinó a nada. Ella justo había ido al baño. Después, los dos empezamos a buscar a la abuela, a doña Nelly. Empecé a gritar '¡Abuela, abuela!', pero no nos contestaba. Nosotros sabíamos que ella estaba ahí, que no había salido de la casa. Seguimos gritando y sacando escombros con vecinos del barrio y escuchamos que se quejaba. Luego llegaron los bomberos, los policías y nos sacaron", agregó el muchacho de 18 años.

 

 

Era un día tranquilo

 

Guadalupe recuerda que el martes era un día tranquilo, sin sobresaltos. En pocos segundos todo fue horror.

 

"Era un día como cualquiera, normal. Él bajó, salió un momento y yo fui al baño. En dos segundos la casa se desplomó. No comprendía qué pasaba. Fue muy feo, sobre todo por la abuela y el chico que estaba trabajando", dijo Guadalupe, en referencia a la otra víctima fatal, Javier Rodríguez, un albañil que realizaba tareas en la planta baja.

 

El jueves, Guadalupe todavía tenía puestas una calza corta, una remera y ojotas, las mismas prendas que tenía al momento de la tragedia. 

 

 

Sin ropa, sin plata, sin DNI

 

"Yo no saqué mis documentos ni plata. Tampoco mi celular. ¿Quién iba a pensar que podía ocurrir algo así? Eso de que hubo antes una explosión es mentira. Nada que ver. La casa se derrumbó porque abajo estaban trabajando. Antes había un taller. Adentro del salón grande había dos columnas en el medio y una en la punta. Sacaron dos de esas columnas e hicieron una fosa. Y se ve que ahora hacían otra modificación. Tal vez eso tuvo algo que ver. Hacía una semana que los albañiles trabajaban. El chico que falleció estaba en la obra", afirmó Gonzalo, vestido con un pantalón de gimnasia y un buzo que alguien le acercó, en un gesto de ayuda.

 

Una parte importante en la historia de Guadalupe y su novio es Rocío Olivares, prima hermana de Gonzalo. Ella fue quien después de la tragedia los cobijó en su pequeño departamento, ubicado por calle San Juan, a pocos metros de la esquina de la panadería Gitto.

 

"Fue un espanto. Mi pareja me dijo 'Amor, tembló' y a los dos segundos todo era tierra. Llegó mi mamá, Ana, corriendo. Lloraba y gritaba '¡Se cayó la esquina!, ¡Gonzalo!' Salimos desesperadas, y todo era polvo. Al fin vimos que él venía corriendo y luego encontramos a Guada. Fue un milagro, pero nos duele lo que le pasó a la abuela, porque ella era todo para nosotros", reveló la chica.

 

 

 APELAN A LA SOLIDARIDAD: Aquellos puntanos que quieran ayudar a Guadalupe y Gonzalo pueden comunicarse al teléfono de su prima Rocío: 2664-757140. La pareja también busca un alquiler que no sea tan costoso.

 

Cuando Guadalupe y Gonzalo quisieron sacar las pertenencias más básicas, la Policía se los negó, con el argumento de que las ruinas son un peligro para cualquiera y que la investigación está en manos del juez Penal 1, Marcos Flores Leyes, por lo que nadie puede acceder a la esquina sin autorización. La zona es vigilada las 24 horas.

 

Sin embargo, la joven pareja aún tiene toda su ropa, los documentos y su plata allí.

 

"Nos quedamos sin ropa y por eso pedimos ayuda por las redes. Gracias a Dios mucha gente nos da una mano y se los agradecemos muchísimo. Pero queremos recuperar nuestros teléfonos, la plata que teníamos ahorrada y mi moto, que quedó intacta, al lado de la escalera", explicó Gonzalo.

 

"Fui a la Comisaría 2ª y los policías me dijeron que no puedo entrar, que no puedo pasar a sacar nada. No me importan los muebles, solo los DNI, mi moto y el dinero, porque así podré alquilar en otro lugar. Quiero pedirle permiso al juez o al jefe de Policía para sacar lo nuestro", agregó. Y su novia acotó: "La gente me dicen que vaya y hable con el juez o el Gobernador, pero no es fácil llegar hasta las autoridades".

 

"Todavía estamos en shock, perdimos a la abuela y no podemos recuperar nuestras cosas, pero estamos vivos", manifestó Guadalupe después de un suspiro profundo, mientras apretaba la mano de su novio.

 

 

 Con El Diario. Los novios junto a Rocío (izq.), la pariente que los cobijó. Foto: Martín Gómez.

 

 

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