Los personajes de Quino que se transformaron en arquetipos sociales

Mafalda se convirtió en una referencia de la memoria social y política en la Argentina, se publicó por primera vez en 1964 e interpeló y continúa interpelando a niños y adultos con su irreverencia y elocuencia en la lucha contra la injusticia, la hipocresía y la discriminación.

Una niña cuestionadora y anticapitalista, que llegó a hablar 40 idiomas y recorrió páginas de diarios como "El Mundo" y el semanario "Siete Días". Sin embargo, esta niña no estaba sola, la acompañaban su familia y amigos.

Su familia estaba compuesta por su mamá Raquel, una ama de casa con un pasado de pianista, su papá, que trabajaba en una oficina y se enfrentaba a la tarea de responder a los planteos de sus hijos, y el hermano menor, Guille, inspirado en el sobrino de Quino.

Los amigos de Mafalda eran Manolito, Felipe, Susanita, Miguelito y Libertad, cada uno tenía su mirada sobre el mundo y la realidad. Mafalda odiaba la sopa, pero también las armas y la guerra, en cambio Susanita no estaba dispuesta a cuestionar las reglas del mundo en el que vivía.

También se diferenciaba con Manolito, que odiaba a los Beatles, mientras que Mafalda los amaba. Este niño se dedicaba a su caja registradora, los balances y a discutir con Susanita, también odiaba a los hippies y los descuentos.

En la tira que cuestionaba totalitarismos y mandatos familiares, sexistas y generacionales, también estaba Felipe, el que no quería ir a la escuela, no quería levantarse temprano y amaba los crucigramas, y en secreto a Muriel. Quino admitió que el personaje estaba inspirado en Jorge Timossi, periodista fundador de la agencia cubana Prensa Latina y un incondicional de la revolución de Fidel Castro. Jorge era muy amigo de Quino y dijo que cuando leyó por primera vez a Mafalda, reconoció en ella “algo familiar”.

Mafalda defendía con energía la democracia, los derechos de los niños y la paz, y encontraba una aliada en Libertad, la niña que reivindicaba las revoluciones y la cultura. Por último, resulta imposible olvidarse de Miguelito, un personaje amante del jazz y los discursos abstractos que se pensaba siempre en primer plano.

Télam