SAN LUIS - Sabado 12 de Julio de 2025

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Ramón, un nostálgico que mantiene vivo el oficio de afilador

Sale todos los días en la bicicleta que armó y recorre los barrios para poner a punto cuchillos y otras herramientas.

Por redacción
| 11 de enero de 2021
Pastrana sabe de albañilería y electricidad, pero solo hace ese tipo de trabajos cuando algún cliente se lo pide. Su pasión es afilar. Fotos:Juan Andrés Galli.

Cuando Ramón Pastrana sale a las calles es muy difícil no identificarlo. Con él, llega un sonido que a muchos los remonta a su infancia o a años 'mejores'. Esa melodía la produce una pequeña flauta de pan que utiliza para anunciar que está ofreciendo sus servicios de afilador. Desde hace 35 años, el vecino que habita en el barrio Villa Celestina mantiene vivo un oficio que parece no querer desaparecer.

 

Mendocino de nacimiento, pero villamercedino de corazón, Ramón comenzó a afilar en su juventud. Pasó más de la mitad de su vida reparando cuchillos, tijeras y cualquier otro tipo de herramienta que necesitara un poco de brillo y mayor funcionalidad. "Llegué a la ciudad hace más de 30 años. Cuando estaba en San Martín, en Mendoza, también me dedicaba a esto, pero no con tanta frecuencia hasta que después de un tiempo decidí hacerlo exclusivamente", le contó a El Diario de la República.

 

 

 

Para él, ser afilador es sinónimo de libertad y compromiso con los clientes que lo conocen hace más de tres décadas. "Lo elegí porque es un trabajo sencillo, limpio, y sobre todo porque sos tu amo y patrón. No sé cómo decirlo, es algo que me llama la atención, me da felicidad cuando la gente sale apenas escucha la flauta. Es más, a veces me han parado porque a los chicos les gusta escucharla. Además, interactuás con gente, no es como en otros trabajos que te quedás encerrado, me gusta andar en la bici y poder manejarme por mí mismo", expresó con una sonrisa de satisfacción.

 

Durante sus primeros años en Villa Mercedes llevó su especialidad a otras ciudades y provincias. "Cuando pasaba el tren me iba hasta Laboulaye, llegaba hasta Rufino, agarraba la bici y bajaba en cada estación. Cuando dejó de pasar, tenía una camioneta y hacía lo mismo. Llegué hasta Rosario, Río Cuarto y Córdoba", recordó.

 

Ramón sale en el rodado que él mismo preparó. En total tiene tres, que va intercambiando cuando alguno dice "basta". Para poder afilar les instaló un armazón de hierro que sostiene una antigua lustradora que parece como nueva y que cumple la función de pulidor. El sistema va conectado a una correa que, según Pastrana, es de las que usaban las viejas máquinas de coser. El cable recorre el cuadro hasta llegar a la parte trasera, donde se encuentra otra estructura de metal que también armó con sus propias manos y que le permite estacionarla y afilar en la calle o en la vereda.

 

"Es un poco costoso mantenerlo, sobre todo con los precios de las cubiertas, o la piedra que tengo que ir cambiando cada tanto porque cuando agarro un hacha o una pala, se gasta", indicó.

 

 

 

Muchos de sus conocidos le preguntan por qué no deja el modo manual y lo reemplaza por un motor, pero él remarca que de esa forma dejaría de hacer su impecable tarea. "Hay elementos que necesitan un tratamiento cuidadoso, sobre todo las tijeras, que pueden llegar a romperse si no se hace bien el arreglo", señaló.

 

Su rutina es la misma desde hace algún tiempo. Trabaja de lunes a sábado por la mañana, ya que los domingos son exclusivamente para descansar y comer el tradicional asado con su familia.

 

"Yo no tengo feriados, salgo igual. Por lo general comienzo a las 9:30 o a las 10 y me extiendo hasta las 14. Y a la tarde ya decidí no salir, salvo que algún cliente me traiga algo a casa", aclaró.

 

A pesar de la pandemia, el año pasado pudo realizar algunos trabajos, siempre manteniendo el distanciamiento social y el uso del barbijo, aseveró. "Fue un poco raro todo lo que pasó en 2020, pero por suerte pude continuar con lo mío. Siempre llevando tapabocas, y cada cosa que afilaba la higienizaba y se la devolvía al cliente", dijo. Además, su medio de transporte le da autonomía y le permite realizar sus tareas de manera individual.

 

 

Esto de afilar es lo mío. Creo que se han perdido muchos oficios, van desapareciendo, y es una verdadera lástima
 

Aunque el oficio no es tan común en la ciudad, Ramón afirmó que hay mucha demanda, y que con el pasar de los años no ha decaído tanto como se imaginaba que iba a suceder. Los pedidos que más le salen son el afilado de cuchillos y tijeras. "Me llaman mucho de los comercios también. Hace más de 20 años que me solicitan de una cadena de fiambrerías y me encargo de afilarle todos los cuchillos", añadió con orgullo.

 

Mantenerse arriba de su rodado por más de treinta años no es tarea fácil, ya que requiere de un buen estado físico. Es por eso que sale a caminar y a correr con frecuencia. Esta actividad no llegó hace poco, sino que fue una de las primeras pasiones que lo acompañó en su vida. "Hice mucho tiempo atletismo en la Costanera, es más, estaba en una agrupación y andaba muy bien. Cuando era joven participé en una carrera en Rosario, hice 42 kilómetros. Siempre me gustó hacerlo, ahora me dejé estar un poco, pero fue por la cuarentena", contó entre risas.

 

 

 

Su deseo es poder continuar con la bici hasta que el cuerpo se lo permita. "Esto es lo mío, muchas veces hago trabajos de albañilería o electricidad, pero solo para mis clientes. Creo que se han perdido bastantes oficios, van desapareciendo y es una lástima. Es bueno poder mantener ciertas tradiciones", reflexionó con sabiduría.

 

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