"Cruzando el charco": de la pandemia a San Luis

Cuando lo versátil y lo productivo se encuentran, surgen grupos como “Cruzando el charco”, ocultas dentro de un ambiente anquilosado de bandas si no nuevas, con ganas por salir y darse a conocer. La agrupación de La Plata –más deudora de Estelares que de Virus- puede hacer bailar y pensar en el mismo recital, resignando elegancia, puede ser, pero con la firme convicción en lo que hacen.

La primera gira que emprendieron después de la cuarentena los trajo a Villa Mercedes y San Luis, donde sorprendieron a los desprevenidos con su rock limpio y trabajado y conformaron a los seguidores porque tocaron todas las canciones que les pidieron. Con cuatro discos editados, la banda se puede dar el gusto de preguntarle a su gente qué tema quería que hicieran y que la respuesta no fuera unánime.

La cara visible de todo es Fran Lago, cantante y principal compositor del grupo, que entra al escenario cuando sus compañeros ya comenzaron la canción y va repartiendo los roles a los otros integrantes.

En el recital del Mauricio López se diferenciaron dos alas dentro de la banda: por un lado los de camisa floreada –bajo, guitarra y percusión-, una base rítmica propia; y por el otro los más rockeros, con otra guitarra, el teclado y la batería. El líder penduló entre ambas corrientes con una remera de Pink Floyd y una voz que evidenció el desgaste después del tercer recital en noches consecutivas.

Aunque la primera vez en la provincia potenció la idea de recorrer todos los discos, fue “Lo que somos”, el más reciente, el que prevaleció entre los restantes. Y cuando hicieron temas nuevos, que formarán parte de la próxima placa, quedó la sensación de que la pasta de composiciones aún no se ha acabado y todavía se puede apretar el pomo en el medio.

Si Cruzando el charco tuviera el poder de difusión que tienen otros grupos de su generación o artistas de otros géneros, posiblemente las cien personas que fueron el sábado al concierto puntano se multiplicarían. Y conocerían a una banda que tiene mucho para dar en lo musical y también en la puesta. Algo de eso expresó Lago cuando presentó “Piantados en el techo”, “un tema que nunca van a escuchar en la radio, pero que a nosotros nos gusta mucho”.

Otra circunstancia que podría demostrar que el septeto no está todavía metido del todo en el negocio de la música nacional (después habrá que discutir el grado de justicia que tiene eso) es que en febrero del año que viene tocará en el festival de Cosquín por primera vez, toda una rareza si tiene en cuenta el perfil festivalero que tienen los platenses.

Además de la dedicación y el sudor que emanan en cada show, la propuesta de la banda es variada porque parece que Fran tiene la capacidad de escribir una canción para cada situación. Así, la cuarentena, su infancia, el recuerdo de su padre y hasta su propia muerte se hacen un lugar en el temario en el que predomina, por supuesto, el amor, que duele más cuando no es correspondido, pero es más fértil a la hora de componer una canción.

Cuando el guitarrista Nahuel Piscitelli tomó el centro del escenario, la cumbia hizo tronar el auditorio y el público se paró para bailar un poco entre las butacas. La próxima intervención del músico fue para presentar “Madrugada”, un tema que tiene la firme intención de que las pibas no tengan que mandar un mensaje cuando llegan a sus casas de noche para informar que están bien.