18°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

18°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

EN VIVO

Caridad y beneficencia: el legado de la hermana Paulina

Perteneció a la Congregación del Buen Pastor. En 1972 comenzó la construcción de una capilla y un comedor para los más carenciados en el barrio Sargento Cabral. Fue premiada por la UNSL.

Por Johnny Díaz
| 05 de diciembre de 2021

El párroco de la iglesia La Merced, Pedro Lázaro Vega, es quien oficia misa en la capilla de Nuestra Señora de las Gracias, donde años atrás vivía una comunidad religiosa compuesta por tres monjas de la orden del Buen Pastor. Una de ellas era la hermana Paulina, quien por su obra solidaria trascendió en los barrios del oeste de la capital de San Luis, a tal punto que muchos la catalogaron y la recuerdan como la Madre Teresa de San Luis por la inevitable comparación con la religiosa que hizo famosa a Calcuta, la ciudad de la India.

 

“La hermana Paulina vivía en la capilla ubicada en calle Ayacucho entre Sargento Cabral y Rawson, detrás del Cementerio del Rosario, con una comunidad religiosa compuesta de tres monjas, una de ellas de nombre Lucía. También ahí funciona el comedor ‘Madre Teresa de Calcuta’, que es atendido por gente experta en el tema. Las monjas pertenecían a la congregación del Buen Pastor, cuya casa madre funciona en Córdoba, donde hoy descansan los restos de la hermana Paulina”, relata el actual párroco.

 

Por testimonios que recabó, el padre Lázaro se encarga de describir a la hermana Paulina como una persona muy trabajadora, luchadora, con un gran espíritu, emprendedora, incansable y dinámica, a pesar los problemas de salud que la aquejaban, como artritis y reuma.

 

En 1992, apenas se hizo cargo de la atención de la capilla, el cura se dio cuenta del legado material que había dejado la religiosa. "Todo el inmueble, la casa donde habitaban, el baño, la cocina, un departamento y el salón, fue hecho por la hermana Paulina, a pulmón, como se dice comúnmente".

 

Entre las familias laicas que la ayudaban y contribuían, el presbítero mencionó a Ninfa Agustina Lucero y su esposo Pedro Lucero, y a la señora Julia, quien ya falleció, y su marido, también de apellido Lucero.

 

“En el comedor parroquial ‘Madre Teresa de Calcuta’, que tiene más de 20 años de actos de caridad, se les brinda la comida a personas que llegan con un táper, por razones protocolares. Antes entregábamos unas 200 viandas. Hoy, unas 75. También para quienes necesitan y llegan de puntos lejanos de la provincia o provincias vecinas hay lugar para su higiene, jabón, shampoo, toallón y agua fría y caliente; nunca faltan”, aclara. El padre Lázaro no duda en asegurar que toda esta obra fue iniciada por la hermana Paulina, quien nunca escatimó esfuerzos en recorrer los barrios aledaños, como Sargento Cabral, Juan Carnevale o CGT, Rawson Nuevo y Rawson Viejo, Kennedy, La Merced, San Benito y San José, llegando a una comunidad compuesta por más de 10 mil personas. La monja también visitaba la zona sur, en inmediaciones a donde hoy está el barrio 500 Viviendas Sur. Allí evangelizaba y colaboraba con los más necesitados. En ese sector, el padre Vega tiene actualmente un espacio catequístico.

 

El párroco dice que hace muchos años el Municipio los ayudó y donó platos, vasos, cubiertos, garrafas y cocinas. Agradeció en especial al exintendente Carlos Ponce. "Su ayuda fue impagable y en nuestras oraciones siempre está. Su recuerdo es imborrable para toda nuestra comunidad religiosa”, destaca.

 

El paso del tiempo y la falta de mantenimiento fueron destruyendo parte de la capilla y del comedor: los techos comenzaron a filtrar humedad y las paredes, a descascararse. Hasta que el sacerdote se contactó con el Rotary Club y ellos contribuyeron a arreglar los techos, colocaron cerámicos, instalaron el gas natural, repararon cloacas y pintaron. “Tuve la gran suerte que el presidente de esa institución fuera mi amigo y excompañero de escuelas primaria y secundaria, Carlos Digennaro, a quien le estamos inmensamente agradecidos; sin ellos no hubiera sido posible continuar”, manifiesta.

 

La monja era muy conocida en San Luis y era común encontrarla con sus características bolsas llenas de alimentos que ella misma, sus compañeras de congregación y los vecinos se encargaban de administrar, procesar y transformar en comidas que entregaban a quienes más necesitaban.

 

Los vecinos la recuerdan con mucho cariño y no demoran en señalar que su obra fue magnífica. “Les dio de comer a muchos niños, que hoy son personas grandes, y siempre brindaba palabras de aliento para quienes la necesitaban”.

 

Ninfa Agustina Lucero, una de las personas que más la conoció, dice: “Cuando comenzó el cierre del terreno y de la capilla, muchas familias del barrio nos sumábamos a ayudar. Trabajé en el comedor hasta que hace tres años me dio un ACV. Hoy miro desde mi casa la obra de esta gran mujer”.

 

Y añade: "La hermana Paulina fue la mejor trabajadora y luchadora en beneficio de los pobres. Todo lo que recibía lo daba. Era una dulzura de mujer, como ella nunca habrá otra. Mi hija nació en la iglesia".

 

"La Pina", la mujer que se mueve acompañada de un bastón, está junto a su esposo Pedro Lucero y su hija Paola, saboreando unos mates en la vereda de la casa. Se emociona y entre lágrimas expresa: "La hermana Paulina luchaba por todos... vivía para nosotros”.

 

Carina Camargo, otras de las colaboradoras de la capilla y del comedor, señala que hace más de 20 años que trabaja ahí. Ella se encargó de hacer una visita guiada por las instalaciones y mostrar el taller de costuras, la cocina, los baños y el patio de juegos detrás de la capilla.

 

Hoy, después de muchos años, el edificio desnuda algunas fallas en su estructura: los techos son el principal problema, la humedad y las goteras no dejan de preocupar a la comunidad más cercana.

 

El padre y sus colaboradores dicen: “Nuestra querida capilla está un poco destruida, no tenemos los fondos necesarios para su reparación. Hace más de 30 años que estoy frente a la iglesia por gracia de Dios. Hoy mi salud no es de las mejores y no ayuda. Esperemos que Dios ilumine a nuestras autoridades y a todos aquellos que apoyan actos de caridad o beneficencia para que miren hacia el oeste, donde está la capilla de la hermana Paulina, porque queremos continuar con su obra”.

 

Perfil de un alma caritativa

 

La hermana Paulina Montoya nació el 2 de agosto de 1917 en Córdoba y llegó a San Luis para decidir su vocación como religiosa en la Congregación Hermanas del Buen Pastor, institución que tiene como misión específica la rehabilitación moral de la mujer.

 

A partir de 1960 trabajó en la catequesis de los barrios de la zona oeste de la ciudad de San Luis. A eso le sumó la labor que realizó atendiendo a los más humildes en sus necesidades básicas, especialmente a los niños, enseñándoles catequesis, trabajos domésticos y labores.

 

En 1972, inició la construcción de una capilla en el corazón del barrio Sargento Cabral, a la que la puso bajo la abdicación de Nuestra Señora de las Gracias, y donde además funciona el comedor “Madre Teresa de Calcuta”, junto al taller de costura y un roperito denominado “Hermana Paulina”.

 

Vivió intensamente y estrechó lazos de unión y afecto con la gente más carenciada y marginal. Trabajó junto a ellos en los barrios y basurales. Tuvo una enorme comprensión de los más humildes y fue capaz de acercarlos a la fe a través de los sacramentos del bautismo, el matrimonio y la comunión.

 

En su afán de ayudar a los más humildes, la monja siempre expresó que su guía era la Virgen María. Hoy toda su obra continúa con aquellas mujeres que la vieron peregrinar incansablemente por la capital puntana, pidiendo a los comercios, a los medios y a cuantos pudieran colaborar con su misión, que era asistir al necesitado y enseñarle la palabra de Dios.  En 1997 recibió el premio “Mauricio López”, que anualmente entrega la Universidad Nacional de San Luis en reconocimiento a quienes luchan por los Derechos Humanos y la solidaridad.

 

La hermana Paulina murió en una casa de retiro para las Hermanas de la Comunidad de Nazaret en Córdoba el 7 de septiembre de 2002, a los 85 años.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo