"La gente pide recuperar la sonrisa"
el actor encara con optimismo un año que empezó mal: hisopado positivo y obra levantada en Mar del Plata.
Quizás el desafío más grande en la carrera humorística de Diego Pérez fue encontrar los puntos de inflexión, quiebre y ruptura del día a día para poder inundarnos de risas. Como el cactus que nace en el desierto más hostil, encontrarse con el humor fue el oasis de agua dulce que le ayudó a sobrellevar la pandemia. Ahora, tras un año de encierro, el exintegrante de Videomatch llegó a la costa atlántica para transmitir un poco de su espíritu alegre y despertar cataratas de risas. Pero a los pocos días de estrenar tuvo que levantar la obra porque la gente no respondió, ante el miedo de contagios y una ola de coronavirus que perdió la cuenta. El año había empezado más complicado para Diego, con un hisopado positivo para coronavirus a un día de estrenar "Los cuatro fantásticos del humor", que realizó por solo dos semanas con Alfredo Silva, Rodolfo Samsó, más conocido como "Alacrán", y Jorge "Carna" Crivelli. Sin embargo, tomó su segundo aire y remontó para poder inaugurar una temporada de verano particular en que las obras escasean. Le fue mal, pero tuvo la voluntad de levantarse.
El bonaerense de 56 años participó de programas como "Polémica en el bar", "Videomatch" y "Sabor a mí"; sin embargo, no le gusta remover el pasado y asegura que el humor es tan cambiante como la sociedad misma. El principal desafío: aggiornarse para seguir despertando la risa.
—Ibas a estrenar temporada en Mar del Plata y te contagiaste de COVID-19, ¿cómo lo viviste?
—Estuve bien toda la cuarentena, salvo por la falta del olfato, que por eso me hice el hisopado, porque si no ni siquiera me lo hubiera hecho. No tuve ningún síntoma excepto un pequeño resfrío que tuve los primeros dos días, pero cuando me puse un perfume me di cuenta que no percibía la fragancia y caí en que algo raro sucedía, entonces me fui a hisopar. Me dio positivo, así que me tuve que aislar junto con mi familia por ser contacto estrecho y tuvimos que postergar el estreno hasta el seis de enero. Estuve con todas las pilas recargadas para hacer el espectáculo que tanto programamos y luchamos para que se reabran los teatros de forma presencial. Pero la gente no respondió. Fue una pena.
Apenas conocido el informe que indicaba el levantamiento de la obra, Pérez fue el único protagonista que hizo declaraciones. "Fue un bombazo la noticia. Es la primera vez que me pasa algo así en la vida. Desde un principio sabíamos que iba a ser difícil, pero no imaginamos algo así. Los productores se jugaron, pero la venta de entradas no cubrió las expectativas", dijo.
Para el actor, el hecho de que el estreno coincidiera con el rumor de la veda nocturna en la Costa conspiró para que el público se acercara a las salas. "Hay otra cosa que es cierta: hay poca gente en Mar del Plata, todos estamos en la misma. Lo sabíamos desde el principio. De hecho, Rottemberg solo pudo abrir dos de sus teatros porque un productor de sala tiene que afrontar gastos fijos que hacen que todo se torne muy cuesta arriba. Yo me vine con mi familia, con el vestuario, con todo listo para hacer la temporada y, de golpe, este bombazo. Pensamos opciones, pero nada es tan sencillo. Quizás hagamos gira nacional o provincial, no lo sabemos todavía. Nosotros estamos para laburar, eso lo tenemos claro", comentó.
―¿Cómo nació "Los cuatro fantásticos del humor"?
―Este año nos acostumbró mucho a todas estas cosas porque las noticias van cambiando minuto a minuto. Primero no sabíamos si íbamos a poder hacer teatro, de hecho lo armamos en un principio para hacer streaming y autoteatro y finalmente tuvimos la posibilidad, de la mano de Darío Arellano, de hacerlo. Así fue que nos animamos a venir a Mar del Plata, algo que muy pocos productores pudieron hacer; siempre hay como 200 espectáculos de todo calibre y esta vez somos contados con los dedos de una mano. El riesgo era grande y era muy probable que hubiera pérdidas también porque nadie va a poder llenar los teatros debido a que solo se puede utilizar el 30 por ciento de la capacidad de las salas y no todas están abiertas. Lo hacíamos como para tener el entrenamiento para que a partir de marzo y abril podamos hacer algunas giras, si es que están abiertas las rutas.
―¿Qué tan importante es el humor en estos tiempos?
―La gente te lo pide a gritos y yo mismo me lo pido, porque también necesito del humor y de divertirme. Todo este tiempo estuve viendo en las plataformas películas que fueran de comedia o caí en ver viejos sketches de Olmedo, Porcel y Calabró, quienes fueron los que me formaron. La idea era poder despejar un poco, todas las noches lo tenía como un ejercicio antes de acostarme: me ponía los auriculares y veía algún sketch para poder irme a dormir con una sonrisa y sobrellevar este momento.
―¿Cómo transitaste el año de la pandemia?
―Estuvimos aislados de nuestros familiares y seres queridos. Yo, gracias a Dios, tengo a mis viejos vivos, pero no los pude ver. Fue un año en que hubo muchos cachetazos y se fue mucha gente amada por uno, más allá de a nivel personal, a nivel social. A mí se me murió un compañero como Hugo Arana con quien laburé; después vino lo de Diego, que fue una conmoción social y popular para todos los que amamos el fútbol y lo queríamos, y cuando nos estábamos reponiendo falleció, a la semana, Carlín Calvo, a quien había ido a ver la semana anterior porque sabía que me venía a Mar del Plata y no estaba bien. Fue durísimo. El día que me fui a hacer el hisopado me llamaron de Buenos Aires diciéndome que mi médico, el doctor Ravenna, falleció el día de Navidad. Fue un golpe al lado del otro y la verdad que a veces uno tiene que sacar fuerzas de donde no tiene para seguir adelante, estar bien para la familia, hacer bien el trabajo y que no se note la tristeza que uno tiene adentro. Más en mi trabajo, que es hacer reír al otro y divertirse uno también.
―¿Tenías relación con Maradona?
―Yo hacía un sketch que se llama "El insoportable" e hice varios con él. Además, tuvo gestos de mucha calidad humana para conmigo y mi familia. En un momento en que mi papá estaba muy mal le pedí si le podía mandar un saludo y eso se transformó en una llamada de media hora con mi viejo que le levantó el ánimo. Pasado el tiempo, con lo que era y su vida vertiginosa, al año lo volví a ver y lo primero que me preguntó fue si mi papá estaba mejor. A mí se me cayeron las lágrimas, esas cosas yo las valoré mucho, más allá de la magia y el talento que nos regaló dentro de un estadio de fútbol. La verdad que fue un gesto maravilloso y que nunca me lo voy a olvidar.
―Hablando de fútbol, ¿cómo fue trabajar en "El Apache", la serie autobiográfica de Carlos Tevez?
―Fue una experiencia extraordinaria, primero trabajar de la mano de Adrián Caetano, quien me parece un creador extraordinario. Tuve que hacer un casting para interpretar a Ramón, investigué mucho su vida, su historia y movimientos. Además, me lookeé para el casting como él, fui a una peluquería y me teñí el pelo de blanco, me compré los anteojos y la ropa que él usaba, y así me presenté. Fue maravilloso porque es la primera vez en toda mi carrera en la que tuve que interpretar a un personaje real y vivo. Una vez que me eligieron, me reuní varias veces con él y tuvo muchísimos gestos de bondad conmigo para ayudarme con el personaje. El mejor piropo que recibí de él fue en un reportaje en el que dijo que lo interpreté mejor que él a sí mismo.
―¿Tevez estuvo muy involucrado en el proceso de filmación?
―Estuvo con nosotros, haciendo charlas y contándonos su historia, que es muy interesante y nutritiva, y la de su familia. Nos relató cómo sus tíos se transformaron en padres, por qué sus primos son hermanos para él, es como una especie de trabalenguas pero sirvió mucho su ayuda para interpretar todo con la mayor precisión posible. Además, es un tipo de un espíritu muy positivo, para mí es como una especie de Rocky del fútbol, como tantos otros que a lo mejor uno no los conoce pero son personas que salieron de lugares muy pobres y se reinventaron y llegaron a límites que ni ellas quizás imaginaron llegar. Este es uno de los ejemplos de muchas historias anónimas que nacen de la misma forma y llegan a lugares impensados.
―Estuviste en los inicios de "Videomatch", ¿crees que en la actualidad se podría seguir haciendo los chistes que hacía Yayo o las cámaras ocultas?
―Me parece que las cámaras ocultas ya no, no está la sociedad como antes, la gente está más irascible e irritable. Es imposible que se pueda hacer ese tipo de bromas, como por ejemplo romper un auto. Todo sucede en el momento que tiene que ser y nada más. Sí creo que hay muchas cosas que sí, como los sketches de "Figureti", "El insoportable" o las sátiras de novelas de Pablo y Pachu.
―¿Cuál es el límite?
―Yo creo que nosotros mismos nos damos cuenta que hay cosas que ya no hacen reír, porque tampoco nos causan gracia a nosotros mismos. Uno a veces ve un sketch de Olmedo y yo creo que él se hubiera aggiornado a la modernidad. Al humorista le gusta hacer reír, no dañar, nunca la idea es ofender a alguien o que se sienta mal. La meta es que todos podamos disfrutar del humor, la comedia y el humorista.
―¿Creés que las nuevas generaciones son más susceptibles?
―Quienes tenemos cincuenta somos personas que fuimos educadas dos veces: en la niñez por nuestros padres, con determinados patrones, y ahora lo hacen nuestros hijos. Mis hijos, Nicolás, de 14 años, y Sofía, de 17, nos reeducan a mi esposa y a mí. Ellos maman un montón de cosas, como el cuidado de los recursos naturales. Por ejemplo, cuando llamo a mi amigo Agustín, quien vive en Tucumán, y le digo "Negro" ellos me interpelan y me dicen: "¿Por qué le decís ‘Negro’?". Y yo no me había dado cuenta de eso, entonces nos enseñan que no hay que catalogar a la gente por sus rasgos, su sexualidad o religión y es maravilloso que a esta edad nos vuelvan a enseñar nuestros propios hijos y nos corrijan sobre viejos patrones para que nos acostumbremos a los nuevos valores.


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