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La pandemia generó más pedidos de ayuda psicológica

Ansiedad, temores e  incertidumbre por el futuro son los síntomas que más refiere la gente en los consultorios. La mayoría de los profesionales ya tiene asignados todos los turnos para este año.

Por redacción
| 28 de marzo de 2021
Foto ilustrativa, internet.

Las medidas de aislamiento y el cumplimiento de los protocolos de cuidado frente al coronavirus generaron un impacto en la salud mental de la población de San Luis y esto disparó una mayor demanda de ayuda psicológica. El gobierno provincial se anticipó a este escenario y además de a-dherir a las medidas extremas de cuidado, también puso en marcha el servicio de primeros auxilios psicológicos #TeAcompaño, mediante un convenio que firmó con la Comisión de Emergencias y Catástrofes del Colegio de Psicólogos de San Luis.

 

La asesora de Salud Mental del Ministerio de Salud, Marcela Monte Riso, informó que un año después de su puesta en marcha "el programa brindó 3.700 asistencias a través de 1.237 personas que solicitaron contención por medios virtuales, quienes ya fueron derivadas a los servicios correspondientes porque ahora es posible la atención presencial". Pero a este universo de personas, quienes en algunos casos estaban bajo tratamiento antes del 20 de marzo de 2020, cuando empezó a regir la cuarentena, se fueron sumando los que no tenían previsto visitar a un profesional de salud mental. Monte Riso explicó que es habitual que a esta altura del año la atención psicológica tenga mayor demanda coincidente con el comienzo de las actividades del año. Por eso, la gran mayoría de los profesionales conforma ahora sus tratamientos a pacientes. Pero enseguida aclaró que "especialmente este año he notado que este proceso se produjo antes y sí creo que hay más demanda de atención por parte de la población. Incluso porque algunos pacientes que habían sido dados de alta, con esta nueva situación de pandemia, experimentaron sintomatología otra vez. Y personas que nunca hubieran querido asistir a un profesional han tenido que hacerlo por primera vez".

 

La licenciada en Psicología es especialista en infancia y dijo que muchas de las conductas que aparecieron en los niños tienen que ver con la ansiedad, "que técnicamente es un miedo anticipatorio de algo malo que podría llegar a suceder", explicó. Y agregó que "cuando esos miedos empiezan a trabajar en la cabeza, luego en el cuerpo se manifiestan con síntomas del miedo, como si ese riesgo fuera real". En ese sentido, señaló que "los niños tienden a pensar que si van a la escuela se pueden contagiar, si lo hacen se enfermarán, entonces los tendrán que entubar y si eso sucede, se pueden morir".

 

 

 

Monte Riso también detalló que las ansiedades incluyen fobias "como los síntomas obsesivos en relación a los cuidados frente al coronavirus y la fobia social por temor al otro que me puede contagiar, lo que provoca que me aleje de los demás y pierda los vínculos. Otra situación es la agorafobia, que es la ansiedad que se genera al estar en lugares abiertos y por eso decido no salir de mi casa".

 

La vuelta a clases presenciales —dijo— despertó en muchos niños y niñas "la ansiedad de la separación", que la profesional describió como el temor a separarse de alguien muy significativo que cuando están alejados sienten que les puede pasar algo grave. "Como no sabe dónde ni con quién está, durante el tiempo que el niño pasa en la escuela siente una inquietud que se manifiesta en temor. Esto provocó que varios chicos y varias chicas no hayan podido entrar todavía a la escuela", acotó.

 

Laura Ortiz es la secretaria general del Colegio de Psicólogos y confirmó que la demanda de solicitudes de tratamientos aumentó en los últimos meses. Comentó que en su caso particular ya no tiene más lugar en su agenda para dar turnos. Tras admitir que incluso tiene pacientes en lista de espera, dijo que lo mismo les pasa a muchos colegas. Para ella, la gran demanda se da "porque el sistema de atención en el ámbito público se ha visto resentido ante la necesidad de darles licencias a muchos de los profesionales".

 

Además, entendió que este fenómeno "se nota mucho ahora porque la cantidad de profesionales que solían tomar vacaciones entre diciembre y febrero este año no lo hizo por dos motivos: no pudo viajar y la demanda de pacientes fue constante". Ortiz contó que, por ejemplo, "en febrero, que es un mes en el que el ritmo de armado de expedientes para solicitar el pago de consultas en las obras sociales es muy tranquilo, este año no llegamos a tiempo con el armado de las carpetas, porque la cantidad de profesionales activos fue mayor a lo previsto".

 

Cada psicóloga o psicólogo puede atender a un paciente por hora, porque generalmente la sesión dura 45 minutos y los 15 restantes debe tomárselos para prepararse para el próximo encuentro. "Por lo general, se recomienda atender hasta ocho horas diarias, quizás hasta nueve", dijo Ortiz.

 

Según su apreciación, otro detalle que ha generado inconvenientes para conseguir turnos es que "las obras sociales en vez de facilitar sus sistemas durante la pandemia para que los afiliados puedan acceder a los tratamientos, los han complicado. Porque le agregan más pedidos de autorizaciones y eso redunda en mayor burocracia. Eso genera cansancio en los profesionales, porque les pagan poco por la consulta y cada cuatro o cinco meses, por eso el afiliado se encuentra con menos posibilidades de ser atendido, si no es de forma particular". A esto se suma que el ingreso de los profesionales de la salud a las distintas mutuales es cada vez más restringido.

 

 

 

Profesionales de la salud también reciben contención

 

También los profesionales de la salud que deben atender a las personas que se contagian de COVID-19 diariamente cuentan con el apoyo psicológico que brinda el Programa Gestión de Políticas en Salud Mental. Desde hace un año, unos 400 integrantes de los tres hospitales que reciben a esos pacientes han solicitado el servicio que brindan de manera virtual y presencial las dos psicólogas asignadas. Daniela Pollacchi, a cargo del programa, explicó que "todos los psicólogos del sistema público brindamos asistencia a las personas que lo necesitaron a partir de la pandemia. Y desde ese lugar empezamos a pensar que también era necesario que tuvieran una contención los equipos que a su vez asisten a las personas afectadas por el virus. Así surgieron los APSI, Apoyo Psicosocial Institucional, que son espacios donde se brindan charlas grupales para todo el personal de Salud Pública".

 

Pollacchi contó que "es un momento de escucha y contención de los distintos profesionales que lo solicitan. Al principio comenzamos con aquellos que tenían la tarea principal de atención de personas contagiadas de COVID-19 en los hospitales San Luis; 'Madre Catalina Rodríguez', de Merlo, y 'Juan Domingo Perón', de Villa Mercedes. Allí se hacían las reuniones de manera presencial al principio y luego, virtual".

 

En el Hospital San Luis se concretó desde el servicio de profesionales de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) hasta Clínica Médica, Pediatría y la UTI Pediátrica, pero también con el equipo de mucamas, choferes de ambulancias y camilleros. "Esto se fue ampliando a medida que la pandemia avanzó y además de brindarse a los integrantes del sistema de salud también se abrió para todas aquellas instituciones que trabajaran en la primera línea, como por ejemplo, la Penitenciaría provincial", comentó la funcionaria.

 

 

 

Además, dijo que "cuando las personas privadas de su libertad sufrieron los primeros casos, con ellas también se hizo una asistencia de manera virtual, con un abordaje grupal de contención en varias oportunidades. Y después lo concretamos con los internos de Pampa de las Salinas".

 

Pollacchi señaló que la pandemia "ha generado mucha incertidumbre y temor a lo desconocido. Esto es lo que más surge de las charlas con los profesionales de la salud: la mayoría expresa el temor de lo que les puede pasar a sus familiares, porque ellos mismos se pueden enfermar y contagiarlos". Pero indicó que lo que se busca con este acompañamiento "es disminuir esta sensación de temor poniéndolo en un contexto de que esto es esperable. Evitamos que ese miedo se haga patológico y los ayudamos a que entiendan que en este contexto de pandemia que estamos viviendo, los temores, las dudas y la incertidumbre es esperable que sucedan. Y para que esa sensación no los paralice, lo que se busca es ayudarlos a generar recursos de autocuidado, para que sigan cuidando a otros. La idea es que puedan seguir actuando, porque son personal de la salud que debe estar dispuesto a brindarle ayuda a todo aquel que lo necesita".

 

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