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“Hace mucho tiempo que los palestinos se sienten solos”

Pablo Caspari, puntano por adopción, denuncia la pasividad de la comunidad internacional.

Por redacción
| 27 de mayo de 2021
Pablo, en Jerusalén, al fondo la cúpula de la Mezquita de Al Aqsa, en la parte vieja de la ciudad. Fotos: Gentileza.

Pasaron 11 días de bombardeos cruzados. Varios edificios y casas de la Franja de Gaza se vinieron abajo por los ataques israelíes. El cielo se iluminó con cohetes y el escudo antimisiles. Hubo 232 muertos palestinos y 12 israelíes. Hasta que llegó un nuevo alto el fuego en el conflicto de Medio Oriente. Y por ahora se mantiene. Pero Pablo Caspari, descendiente de palestinos que vive en San Luis, duda de las intenciones del gobierno israelí y critica la pasividad de la comunidad mundial ante el sufrimiento y la matanza del pueblo árabe.

 

 

"Ni siquiera los países árabes han podido ayudar a Palestina; menos la comunidad internacional, que sigue todo con un silencio absoluto y lanza alguna esporádica condena. Pero son nada más que palabras; en los hechos nunca ha pasado nada", señala.

 

 

Esta realidad ha llevado a Palestina a sufrir uno de los mayores desplazamientos y a enfrentar un cruento conflicto con un Estado que goza del apoyo estadounidense para frenar cualquier atisbo de intervención de Occidente. "El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas nunca ha actuado por el veto que tiene Estados Unidos", remarca.

 

 

Pablo percibe el sentimiento de desamparo del pueblo de sus antepasados. "Hace mucho tiempo que los palestinos se sienten solos. Lo he notado en los comentarios de mi propia familia que vive allá, pero también es la opinión que se puede encontrar en los ensayos de especialistas y analistas internacionales. Los palestinos tienen claro que los únicos que pueden ayudarse son ellos mismos".

 

 

Este arquitecto de 48 años ha visitado tres veces la tierra santa de sus antepasados. La última fue hace 5 años. "Tengo tíos, tíos abuelos y primos que no viven en la Franja de Gaza, sino en Cisjordania", dice, en referencia a la otra gran porción del territorio de Palestina. "Allí también se han producido varios enfrentamientos", cuenta. De hecho, desde la reanudación de las hostilidades, en varias ciudades de Cisjordania hubo enfrentamientos entre palestinos e israelíes en las calles.

 

 

"Estamos en comunicación permanente. Están bastante angustiados y con miedo. Con los choques empiezan los cortes de ruta, de luz, de agua y de las comunicaciones, la presencia del Ejército israelí y los checkpoints (puestos de control), y no pueden pasar", advierte.

 

 

La razón desatendida:

 

 

Pablo señala, y la historia de los últimos 70 años lo corrobora, que "estas cuestiones son cíclicas; cada 4 o 5 años se dan estos enfrentamientos. Pero esto no es una guerra: Palestina no tiene Ejército; no tiene armamento, aviones ni barcos de combate. Se defienden únicamente con piedras. Y están sujetos a una ocupación militar de un Estado terrorista", aclara. Y advierte que la clave para llegar a una solución duradera está en que se debe resolver la ocupación israelí del territorio palestino: "Si no, no va a terminar nunca. Puede haber algunas pausas de paz, pero no va a acabar hasta que no se cierre el tema de la ocupación".

 

 

El gobierno de Israel justifica sus ataques en los cohetes que lanzan contra su territorio los movimientos Hamas y Yihad Islámica. Pero Pablo remarca que "la de Israel es la misma retórica. Y en los grandes medios se habla primero de la muerte de una mujer o un hombre israelí y no se hace mención a la cantidad de muertes que hay del lado palestino. Hoy hay casi 250 muertos palestinos, un cuarto de ellos, niños. Y hay 12 muertos de Israel. Es lamentable de los dos lados, pero muchas veces no se mira el sufrimiento del pueblo de Palestina".

 

 

Sobre el alto el fuego, Pablo se mostró escéptico sobre las intenciones israelíes. "Cuando ellos quieran van a parar, pero mientras tanto siguen con la política de ejecución sistemática de la población palestina".

 

 

Tíos y primos, en los álbumes. “Están angustiados y con miedo”, dice Pablo. 

 

 

De Córdoba a San Luis: 

 

 

El abuelo Adip Caspari le dio origen a la familia en Argentina. Era comerciante y recorrió varios puntos de Córdoba hasta establecerse en la pequeña Colonia Tirolesa, a unos 27 kilómetros de la capital de la vecina provincia.

 

 

Pablo, su nieto, se define como "cordobés de nacimiento y puntano por adopción". Es que llegó a San Luis cuando tenía 2 años. Sus padres tomaron el nuevo rumbo por razones laborales. Su papá, Ricardo Caspari, fue arquitecto y comerciante; su mamá, Nélida Senn, pedagoga.

 

 

En Cisjordania quedaron muchos de sus parientes. "Si bien viven en barrios más tranquilos y con menos gente, la vida cotidiana se les complica igual, porque muchos trabajan en otros lugares". Se dedican al comercio y a la producción textil.

 

 

Redacción

 

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