El no respeto a las víctimas y sus familias

No habían pasado minutos de que comenzara a trascender en los medios de comunicación locales y nacionales la noticia del femicidio de Johana Galdeano, que comunicadores y comunicadoras se zambullían exasperadamente en sus redes sociales para buscar y comenzar a difundir sus fotos, que al parecer, mientras más sexy y en pose estuviera, más servían para el objetivo de darla a conocer. ¿Para qué? ¿Por qué a la víctima? ¿Por qué no al femicidia Juan Carlos Solalinde?

Desde la Mesa de Género de El Diario de la República, con desconcierto, nos preguntábamos y debatíamos por qué sigue sucediendo. Es que ya a esta altura, con la perspectiva de género atravesando todos nuestros ámbitos laborables, se sigue cometiendo el mismo error de revictimizar a la víctima y de no tener ni un ápice de empatía con esa familia que queda destrozada.

Ante estas situaciones, las recomendaciones de buenas prácticas periodísticas son accesibles y se las consigue fácilmente en internet, entre ellas, la guía de “Tratamiento respetuoso para abordar la violencia contra las mujeres”, de la Defensoría del Público que sugiere, entre otros aspectos, evitar la obtención de la imagen o la voz de una mujer en situación de violencia sin el consentimiento explícito de la persona o su familia, prescindir de abordajes que estigmaticen, culpabilicen, descrean y/o sexualicen a las mujeres en situación de violencia y proteger la intimidad y dignidad de la persona para evitar su revictimización mediática.