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Buscan que el tomate vuelva a tener "gusto a tomate", como antaño

Especialistas del INTA, la Fauba y el Conicet bucean en la genética para encontrar una fórmula muy añorada.

Por redacción
| 02 de junio de 2021
Híbridos. Los tomates que se comercializan a gran escala no tienen el gusto de antes e intentan recuperar este aspecto.

Es cada vez más común en los últimos tiempos conversar con muchas personas y recibir la misma definición: "El tomate no tiene gusto a nada". Por eso se valora tanto el de huerta, dado que trae reminiscencias de un tiempo que parece olvidado. Pero hay buenas noticias: un trío de especialistas del INTA, la Fauba y el Conicet está detrás del eslabón perdido, la vuelta del tomate con gusto a tomate, como antaño.

 

 

"Hace tiempo la pérdida del sabor del tomate nos ha llegado como una demanda insistente. Y aunque sabemos que gran parte se debe a la forma en que se produce y se comercializa, consideramos que el mejoramiento genético alguna responsabilidad tiene sobre esa pérdida", cuenta Gustavo Schrauf, profesor titular de la cátedra de Genética de la Facultad de Agronomía de la UBA, a Bichos de Campo.

 

 

"Un día Fernando Carrari, investigador del Conicet, apareció en la cátedra con una enorme colección de semillas que en su mayoría eran de tomates cultivados a principios y mediados del siglo pasado en la Argentina y ahí todos pensamos que estaba la posibilidad de recuperar el sabor perdido. Estas semillas provenían de diferentes bancos de germoplasma, de Estados Unidos y Alemania, donde habían sido guardadas y multiplicadas durante varios años: la falta de sabores diferentes en los frutos también va acompañada de falta de diversidad en otros caracteres importantes para el cultivo y producción de esta hortaliza, y recuperar el acervo genético podría ser un buen punto de partida", agrega Schrauf.

 

 

La recuperación de tomates antiguos consiste en multiplicar esas semillas para evitar la pérdida de esa diversidad y luego, en una segunda instancia, hacerla circular nuevamente por los diferentes espacios productivos como quintas, huertas comunitarias o instituciones públicas, con el fin de intercambiar con ellos información sobre estas variedades otorgadas. "Son materiales coleccionados en huertas y campos de productores antes de la aparición de tecnologías asociadas a la horticultura moderna (invernaderos, fertilizantes, uso intenso de fitosanitarios e híbridos). Los multiplicamos en el campo experimental de la Fauba e hicimos una prueba masiva de degustación con más de 600 personas. La conclusión fue que muchos de los materiales antiguos fueron los que más gustaron", relata Carrari.

 

 

Lo que les falta comprobar es si son tomates que pueden perdurar en el tiempo, algo que dictaminarán los ensayos. "Para un huertero que autoconsume ya tienen un valor importante los materiales antiguos, porque tienen sabor. Y para un productor que comercializa en cercanía consideramos que también son materiales interesantes. Todavía no evaluamos, debido a las restricciones que impone la pandemia, la vida poscosecha de todos los materiales, pero pensamos que esa es una de las características a mejorar, así que quizás para un productor en lejanía no serían materiales elegibles", advierte Schrauf en la despedida.
 

 

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