Benjamín Sauno y Delfina Olivari, frutos nobles de la perseverancia

A sus primeros años de adolescencia, Benjamín Sauno y Delfina Olivari los viven con las zapatillas de danza como compañeras fieles. Los dos bailarines de ballet, que tienen 13 y 14 años, hacen del ballet un estilo de vida, más allá de los tiempos turbulentos que viven los artistas en pandemia.

Los adolescentes, luego de una ardua tarea de perfeccionamiento y ensayos, fueron seleccionados para participar del concurso internacional Gran Premio Internacional, que se realiza en Argentina y selecciona los mejores bailarines de toda Latinoamérica para acceder a prestigiosas becas de alto rendimiento.

Siento mucho orgullo por la dedicación, porque en tiempos complicados mis alumnos apostaron a la danza". Lali Torres Cappiello, directora del estudio de danza Balletto.

 

Benjamín y Delfina, quienes son alumnos del estudio de danza Balletto dirigido por la profesora Lali Torres Cappiello, pasaron la primera etapa y comenzaron a ensayar para llegar a la segunda y más importante que será en octubre, en la que se encontrarán con un jurado que evaluará su participación. Los bailarines deberán presentar coreografías y variaciones de danzas específicas para poder quedar entre los mejores y así recibir las diferentes becas que propone el certamen.

Detrás de tanta competencia y perfeccionamiento existen dos historias de vida que cautivaron a la profesora por el esfuerzo y el entusiasmo que sus alumnos le ponen a la vocación.

Por un lado, se encuentra Benjamín, quien empezó a bailar en plena pandemia y aún no conoce la experiencia de bailar en un escenario. "Es un joven muy talentoso que apostó a la danza en tiempos en los que muchos quedaron desalentados", agregó su maestra.

Por el otro, se encuentra Delfina que diariamente viaja desde Villa Mercedes para tomar sus clases y seguir con los ensayos. "Me organicé con el colegio, que cuenta con la posibilidad de elegir la modalidad virtual para seguir estudiando, y poder tomar la mayoría de clases que se pueda para seguir creciendo", contó Delfina.

Los comienzos en la danza de ella fueron a los 4 años gracias a su madre que la llevó a su primera clase de ballet. Luego tuvo la posibilidad de entrar a Balletto y mantuvo su constancia también en pandemia, cuando la virtualidad llegó.

"A mis colegas les diría que sigan en camino, la danza nos da la posibilidad de sacarnos de nuestro encierro y aunque se torne complicado es satisfactorio y nos olvidamos de los problemas del mundo porque es algo que nos hace feliz", expresó Delfina.