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Arsénico: un enemigo imperceptible en el agua

María Martha Barroso dirige una investigación para combatirlo. Habló con la revista sobre cómo impacta en la agricultura y la ganadería, y el trabajo que realizan en el sur provincial.

Por María José Rodríguez
| 18 de julio de 2021
Equipo. Barroso, la directora del proyecto, junto a la codirectora, Daniela Curvale.

La mayor amenaza que representa el arsénico para la salud reside en que puede estar en el agua para consumo humano o de animales; para preparar alimentos o para regar cultivos. “Este semimetal se puede comportar de diferentes maneras, de acuerdo al ambiente en el que se encuentra. En San Luis, la presencia de arsénico en el agua no es producida por el hombre, sino que se da de naturalmente, específicamente en el sur de la provincia donde abocamos nuestro trabajo”, indicó la ingeniera y doctora en química, María Martha Barroso, quien dirige el proyecto “Aguas de consumo en comunidades rurales de San Luis: El arsénico como contaminante”, de la Universidad Nacional de San Luis.

 

Principalmente en lo que Barroso trabaja junto a su equipo de investigación es en caracterizar aguas con arsénico. A través de la iniciativa buscan resolver los problemas que genera la presencia del elemento en el agua, sobre todo en el sur de la provincia donde hay un mayor riesgo. Una de las soluciones es realizar el proceso de ósmosis invertida.

 

“No se trata de una contaminación, sino que en realidad las concentraciones en las que se encuentra generan problemas de salud”, aclaró y agregó que en otras partes del mundo hay arsénico debido a la actividad minera, el uso de agroquímicos, se lo utiliza como conservante de madera, sirve para los tintes de vidrios o colorear las linternas láser, entre otros usos. Pero quizá el más sorprendente es que “al oxido de arsénico (trióxido de arsénico 2) se lo utiliza como tratamiento contra la leucemia. Esto puede causar sorpresa porque es quizá el mismo elemento el que produce el cáncer”, añadió. 

 

 

El límite permitido por la Organización Mundial de la Salud para el consumo de arsénico es de 0,01 miligramo por litro de agua.

 

 

El límite de arsénico permitido en la concentración de agua de consumo es 0,01 miligramo por litro, según la Organización Mundial de la Salud.

 

“El consumo continuo de arsénico en el agua o a través de alimentos genera varias enfermedades como problemas en la piel, en el aparato respiratorio, en los órganos blandos, como el páncreas, los riñones y los intestinos. El último estadio de la enfermedad es el cáncer. Es tan importante estar atentos porque existe la enfermedad y se llamaHidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (Hacre)”, aseveró la especialista.

 

Barroso explicó que el arsénico es acumulativo, “una vez que ingresa al cuerpo humano o de un animal no se excreta, no se libera, sino que se acumula en los órganos blandos como el hígado, el páncreas, en los intestinos y de la misma manera actúa en el ganado en aquellas zonas en las que se detecta el semimetal en el agua, va directo a lo que tanto nos gusta, las 'achuras”.

 

A través del riego también se almacena en los cultivos, aunque depende de la variedad de la planta. “Existen ciertas especies que bioacumulan el arsénico y otras que lo pueden liberar. Algunas lo captan a través de las hojas y pueden eliminarlo a través de la raíz o la cáscara, pero hay otros que no, y nuestro estudio está enfocado en aquellas en las que se va acumulando”, afirmó y agregó que por lo general permanece en cultivos “que poseen almidón, como la papa. Por esto los productoes deben hacer determinaciones para vender los productos y para analizar la concentración de arsénicos dentro de una verdura”. 

 

“Los de hojas verdes poseen una alta acumulación de arsénico como la acelga, la achicoria o la rúcula. Y hay cereales que se caracterizan por las altas concentraciones del elemento, uno de ellos es el arroz”, indicó Barroso y destacó que todo depende siempre de la zona en la que se trabaje la tierra: “Es importante analizar el suelo en el que se produce y el agua que se utiliza para riego. También se puede estudiar cómo interacciona la planta porque si existe arsénico y uno no lo puede cambiar, hay que observar el comportamiento de la planta”.

 

“Es un problema grave, no en San Luis, sino en otras partes del mundo en las que se produce, por ejemplo, el arroz que tiene concentración de arsénico en el grano”, aseguró.

 

La investigadora explicó que están enfocados en el sur de San Luis porque detectaron altas concentraciones de  arsénico en el agua. “Trabajamos en Buena Esperanza, Nueva Galia, Fortuna, Unión, Batavia, Fortín El Patria, Lavaisse y Río Quinto.

 

En algunas zonas hay más que en otras y lo más preocupante es que es en agua de consumo humano. La gente quizá no toma de la canilla y compra envasada, o busque en el Municipio, pero la usan para beber y no para cocinar, por eso es muy importante hacer hincapié en que se tiene que cocinar con el agua segura que distribuyen los municipios”, afirmó.

 

“En las grandes ciudades como San Luis capital, Villa Mercedes y en La Punta no hay problemas. Hay otras cosas, cuando digo otras cosas me refiero a microorganismos, sólidos, disueltos o sales, pero nada grave, nada que provoque lo que el arsénico sí”, especificó y continuó con el mapeo: “Al norte de la provincia hay ciertos puntos en los que detectamos, estamos trabajando con el INTA, junto a la compañera bromatóloga, Flavia Quevedo, y ella planteó un proyecto dentro del nuestro, en el que busca determinar arsénico en toda la zona norte. Comenzó por Santa Rosa, Merlo, Concarán, Tilisarao y Naschel, en esa zona aparentemente hay”.

 

El sudeste, en alerta
“Para llevar tranquilidad podemos decir que la solución en mayúsculas es contar con plantas de ósmosis inversa, que ya tienen algunas de las intendencias del sur de San Luis, son muy caras y requieren de un mantenimiento costoso. Otra opción es instalar un destilador solar en los campos para el agua que toman los animales, con un destilador sí se quita el arsénico del agua, porque el semimetal no se evapora, y el residuo queda en el envase. Ojo que no es lo mismo evaporar que hervir”, aclaró Barroso. 

 

Para la especialista lo más importante es que la gente se informe y conozca la problemática. Asegura que el peligro que representa el arsénico es cuando hay consumo a través del agua, pero no hay riesgos al bañarse o lavarse las manos. 

 

“Con Daniela Curvale (la codirectora del proyecto de investigación) estamos trabajando en el límite de detección regido por la OMS, si hay menor cantidad de arsénico no lo sabemos”, explicó y siguió: “Empezamos trabajando dentro del Departamento de Minería con un proyecto de extensión en el que íbamos, cuando no había pandemia por COVID-19, a dictar talleres a diferentes escuelas rurales difundiendo esta problemática, y con las intendencias que ya tienen sus plantas de ósmosis inversa”. 

 

Además el año pasado, junto al INTA, las investigadoras de la UNSL organizaron charlas virtuales que tuvieron diferentes enfoques: “Lactancia materna y Arsénico”, “Arsénico en el Sur de San Luis: Factores geológicos e hidrogeológicos” y “Materiales para el tratamiento de arsénico”, entre otras.

 

 

En Lavaisse. El equipo de investigación brindó charlas sobre arsénico en las intituciones educativas.

 

A los más chicos les enseñaron a armar sus dispositivos caseros para quitar el arsénico: “Es muy simple, en una botella de plástico hay que poner una esponja de lana de acero, que todos conocemos como virulana, y una cucharadita de jugo de limón. Después hay que poner el envase al sol durante seis horas y dejarlo reposar toda la noche. No hay que sacudirlo. Al día siguiente se filtra el agua con papel o lienzo y así se puede tomar agua libre de arsénico. Se le pueden agregar dos gotas de lavandina por litro y así queda lista para consumir”, explicó la doctora en química.

 

 

Los próximos pasos
A través del proyecto multidisciplinario, la directora María Martha Barroso  cuenta con el aporte y el conocimiento de trece profesionales. Juntos buscan desarrollar tecnología viable para eliminar el semimetal, bajo el punto de vista económico y ambiental. 

 

“Nuestro interés es dar una solución al problema social que afecta la salud de los pobladores rurales de la provincia de San Luis. Considero que esta es la manera de devolver, retribuir y agradecer a la población. Aportar una solución es nuestro deber como parte de la sociedad y de la institución”, expresó. 

 

Barroso especificó que apuntan a desarrollar un sistema para tratar el agua de consumo humano que tenga altas concentraciones de arsénico, “la manera de hacerlo es utilizando materiales absorbentes de bajo costo como la lana de acero, el carbón activado o arcillas, que en columnas de lecho fijo se realicen combinaciones de empaquetamiento hasta alcanzar óptimos valores de remoción. Este dispositivo podrá ser colocado en las viviendas rurales”, explicó. 

 

 

Nuestro interés radica en brindar una solución al problema que afecta la salud de los pobladores rurales del sur de la provincia”, dijo María Martha Barroso, ingeniera y doctora en Química, investigadora de la UNSL.

 

 

Este trabajo “será atravesado por la sustentabilidad del proceso por distintas metodologías de reutilización de los materiales absorbentes. Además, se realizarán muestreos de aguas de consumo humano y animal en las zonas de la provincia de San Luis que padecen esta problemática. Asimismo, se realizarán estudios de cocción de alimentos como el arroz, que constituye la base de la dieta de la mitad de la población mundial y porque hay muchos alimentos infantiles que se preparan con él”, indicó la ingeniera y adelantó que desarrollarán un protocolo de cocción de cultivos.

 

Por su parte, el Gobierno de San Luis proyecta la construcción del Acueducto del Este, que será importante para combatir el hidroarsenicismo del sur y se extenderá a través de 890 kilómetros.

 

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