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Olimpíadas con condiciones desfavorables para las mujeres

Sexualización del vestuario, maternidad y abusos sexuales entran a la agenda de temas junto a los deportivos.

Por redacción
| 01 de agosto de 2021
Protesta. Una gimnasta del equipo alemán, con traje completo. Foto: Agencia EFE.

(Sofía Pons)

 

Cada cuatro años celebramos el mayor encuentro deportivo del mundo: los Juegos Olímpicos. No hay país que no esté orgulloso de sus delegaciones y deportistas, pero ¿qué pasa con las organizaciones que nuclean y entrenan a las competidoras? Existen tres problemáticas alrededor de las mujeres deportistas: la sexualización a través de la indumentaria, la falta de condiciones en torno a la maternidad y los abusos sexuales. 

 

La semana pasada se viralizó la imagen de la selección noruega de beach handball femenino, que quería usar pantalón corto, al igual que los varones, en vez de la bikini. La federación noruega apoyó a sus deportistas, pero el ente internacional no estuvo de acuerdo y las multó con 50 euros a cada una por presentarse sin el uniforme estipulado en un partido ante España.

 

 

 

La selección alemana de gimnasia artística realizó un reclamo similar: dejó la clásica malla y se presentó a competir en el Campeonato de Europa y en los Juegos Olímpicos de Tokio con indumentaria que cubría las piernas. La competidora Sarah Vossi dijo que buscan tener la libertad para elegir con qué traje presentarse. Si bien estos uniformes no estaban prohibidos, solo se podían usar por motivos religiosos.

 

En la natación también les prohibieron a las mujeres competir cómodas. Una marca de gorros de látex desarrolló uno más grande para brindarles mayor comodidad a las nadadoras afrodescendientes, pero la Federación Internacional de Natación no permitió su uso, sin explicar los motivos.

 

Tokio 2020 son los Juegos Olímpicos con mayor participación de mujeres en la historia de esta competencia, con un 49% de atletas femeninas sobre el 45% que se había alcanzado en Río 2016.

La lucha por dejar atrás la sexualización a través de la indumentaria toma fuerza. Sin embargo, la industria de la ropa deportiva también se mete en la maternidad de las deportistas. La atleta estadounidense de velocidad Allyson Felix se enfrentó a una de las marcas de zapatillas más reconocidas porque quisieron reducirle el 70% de su paga por estar embarazada.

 

La atleta le solicitó a la marca que no fuera castigada si después de parir no tenía el mismo rendimiento y la empresa no aceptó su pedido. En 2019, la competidora logró que las marcas garanticen en sus contratos el pago sin reducciones ante embarazos y mejores acuerdos de trabajo.

 

Las condiciones laborales en torno a la maternidad en el deporte carecen de trato humano y empatía. La basquetbolista canadiense, Kim Gaucher, manifestó que no podría participar de los JJ.OO. dado que no le permitían llevar a su hija que está en edad de lactancia. Según la deportista, le comunicaron que no permitirían excepciones por la situación sanitaria. Después del reclamo permitieron que las madres llevaran a sus hijos e hijas “solo de ser necesario” y el mensaje no fue bien recibido por la comunidad de atletas. “Somos madres olímpicas y les decimos, es necesario”, tuiteó la futbolista Alex Morgan.

 

Las condiciones que puso el gobierno japonés, según contó la nadadora española Ona Carbonell, eran que su pareja debía alojarse en un hotel junto con el bebé durante 20 días, sin salir de la habitación. Mientras que la deportista debía estar en la villa olímpica y tendría que trasladarse todos los días al hotel.

 

Gaucher decidió ir a Tokio con su familia y Carbonell no. Otro caso es el de la deportista británica de tiro con arco Naomi Folkard, quien tiene una bebé de seis meses a la que no verá por 15 días debido a su participación en las Olimpiadas, por lo que en un mes se extrajo 75 bolsas de leche para dejarle a su hija.

 

La tercera problemática, y la de mayor relevancia, es la de los abusos sexuales por parte de entrenadores y médicos, como es el caso de la selección estadounidense de gimnasia. Una de las víctimas fue Simone Biles, quien junto con más de 100 gimnastas denunció los abusos del médico Larry Nassar.

 

La nadadora olímpica de Estados Unidos, Ariana Kukors, en 2018 también denunció que su entrenador había abusado de ella desde que tenía 13 y durante una década. En los dos casos las federaciones sabían de los abusos e iniciaron investigaciones que fueron catalogadas como fraudulentas.

 

¿Hasta cuándo las deportistas deberán soportar este tipo de situaciones mientras van en busca de sus sueños representando a todo un país de manera internacional? ¿Hasta cuándo las federaciones mirarán para otro lado?

 

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