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Seba Crismanich, campeón y referente del taekwondo

Logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Londres 2012 y se retiró antes de lo esperado por una serie de lesiones. Pero su vida siguió ligada al deporte: es dirigente, brinda charlas y capacitaciones, y junto a su hermano lleva adelante una academia del deporte que tanto ama.

Por redacción
| 13 de julio de 2019

Cuenta la historia que un niño correntino de 8 años, tras presenciar una charla del regatista olímpico Carlos “Camau” Espíndola, llegó a su casa y le dijo decidido a su mamá: “Quiero ser campeón olímpico”. 

 

Muchos años después, la misma persona rememora el momento, “y mi vieja me dijo que podía lograrlo. Quizá se rió por dentro pero su respuesta fue segura, clara. Me dijo que si me esforzaba era posible. Ella me veía disciplinado, le ponía ganas a todo lo que hacía y además en el colegio me iba bien”. El protagonista es Sebastián Crismanich, quien 18 años después de aquella corta charla con su madre, logró la medalla dorada en taekwondo en los Juegos Olímpicos Londres 2012. “No debemos minimizar las ilusiones de un niño. A veces damos respuestas que lo marcan para siempre, para bien o para mal. Tenemos que ponernos en su lugar. Hoy yo tengo una hija y asumo ese compromiso de que cada cosa que digo y hago tenga un buen mensaje”, agregó. 

 

Crismanich llegó el miércoles a la provincia para transmitir sus experiencias y seguir de cerca el campus de entrenamiento con miras a los Juegos Olímpicos de la Juventud Dakar 2022 que tuvo lugar en el Ave Fénix y en el Campus de la ULP. 
Además, ayer brindó una charla en el complejo de Juana Koslay junto al reconocido entrenador de vóley Carlos Getzelevich. El correntino habló de “El camino hacia la medalla olímpica”. 

 

 

Como si fuera ayer

 


El recorrido hacia el oro se fue construyendo con muchos años de sacrificio y perseverancia. Sebastián siguió los pasos de su hermano mayor Mauro –bronce en el Mundial de Copanhague 2009- y empezó a practicar taekwondo cuando tenía solo 8 años. Muchos años después, sus habilidades en la disciplina comenzaron a ser populares tras los éxitos conseguidos en 2011, en donde logró la medalla dorada en los Juegos Panamericanos Guadalajara y la clasificación a los Juegos Olímpicos tras una gran actuación en el preolímpico de Querétaro. 

 

El 10 de agosto de 2012, en Londres, fue el gran día en la vida de Crismanich: alcanzó la gloria tras vencer en la final al español Nicolás García Hemme y se colgó la dorada en su pecho. “En un Juego Olímpico pasa algo muy raro. Uno se prepara para ser campeón pero también es consciente que clasifican solo 16. Y la realidad es que de esos, 13 o 14 teníamos nivel para una final olímpica”, contó. Tras una pausa, Sebastián continuó, “la diferencia se crea ese día de competencia, en esa situación, en ese contexto. Quizá si se hacía un día después, hoy estamos hablando de otra cosa. Es aprovechar todo lo que pasa en esa jornada. Yo sabía que estaba preparado para estar en una final olímpica. Venía de derrotar a campeones olímpicos y mundiales. No solo era una ilusión, podía ser una realidad”. 

 

Por lo general, el éxito deportivo les cambia la vida a las personas. Su popularidad aumenta y la exposición no es la misma. “Nunca me subí a la fantasía. Siempre tuve los pies sobre la tierra. Tuve claro quienes estuvieron siempre y quienes eran los amigos del campeón. Mi equipo de trabajo y mi familia fueron prioridad antes y después de la medalla; como así también antes y después de la lesión. De todas maneras, el logro me abrió puertas, y conocí mucha gente con buenas intenciones”, contó.

 

 

El retiro anticipado

 

Cuatro años después de su mayor logro tenía la intención de defender el título en Río 2016, pero pocos días antes de que comiencen esos Juegos tomó la decisión de retirarse del alto rendimiento, con tan solo 29 años. 
“Las lesiones me hicieron tomar esa decisión. Empecé a tener muchas frustraciones, entre ellas no clasificar a Río, por no poder entrenar el tiempo que yo quería porque me lesionaba. No disfrutaba, no veía un progreso. Sabía que la alta competencia desaparecía de mi calendario. Me desmotivé, entonces quise volcarlo en algo en donde pudiera generar. Y allí aparecieron las academias a nivel nacional”, explicó. 

 

Entonces empezó una nueva vida para el campeón olímpico, siempre ligada a la disciplina que tanto ama, el taekwondo. “Las puertas se fueron abriendo después de mi logro en Londres. También fui capacitándome en otras áreas que me fueron causando curiosidad, como es la gestión deportiva.

 

Encontré un lugar que me agrada, en donde me siento cómodo y me gusta generar cosas. En cada posición que ocupo trato de generar cambios, siempre con la intención de brindar y crear herramientas que ayuden o colaboren para que el proceso de un atleta sea el más acertado. No estamos en el primer mundo pero intentamos que las falencias sean las menores posibles. Y a nivel empresarial, desarrollar la Academia de Taekwondo junto a mi hermano Mauro, en Buenos Aires y Corrientes; y con la posibilidad de abrir algo en San Luis después de algunas reuniones”, contó. 

 

“Podés lograrlo”, la frase que escuchó de niño y nunca olvidó Sebastián Crismanich. Aquella vez, la respuesta fue quizá más importante que el deseo de “ser campeón olímpico”. Le dio esperanza, fuerzas para perseguir ese sueño y con los años... cumplirlo. 

 

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