Orozco-Barrientos en San Luis: Si navegar es preciso

A pocos minutos de comenzado el recital del domingo al mediodía en Lo de Peky, Raúl “Tilín” Orozco tuvo que advertirle a una espectadora que estaba a punto de llorar. La mujer, sentada en la primera fila y de repetidas intervenciones en el resto de la jornada (pidió temas, recitó un cogollo y bailó con el guitarrista), solo había dicho: "Viva Fortín El Patria”.

La pequeña localidad del sur sanluiseño representa una etapa muy cara al sentimiento de Orozco, el excelente guitarrista que cubre, en las convenciones, la mitad folclórica de Orozco-Barrientos. “Tilín” pasó su infancia en ese pueblo sanluiseño y, según recuerda cada vez que puede, fue muy feliz por entonces.

El dúo mendocino regresó a la provincia para hacer una pequeña gira que terminó en la peña de Potrero de los Funes y que había empezado el sábado a la noche en Merlo. “Vamos a hacer de cuenta que es domingo, vamos a hacer de cuenta que estamos vivos”, dijo en las convenciones Fernando Barrientos, la mitad rockera del dúo.

A las guitarras, a la potencia de las canciones, al amor por la música cuyana, a la prepotente entrada a la world music y a esa mística que el grupo supo armar hace 30 años, de un tiempo a esta parte hay que sumarles el humor que Orozco y Barrientos demuestran en sus presentaciones en vivo. Cada uno con su estilo, los comentarios que los mendocinos hacen sobre el escenario tienen el nivel de cualquier stand up en parejas. "Vamos a afinar, a pedido del público" es un ejemplo de la fina ironía, que se mezcla con la humildad y el talento para completar las cualidades de la propuesta.

 Atentos a no romper los protocolos, los músicos encontraron en el dueño del local a un esforzado colaborador que estuvo atento a todos los detalles para evitar transgredir las reglas. En la tan mentada “nueva normalidad”, el convite de vasos de vinos —un ritual tan afecto a los cuyanos— no está permitido y tanto el propietario como los integrantes del dúo tuvieron que frenar al público en varias ocasiones.

En cuanto a lo musical, Orozco-Barrientos volvió a San Luis con casi todos sus clásicos (fue rara la exclusión de “Celador de sueños” de su lista de temas) y el homenaje a muchas de sus influencias, con Félix Dardo Palorma a la cabeza.

Se sucedieron con la misma respuesta eufórica del público “Los dos perros” —cada vez más afirmada en su condición de himno—, “Pulpa”, “Coplita al viento”, “Pensando en ella” y “Pintadita”, que tuvo la presencia de los merlinos Maximiliano Lucero en violín y “Pepo” Brandán en percusión, impecable como siempre e invitado en el escenario hasta el final del recital.

Antes de “Las Catitas” y “Chilenitas”, dos temas que justifican el eslogan sobre el encuentro rockero y folclórico con el que se publicita el grupo, realizaron una emocionante versión de “El cigarrito”, el clásico de Víctor Jara, que formará parte del prometedor cuarto disco del grupo, previsto, por fin, para antes de fin de año.

Redacción/ MGE