“A veces se me lee de manera equivocada, no hago periodismo partidario”
El periodista de espectáculos más político del país asegura que por lo único que milita es por la libertad y la constitución. en una entrevista con Cooltura habló sobre el momento en que se sintió orgulloso de su labor y de la relación que lo llevóa escribir "...Y un día Nico se fue".
Osvaldo Bazán tiene un gesto característico que se distingue en muchas de sus fotografías. El periodista suele inclinar levemente su cabeza hacia la derecha para esbozar una leve sonrisa, un tanto torcida, que cuando es poco pronunciada podría confundirse con una mueca ambigua. Sin embargo, lo opuesto a ambiguo es su manera de pensar y analizar tanto el periodismo como la política.
Desde su primer escrito, la novela “...Y un día Nico se fue”, hasta el último libro que publicó el año pasado, “Seamos libres”, el periodista atravesó distintos temas sensibles al público de ese contexto histórico. La homosexualidad en los 80 y 90 en el interior del país y el resultado de las últimas elecciones para presidente son algunos ejemplos.
Al final de cuentas, Osvaldo parece ser el periodista de espectáculos más político de los últimos tiempos. Según él, su sello distintivo y lo que le permite escribir sobre el tema es, paradójicamente, el estar alejado de las oficinas estatales y del Congreso.
—Hiciste cuatro novelas, un libro de periodismo de investigación y uno político. Con un repertorio tan variado, ¿cuál es tu móvil para escribir?
—Cada vez es algo distinto, las novelas fueron escritas porque surgió una idea y pude ir tirando del hilito hasta ver qué pasaba. En cuanto a "La Historia de la homosexualidad en Argentina", lo hice en los 2000; me interesaba mucho el tema porque sabía que no había casi nada escrito. Fue así que me puse a investigar periodísticamente como si fuera una nota muy larga, porque son más de 500 páginas, sobre el desarrollo de la homosexualidad desde antes de la llegada de Colón a América hasta el matrimonio igualitario. Nació de un interés propio de ir sabiendo e ir escribiendo al mismo tiempo. Después, con “Seamos libres”, se me dio la oportunidad de ver a largo plazo lo que había pasado con esos temas de política que escribía todos los domingos en forma de columna de opinión para un diario. Los tomé y los fui desarrollando, fue un muy lindo trabajo que nunca había hecho. Si bien hago periodismo desde los 80 nunca había sido tan claro con temas de actualidad.
—¿Cómo fue el paso del periodismo de espectáculos al político?
—Fue un poco de casualidad y de voluntad propia. A mí siempre me interesaron los temas de actualidad y los políticos. Como periodista uno no siempre elige sobre qué escribir o dónde trabajar, uno va a donde hay trabajo y hace lo que puede. En mi caso fue más del lado del espectáculo y la cultura, en el que siempre me sentí muy cómodo y muy tranquilo. Si bien me gusta mucho no es que no hubiese querido hacer otras cosas, simplemente no se dio.
—Hasta que se dio…
—Fue algo muy natural, hubo un momento en que, a través de las redes, me fui manifestando cada vez más y entonces en los medios que trabajo me dijeron hablá también de eso si querés. Así empecé a tocar la política. Lo sentí constructivo y que había gente que estaba interesada en lo que podía contar.
—¿Considerás que se puede hacer un periodismo militante?
—Todos hacemos periodismo militante, que no está mal, la diferencia está cuando es partidario. No sé cómo se lee, pero sé que a veces se me lee de manera equivocada, yo no hago periodismo partidario, pero soy militante de la constitución y la libertad. Teniendo eso en cuenta, creo que es una obligación para cualquier ciudadano, todo aquello que atente esas dos cosas por supuesto me va a tener a mí militando en contra. En eso soy muy claro y creo que es una obligación de todo periodista. Ahora, si eso se lee como partidario no es mi problema, yo no he hecho un periodismo partidario y no lo hice nunca.
"La homosexualidad fue pecado, enfermedad y delito, tres maneras de desafiar al poder de turno"
—“Seamos libres” tiene mucha preponderancia de lo político, pero también abunda lo literario
—Eso pasa por de donde vengo, por toda mi formación y mi manera de escribir. No me considero un periodista político, entonces no es que tenga fuentes del Gobierno y después otra en off o me paso horas en el Congreso. No es lo mío, sino que lo que yo hago está más cercano a una visión de la sociedad. A mí me importan más las tranzas de los políticos, lo que eso produce en la gente y cuál es su respuesta. Mis fuentes son más las señoras en la cola del supermercado que el ministro en su escritorio. Soy una persona que vive en un departamentito, que tiene que hacer las compras y pagar los impuestos. Me pasan cosas que le suceden a la gente de la clase media, que es lo que yo soy. Cuando me llega la boleta de la luz o voy al supermercado y todo aumentó mis sensaciones son las mismas que las que le pasan a la mayoría porque no voy por la vida en helicóptero.
—En el libro nombrás a Cristina Fernández como “Presidenta-vice”, ¿por qué?
—Me gusta jugar con los conceptos en ese punto. Gran parte de la población considera que el país está manejado por Cristina y no por Alberto Fernández. Entonces me pareció una manera muy clara de decirlo con simplemente dar vuelta las palabras.
—¿Coincidís con ese pensamiento?
— Sí, totalmente. Ahí sí hay una postura personal con lo que eso representa. Digo Presidenta-vice sabiendo que se lee así.
—Mencionas a la televisión y a conductores como Marcelo Tinelli, ¿creés que trabajaron para que la fórmula Fernández ganara las elecciones?
—No sé si conscientemente lo hicieron y tampoco me parece mal. Cada cual tiene derecho a apoyar lo que sea. Los partidos son legales en Argentina; entonces cualquiera que quiera expresarse a su favor me parece que está en todo su derecho. Sí creo que gran parte de la colonia artística expresó claramente sus deseos de que Alberto Fernández fuera presidente. Fue algo público y notorio y no me invade el recalcarlo.
—En tu libro "Historia de la homosexualidad en Argentina" hay un pasaje que dice: “En la historia se crearía una tensión clásica entre poder y homosexualidad", ¿a qué te referís?
—Fue escrito hace casi 20 años y la situación cambió radicalmente, pero hasta ese momento, por decirlo de manera simplificada, la homosexualidad siempre fue un problema para el poder. Cuando el poder estuvo en manos de la religión, la homosexualidad era un pecado. A principios del siglo XX los científicos tomaron mucha importancia y pasó a ser una enfermedad, y desde el siglo XXI las naciones se organizaron de manera jurídica y se convirtió en un delito. Fue pecado, enfermedad y delito, tres maneras de desafiar al poder de turno. Siempre se usó a la homosexualidad como una manera de encontrar un enemigo fácil contra el que todos se podían unir.
—Durante el debate por el proyecto de Ley de Matrimonio Igualitario el en ese entonces jefe del bloque de Diputados Agustín Rossi terminó su exposición leyendo un pasaje de tu libro, ¿qué representó eso para vos?
—Fue muy impresionante ese momento, estaba trabajando en radio muy temprano así que me había ido a dormir y cuando me levanté a las 6 vi que tenía un montón de mensajes en mi teléfono diciéndome eso. Creo que es lo más importante que pude haber llegado a hacer como periodista, el haber incidido en la realidad de esa manera, no había sido mi intención originalmente. Además que, por su mensaje, más allá de cualquier partidismo político, porque él era del Frente para la Victoria, leyera un fragmento del libro me dio mucha alegría: el saber que, de alguna manera, estaba interpretando algo que pasaba en la sociedad.
—"...Y un día Nico se fue" es una historia de amor propia, ¿cómo fue el proceso de abrirse ante la escritura y al posterior e inevitable análisis del lector?
—Ocurrió en Rosario, donde viví seis años con Nico, que no se llamaba así porque su nombre original no lo dije nunca, y fue una historia que me marcó mucho. Tuvimos una relación que para nosotros siempre fue muy abierta, todos lo sabían y eso no era un problema. Él un día se fue y yo me sentía muy mal, entonces empecé a escribir casi como una cuestión de terapia. Después me di cuenta de que no solo hablaba de mí, sino de mucha gente. Se trata de la homosexualidad, en el interior del país, en las décadas del 80 y 90, muy distinto a como es ahora. Me pareció que tenía algo para contar y que le interesaba a la gente, no por original, sino justamente por común a otros. Entonces decidí escribirla con la mayor honestidad posible y hasta me di cuenta que se podía hacer chistes sobre eso. Lo conté siempre pensando que les podía interesar a cuatro o cinco amigos míos. El libro ya va por su sexta edición, se hizo una comedia musical y yo nunca lo pensé ni siquiera como un libro para publicar.
—¿En algún momento volviste a saber algo de “Nico”?
—Sí, pero muy eventualmente. Las cosas ya están muy pasadas, yo estoy en una relación hace ya 23 años. Representa un buen recuerdo y un amor de juventud.
—¿Conocés San Luis?
—Sí, fui al carnaval de San Luis con un programa de espectáculos que hacía; además vi la comparsa de Río de Janeiro y he ido a Merlo muchas veces de vacaciones y me parece hermoso.


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