“Manos a la obra” en busca de la equidad de género
Realizaron dos intervenciones según la Ley 26.743, sin necesidad de autorización judicial.
Para construir un mundo con equidad de género hay que poner manos a la obra. Y eso fue lo que hizo un grupo de ocho mujeres constructoras de la provincia, quienes tienen el proyecto de armar una cooperativa de trabajo para visibilizar la labor femenina y de disidencias en un rubro tradicionalmente de hombres. Esto les permitirá no solo ser reconocidas, sino también acompañarse, generar nuevos trabajos y sumar muchas más mujeres a la propuesta.
Según la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra), un 5% de quienes se desempeñan en el rubro son mujeres. La gran mayoría hace trabajos de albañilería. En el año 2012 hicieron la primera capacitación en salud con perspectiva de género, es decir, teniendo en cuenta la fisionomía femenina para cuestiones que tenían que ver con la seguridad, sobre todo por los diferentes momentos en los que trabaja una mujer, como por ejemplo durante la gestación y lactancia.
Lograr la equidad de género es lo principal para Anahí Quiroga Nassivera, la presidenta de la cooperativa que está en formación en la provincia. También lo es la inclusión de las mujeres, que a lo largo de su vida profesional como arquitecta pudo ver en las diferentes obras, aunque no tantas como le hubiera gustado. “Esto más que nada es para visibilizar, porque hay muchas mujeres que trabajan en obra y no están visibilizadas y la intención es regularizar la situación laboral, porque es muy precario, todo el oficio de la construcción lo es. Y generar capacitaciones para estas mujeres, para las que están trabajando y para quienes se quieran sumar”, destacó. “Nuestra idea es generar recursos y herramientas para que este trabajo sea más equitativo. Que sea un espacio de trabajo y formación. Hay mucha gente que conoce el oficio y quizás necesita reforzar conocimientos, conseguir matrícula, licencia. Queremos ser un nexo entre la parte de la formación y la parte práctica laboral”, detalló. En cuanto a la seguridad, la profesional explicó que no es un detalle menor, ya que usualmente en las obras no poseen ropa apta para mujeres y que tampoco hay baños en las obras destinados a ellas.
El grupo está conformado por ocho mujeres “albañilas, plomeras, ceramistas, electricistas”. La cooperativa todavía no está formalizada, ya que para eso todas deben ser monotributistas y algunas son miembros del Plan de Inclusión. “Lo que queremos es tener igualdad salarial y laboral. Puede costarnos un poco más desde el lado físico, pero no nos imposibilita para hacerlo. Yo creo que está el mito desde ese lado, pero porque el conocimiento genera mucha fuerza y poder. La albañilería se transmite y se aprende de estar en la obra, entonces es una cuestión que se hace para que la mujer no pueda acceder a ese ámbito y por lo tanto no pueda aprender y tomar espacios”, remarcó. Y recordó cuando realizaba junto a la Fundación Uocra talleres de capacitación para el Plan de Inclusión: “Eran para ser ayudante de albañilería y las mujeres llegaban muy entusiasmadas, pero al poco tiempo estaban limpiando la obra o cebando mates, porque los mismos compañeros las ponían a hacer eso. Es algo que es así siempre, incluso a mí como profesional me ha costado mucho pararme frente a la obra y que te respeten como mujer”.
Este oficio se transmite de generación en generación y tiene una claro sesgo de género. Entonces muchas mujeres están interesadas y no pueden aprender y a muchas otras se les dificulta ingresar al campo laboral. “Mi preocupación en particular con respecto a esto es que hay muchas mujeres que son cabezas de hogar y necesitan espacio en su vivienda. Lo que yo les decía es que es una herramienta para poder hacer y poder controlar tu trabajo. Conocer la seguridad en la obra, enseñar a leer un plano. El conocimiento siempre es una herramienta y mejora mucho la calidad de vida”, comentó la arquitecta.
Además del proyecto de cooperativa, elaboran junto a la Secretaría de la Mujer un registro único de mujeres en el rubro, para que empresas y quienes necesiten una trabajadora de este ámbito puedan consultar y así ganar visibilidad y trabajo.
Contrario a lo que se pueda pensar, Quiroga Nassivera aseguró que el prejuicio no está de parte de las empresas o contratistas. “No creo que cueste la inclusión por parte de las empresas o de quienes quieren contratar. Se va a generar muchísimo trabajo. Incluso se da el caso de mujeres que viven solas con sus hijos y no quieren que ingrese un hombre a hacer arreglos o adultos mayores que prefieren contratar mujeres”, dijo, y aseguró nuevamente que el tema de fuerza no es excusa, ya que “para hombrear bolsas de 50 kilos no se necesita fuerza, sino técnica”, y que, en caso de que se requiera, se trabaja en equipo.
La iniciativa de Anahí surgió porque siempre le interesó la parte social: “Estudié en la universidad pública y siento que tengo que devolver a la sociedad la oportunidad que yo tuve. He hecho muchos trabajos de relevamiento y es común encontrar 8 o 9 personas en un dormitorio, y pienso ‘¿cómo no se puede mejorar esto?’”.
Redacción / NTV.
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