"Tomé a Xiomi, pero ya estaba sin vida, quiero que se haga justicia"
Franco Rosales, papá de la pequeña atropellada, contó entre lágrimas la secuencia de esa noche fatídica y pidió justicia.
Angustiado, Franco Rosales, papá de Xiomara Rosales, la niña de 2 años que el pasado domingo murió en Villa Mercedes tras ser atropellada por un conductor alcoholizado que escapó, le contó a El Diario cómo sucedió la tragedia. “Yo tomé a mi hija Xiomi en mis brazos, pero ella ya estaba sin vida”, recordó entre lágrimas.
Dijo que aquella noche, cerca de las 20:30, llegó junto a la pequeña al domicilio de su suegra, en la calle Francia del barrio El Criollo. “Yo estaba en la puerta de la casa y bajé a la nena para que saludara. Yo estaba saludando y ella se quedó jugando en la vereda con unos vecinitos a la pelota, a un metro mío. Ahí también estaba Uriel, de 16 años, que es un tío de ella. Él estaba jugando con otra sobrinita. En ese momento a los niños se les escapó el fútbol a la calle y cuando me di vuelta, vi que Xiomi salió detrás de la pelota. Cuando quise ir a agarrarla vi que pasó un auto. Solamente vi que era rojo y sentí como un grito. No entendí nada en ese momento, miré para atrás y era mi hija. Me la habían atropellado”, relató.
Dijo que Alberto Chávez, el conductor de 70 años que embistió a su hija con el Fiat Palio, la golpeó con la parte delantera del vehículo. “No frenó ni la esquivó. La chocó, la pasó por arriba y siguió como si nada, ni siquiera intentó frenar después”, aseguró Rosales. E indicó que el hombre podría haber evitado embestirla dado que todo sucedió a mitad de cuadra, donde la iluminación es buena. Además, en ese momento no transitaban otros vehículos por esa calle, que es ancha y de doble mano.
Chávez está arrestado e imputado por “Homicidio culposo agravado”. Tenía 3,50 gramos de alcohol por litro de sangre el día del hecho, según el alcohotest que se le practicó tras su detención. El lunes fue indagado por la jueza Penal 3, Mirta Ucelay, pero por consejo de su abogado, Deolindo Pereyra, se abstuvo de declarar y solicitó una prórroga de la detención.
“Él la tiene que haber visto de frente a mi hija, estaba toda vestida con ropa clara. Tenía tiempo de esquivarla. Xiomi estaba a un metro y medio, aproximadamente, del cordón de la vereda. Cuando ella sufrió el primer impacto voló como un metro y medio y Uriel fue a agarrarla porque estaba más cerca. Ahí el tipo aceleró el auto y la pisó. Uriel me la puso en mis brazos y yo la llevé al hospital”, narró, angustiado. “Quiero que se haga justicia por mi hija”, pidió Rosales.
“En tono burlesco preguntaba si la había matado”
Gregorio Mill, tío de Xiomara, también dio su testimonio a El Diario. Contó que él fue quien logró interceptar a Chávez con la ayuda de vecinos, cuando escapaba de la escena.
“Estaba adentro de la casa cuando escuché que mi cuñado Uriel entró con la nena en brazos, bañada en sangre. Salí para la calle corriendo desesperado y este hombre (en referencia a Chávez) ya había avanzado más de una cuadra. Entre gritos, los vecinos me decían que ese auto rojo era el que la había atropellado. Encontré a un primo de mi esposa y él me llevó en su auto, un Ford K negro”, recordó.
Dijo que Chávez dobló por la calle Nelson y que detrás lo seguía la Amarok gris de un vecino que también intentaba detenerlo. “Lo alcanzamos en Chile y Vicente Dupuy. Nunca atinó a parar, siguió como si hubiera pisado a un perro. Cuando doblamos por la calle Juan B. Justo, el hombre de la camioneta nos señaló cuál era el vehículo de este hombre, le cruzamos el auto y ahí frenó. Bajé y le empecé a gritar que había matado a mi sobrina y él afirmaba que no había hecho nada. Queríamos lograr que bajara del vehículo, pero seguía en marcha”, evocó.
Como tenía miedo de que escapara, Mill intentó abrirle la puerta, pero no pudo, porque estaba trabada y tenía los vidrios levantados. “Entre el griterío se hizo un tumulto de gente y se reventó el vidrio del lado de él. Lo quise sacar, pero no pude, porque tenía el cinturón de seguridad colocado. O sea, salió a matar pero él se resguardó”, consideró Mill.
Dijo que la Policía tardó aproximadamente unos 20 minutos en llegar al lugar. “Él insistía con que no había hecho nada, preguntaba que por qué le rompíamos el auto y quién se lo iba a pagar. En ese momento llegó un Ford Focus negro y descendieron dos personas. Me di cuenta que eran policías porque estaban armados y ahí nomás cortaron el tránsito. Llegaron móviles, lo bajaron del auto y le quitaron las llaves. Él se apoyó en el auto, abrió los brazos y dijo '¿qué, la maté?', como haciéndonos burla. Lo esposaron y se lo llevaron”, contó con indignación.
“Un oficial le pidió que se callara porque la había sacado barata. Y él dijo que pedía perdón y que iba a pagar todo, o sea que él sabía lo que había hecho. Si hubiera sido un accidente de tránsito, como dice su abogado, habría atinado a parar. Pero no, él siguió su marcha como si nada y en tono burlesco preguntaba si la había matado. Por la desesperación, salí sin teléfono. Si bien me imaginaba lo peor, tenía la esperanza de que mi sobrinita estuviera bien. Dios o ella no quisieron que yo me enterara en ese momento que había muerto, porque si no, no sé qué hubiera pasado”, dijo.
Por último, también pidió justicia por su sobrina. “Quiero pedirle a la jueza que por favor tome cartas en el asunto, porque este tipo arruinó una familia. Nos mató en vida a todos. Solamente pedimos justicia, no queremos que nos paguen con dinero, porque eso no nos va a devolver a mi sobrina”, expresó.


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