23°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

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Las mujeres también miran, y producen, pornografía

La mexicana empezó como consumidora de contenido para adultos, luego decidió sumarse a la industria como actriz y, ante las falencias y falta de cuidados con las mujeres y sus cuerpos, se convirtió en productora.

Por Astrid Moreno
| 11 de diciembre de 2022
Redes. Julieta tiene un canal de YouTube donde habla de filosofía, hace vivos por Twitch y vende contenido en OnlyFans. Foto: Internet.

Las cámaras apuntan a la escena que tiene como protagonista a una pareja. La utilería está en su lugar, la escenografía fue revisada en cada mínimo detalle y el director le indicó precisamente qué quiere a sus actores. Hasta ahí podría ser cualquier película; sin embargo, en cuanto el acto sexual se explicita, pasa a ser un filme de contenido para adultos o más vulgarmente conocido como “porno”.

 

Según un estudio realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en Argentina ocho de cada diez personas consumen pornografía. En cuestión de géneros la brecha es corta, lo hace el 93 por ciento de los hombres y el 71 por ciento de las mujeres.

 

El término pornografía proviene del latín y combina las palabras “prostituta” e “ilustración”, mientras que la RAE la define como “presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación”; pero para Julieta Venus, actriz y productora de contenido para adultos, es arte. La mexicana sostiene que, al igual que el cine convencional, tiene géneros. En vez de drama, comedia o ciencia ficción se clasifican en MILF (que se traduce como madres con las que les gustaría tener relaciones) o BDMS (bondage, disciplina y dominación, sumisión y sadismo, y masoquismo), entre otros.

 

Hay una idea irreal de lo que es ser actriz porno. Los actores son héroes, pero a nosotras nos juzgan (Julieta Venus- actriz y productora de contenido para adultos)

Julieta habló con Tinta Violeta sobre la industria, a la que calificó como machista, pero inclusiva en términos de diversidad de cuerpos y géneros, en cómo la sociedad la juzga por dedicarse a la pornografía y las falencias en el cuidado de los derechos de imagen, la salud sexual y reproductiva, y la objetivación del cuerpo femenino.

 

 

—¿Cómo iniciaste en los filmes de contenido para adultos?

 

—Siempre me gustaron las cuestiones sexuales como teoría y una manera de hacer arte y no necesariamente como una fuente de ingresos económicos fijos. De todas maneras, sé que es un trabajo y se debe ver como tal, pero a mí me encanta normalizar las cuestiones sexuales. Siempre me ha gustado el porno, comencé como consumidora de muy joven, seguí por interesarme en el detrás de cámaras y, de a poco, me acerqué a la industria. A los 23 años di el salto definitivamente.

 

 

—Combinás la filosofía y tus estudios en Letras con el porno y el sexo en Twitch...

 

—Suelo hacer vivos y videos por ganar mucho dinero, pero no lo necesito. Realmente me gusta y no lo vi como última opción. Sí hay muchos casos de chicas que entran por motivos meramente económicos o por necesidad, pero hay otras que no, que entramos porque lo disfrutamos.

 

 

—¿Qué diferencia hay entre una actriz de cine convencional y una de contenido adulto?

 

—Básicamente hay que ser de mente súper abierta, la sexualidad no puede ser algo que te detenga para realizar alguna escena. También hay que ser muy lista y ver el contrato. Lo que más me piden es que dé opiniones de lo que es el porno y la salud mental, las diferentes categorías y qué hago como productora. También hablo de literatura erótica y recomiendo libros. A mi público le gustó esa faceta mía y a mí me gusta mucho la industria y lo combino con mi amor por la literatura.

 

 

—Entonces, sos un ejemplo de que no todas las mujeres que están en la industria lo hacen porque no les queda otra... ¿no?

 

—Sí, definitivamente. A mí un productor una vez me dijo que yo entré porque quería ser famosa o sexual, no tanto como placer en sí, sino como un medio de expresión. Suena muy extraño, pero así lo veo, hay otras chicas que lo piensan diferente y sí lo disfrutan como placer. Para mí es una performance, en lugar de hacer una escena dramática o cómica es sexual.

 

 

—¿Cómo es el trato con la actriz desde las productoras?

 

—En mi experiencia ha sido bueno, en la cuestión de los pagos a mí se me ha pagado lo acordado, los contratos fueron muy flexibles, nunca me obligaron a hacer nada que no quisiera y el ambiente de trabajo es muy bueno. En mi productora los actores son muy respetuosos, no te están molestando ni te insisten para verte después de grabar una escena. Pero sí tuve experiencias donde hay actores que te quieren ver después y se ponen insistentes. Ahora, como productora, no les permito que molesten a las chicas detrás de cámara.

 

 

—¿Es difícil preservar el derecho a la imagen?

 

—Hay que ser muy lista a la hora de leer los contratos, generalmente los productores te dicen antes de grabar una escena en dónde se va a ver, pero hay algunos que no lo hacen. Hay productores que no te avisan y luego suben tu contenido de manera gratuita en muchas plataformas y hay otros que no, que son más discretos. Siempre hay que hablar antes para ver qué es lo que va a pasar con el material.

 

 

—¿Cómo es el cuidado con las prácticas que implican sadomasoquismo?

 

—Yo no manejo ese tipo de contenido, pero tampoco estoy cerrada, claro que cualquier propuesta puede hacerse siempre y cuando los actores estén de acuerdo. En mi experiencia nunca hice una escena extrema o con esta temática, siempre se me preguntó qué estoy dispuesta a hacer y qué no, pero muchas veces no les preguntan a las chicas o ellas, por no querer meterse en problemas, pueden llegar a aceptar ciertos tratos de contenido fuerte. Hay que preguntarles primero a las actrices si se sienten cómodas realizando cualquier acto que sea de violencia, porque hay casos en los que ellas dicen que les gustan ciertas prácticas. Para cualquier cosa que se haga hay que tener el consentimiento.

 

 

—¿Hay cuidados estrictos en cuanto a hacerse controles de enfermedades de transmisión sexual (ETS)?

 

—Hay mucho descontrol actualmente, más en México. A mí un productor me dijo fríamente que a nadie le importaba la salud de los actores adonde quiera que fueran. Cuando escuché eso me llené de coraje porque es mentira, a mí como productora es algo que me preocupa muchísimo. Le hago los exámenes a los actores y actrices y se los muestro para que ellos vean sus resultados y los de sus compañeros e incluso doy la opción de usar preservativo, aún cuando se hicieron los exámenes. Es un gasto más o menos, pero lo que importa es la salud. Ese es mi caso, del resto de los productores que escuché hablar y con los que me tocó trabajar no todos están preocupados por esa cuestión. Hubo casos de enfermedades en donde hay productores que pagan el silencio de las actrices para que no hablen, a mí me preocupa mucho, la verdad.

 

 

—¿Es una industria particularmente machista?

 

—Sí. Por ejemplo, no hay productoras mujeres y cuando entrás en ese rol te ven por debajo de los demás, porque la mayoría son hombres. Te tratan como poca cosa. De parte del público no sabría si catalogarlo como machista, yo pienso que se deben respetar todos los gustos, pero como en cualquier trabajo hay todavía rasgos de machismo.

 

 

—¿Y sobre el contenido? Ahora hay una corriente pornográfica hecha para mujeres y que se enfoca en su placer…

 

—Estoy enterada, me gusta mucho porque también tiene un enfoque más artístico. Yo trato de meter mucho erotismo como sexo oral para mujeres, besos y caricias. Para algunos puede ser aburrido pero está bueno para que conozcan cómo erotizar a una mujer y que no sea un porno que lo ves, te masturbás y listo. También quiero hacer énfasis en el placer femenino, porque no se ve mucho.

 

 

Estoy a favor del feminismo, pero no me siento invitada o bienvenida por la comunidad (Julieta Venus- actriz y productora de contenido para adultos)

 

—¿Faltan producciones pensadas para mujeres?

 

—No hay mucho material que les atraiga a ellas y a los productores no les preocupa crear contenido que les atraiga. Casi todo lo que se produce está pensado específicamente para el público masculino. Yo me quiero abrir a las mujeres, incluso tuve propuestas de mujeres con ganas de invertir en mis producciones. Haciendo una comparación con el cine convencional, “Cincuenta sombras de Grey” es una película, buena o mala, pero es súper popular y es erótica. Hace mucho énfasis en la sexualidad y las prácticas de BDMS, pero igual hay una historia y algo que atrae a las mujeres tanto en la lectura como en el filme y esto es algo que puede pasar en el porno también. Siempre y cuando se haga con un enfoque un poco más femenino.

 

 

—El hombre lleva a sus relaciones lo que ve en el porno ¿el contenido es el que fomenta esta ilusión de que lo que se ve es la realidad?

 

—Depende mucho del consumidor, si la persona no tiene ningún tipo de educación sexual detrás o no practica mucho sexo en la vida real, puede llegar a ver el porno como una inspiración. No es responsabilidad de los productores el hacer videos más educativos, pero sí creo que ayudaría porque, en su momento, al menos yo como consumidora me llegué a creer lo que veía en el porno y pensaba que así era en la vida real. Así como me pasó a mí, debe haber mucha gente que lo tome como ejemplo.

 

 

—¿El porno comercial plantea una imagen hegemónica de la mujer?

 

—Actualmente no. Incluso es una industria muy inclusiva porque hay gustos para todos, de todo tipo de nacionalidades, estaturas y complexiones. Yo, por ejemplo, no tengo un cuerpo voluminoso y pensé que no iba a pegar porque aquí en México les gustan las mujeres que tienen más carne. Pero encontré mi nicho de seguidores. Incluso hay producciones un poco más artísticas que se enfocan en mujeres que tuvieron cirugías por cáncer de mama.

 

 

—¿Cómo es el prejuicio por fuera de la industria?

 

—La gente se hace ideas irreales de lo que es ser actriz porno. A los hombres los ven como héroes y para las actrices es un poco más difícil, a nosotras nos juzgan más. Nos dicen que somos unas cualquiera o que no valemos como personas o que eres una ninfómana, como si eso fuera malo. Como mujer siento que te juzgan más, es difícil porque también hombres de todo el mundo se te tiran encima cuando se enteran de que sos actriz porno. Hay que ser muy fuerte y segura de una misma para seguir en esta industria porque es muy fuerte el prejuicio.

 

 

—Se suele asociar a la pornografía con la prostitución y la trata de personas...

 

—Es muy común eso. Creo que con la trata es súper distante la pornografía porque, en lo que es productoras legales y registradas, se firman contratos, todo tiene que ser consensual y te piden muchos documentos. Con la prostitución se asocia mucho porque dicen que la única diferencia es que no hay cámaras, pero siento que dentro del ámbito del trabajo sexual hay todo un abanico de posibilidades y yo soy creyente de que cada una elige a qué se quiere dedicar, si es a prestar servicios sexuales, grabar porno o lo que sea. Yo respeto mucho a las trabajadoras sexuales, pero es diferente, no es lo mismo ser actriz de contenido adulto que prostituta y no creo que ninguna sea mejor que otra.

 

 

—En Argentina hay mucha disputa sobre abolicionismo y regulacionismo en el trabajo sexual...

 

—En México hace falta un poco más de organización, a diferencia de Argentina. Si bien hay grupos que marchan y luchan por sus derechos hay poca visibilidad. Algunas trabajadoras incluso se pelean entre sí, hay competencia entres las actrices y mucha envidia, necesitamos más unión para poder estabilizarnos en lo que es, por ejemplo, salud sexual para todas las trabajadoras, pero si todos están divididos y peleando entre sí es muy difícil que se pueda luchar por nuestros derechos.

 

 

—Se cuestiona mucho la objetivación del cuerpo de la mujer en la pornografía…

 

—Mi mirada puede ser un poco polémica. Creo que hasta cierto punto sí te ves como un objeto, pero justamente porque estás prestando un servicio, es lo que vendés. Son imágenes en las que estás siendo penetrada, pero eso no te representa, sino que es una actividad que realizamos a cambio de una remuneración económica, no te hace una mujer más o menos valiosa. Si bien te llegás a ver como un objeto en algún momento, tenemos una vida por delante y eso no nos define para nada.

 

 

—¿Qué lugar ocupa la comunidad LGBTIQ+?

 

—Acá en México hay mucho público al que le gusta el porno de mujeres trans, pero con discreción. Hay público al que le da vergüenza admitirlo y en sí la producción de porno LGBTIQ+ apenas está empezando, se me hizo muy difícil producir este tipo de contenido, ya sea de que acepten a las y los actores o que el público se abra a este tipo de material. Todavía hace falta tiempo para que lo naturalice.

 

 

—Según un informe difundido por el sitio “Pornhub”, Argentina es el país que más consume producciones protagonizadas por la comunidad trans…

 

—Está buenísimo eso. Es que aquí en México sí se consume, pero de forma muy discreta, además sueltan comentarios homofóbicos y en el porno heterosexual hacen parodias del estereotipo de los hombres homosexuales. Estamos muy atrasados aquí con respecto a ese tema.

 

 

— ¿Hay alguna cuestión con la edad de las mujeres?

 

—Depende mucho de si te estancás en un personaje, yo empecé grabando porno “teen”, que se le dice al protagonizado por mujeres de 18 años, pero si te quedás ahí, cuando se te empieza a notar la edad ya no te llaman más. Si no, puedes evolucionar a otro género, igual que en la actuación convencional hay que aprender a ser más camaleónica y estar abierta a interpretar muchos papeles.

 

 

—¿Cómo es el control con ese tema?

 

—Depende mucho de los productores, pero siempre se aceptan mujeres de 18 en adelante. Muchos incluso prefieren trabajar con mujeres que tengan un mínimo de 25. También hay muchas ancianas que hacen porno y está la categoría MILF.

 

 

—En Argentina hay un movimiento feminista muy fuerte ¿cómo es allá?

 

—En México lleva varios años, hay muchas corrientes, pero en mi caso, al ser trabajadora sexual, las opiniones chocan, entonces me mantengo distante. Están las abolicionistas y liberales, pero al mismo tiempo no están muy de acuerdo, te ven como que te sexualizás y eso está muy mal para ellas. Entonces trato de mantenerme alejada, estoy a favor de las marchas, pero no me siento invitada o bienvenida.

 

 

 

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