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Bonos de carbono: campos sanos y más ganancias

Lanzaron en San Luis un programa para generar bonos a partir de la ganadería y agricultura regenerativa. Cotizan en bolsa y se liquidan año a año directamente al productor.

Por Roberto Vinuesa
| 18 de diciembre de 2022
Salud ambiental. Los campos ganaderos ahora pueden certificar bonos de carbono. Foto: Gentileza.

Te invitamos a ser parte de la nueva generación de productores agropecuarios que mejoran su negocio recuperando la salud del suelo”, dice el folleto de Sara, un programa que ofrece un ingreso económico a productores agropecuarios que regeneran sus tierras, mejoran la biodiversidad, la infiltración de agua y capturan carbono en el suelo.

 

Cuando un productor ingresa a este programa y cambia sus hábitos y prácticas, se le hace una medición del carbono capturado a partir de las buenas prácticas, se firma un contrato y se emiten los bonos de carbono que se comercializan. El dinero va al productor, que lo factura como si fueran granos, leche o lana, según sintetizó Pablo Amieva, médico veterinario e integrante de Eremu+R, una empresa que en San Luis se dedica desde hace tres años a la ganadería regenerativa, una nueva mirada de la actividad donde la sustentabilidad “ya no alcanza”, sino que hay que ir por la regeneración de los ambientes que están degradados.

 

“La metodología que usamos es el manejo holístico. No somos asesores, sino capacitadores que acompañan a las personas durante cierto tiempo para que puedan aplicarlo y enseñarles a las generaciones futuras cuál es el verdadero capital del ser humano, que no es un tractor, ni una casa, sino que es el suelo y lo que contiene”, explicó Amieva.

 

 

 

La metodología de la cual proviene este enfoque se llama manejo holístico, cuyos conocimientos fueron generados por Alan Savori en Sudáfrica a través de muchos años de trabajo. Observó que muchas personas tenían las mismas necesidades y empezó a aplicar un sistema que se pudiera replicar. Fue así que creó el Instituto Savori a nivel global y comenzó a abrir en cada país una casa central con sucursales, y en San Luis está en manos de la empresa Eremu+R, en Villa Mercedes. Amieva forma parte de la firma, junto a los ingenieros agrónomos Lucía Risio, Xiomara Carbonel y Juan Andrés Castro.

 

“Trabajamos con tres grandes herramientas, que son las que producen este cambio y el impacto en el ambiente del suelo y social. Con el manejo holístico, que es la mirada del todo, equilibrando el proceso de la toma de decisiones, donde se tienen en cuenta el aspecto social, el ambiental y el económico financiero”, describió el especialista.

 

Esas herramientas, sobre las cuales capacitan y acreditan incluso internacionalmente son la planificación de la tierra, la del pastoreo que lleva a regenerar la tierra, y la financiera.

 

Para Amieva, es un “gran descubrimiento” porque es una planificación que nada tiene que ver con lo convencional, sino que cambia el proceso de la toma de decisiones que normalmente tiene cualquier establecimiento agropecuario: “Eso es lo que hacemos, acompañar al productor en la regeneración de los ambientes, producir sin degradar e incrementando el capital biológico”.

 

Todo lo que se hace en un campo deja una huella y tienen las herramientas para medir la salud de los ambientes, que fueron desarrolladas por el Instituto Savori. Esa herramienta se llama EOB y la que aplican para este programa denominado Sara, en el que interviene Ruuts, otra empresa dedicada a la intermediación y comercialización de servicios ecosistémicos.

 

 

 

Con Sara, el aumento del carbono orgánico del suelo y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero también pueden generar créditos de carbono de alta calidad, aseguró Amieva. Estos créditos son adquiridos por empresas de todo el mundo que desean compensar su huella de carbono y ser parte de la solución al cambio climático.

 

Los servicios ecosistémicos son, por ejemplo, captura de carbono y conservación de la biodiversidad, y hay empresas que necesitan atenuar su huella y ofrecerles a sus consumidores cierto tipo de conductas en cuanto a lo ambiental.

 

“La demanda de estos servicios a nivel global es impresionante, porque más que una demanda es una necesidad. La mitigación de la huella de carbono es una necesidad básica y eso es lo que hay y eso es lo que hace Ruuts, comercializa los servicios ecosistémicos, entre ellos, uno de los más importantes como son los bonos de carbono”, describió el profesional.

 

 

¿Cómo surge el Programa Sara?

 

Hay muchas empresas que a nivel mundial están buscando oferentes de bonos de carbono, que se comercializa en la Bolsa de valores. Hay más de siete mil empresas globales prendidas en este mercado, según indicó.

 

Lo que hace Ruuts es conseguir los bonos de carbono, desarrollar un conocimiento para ofrecer con mayor seguridad a los consumidores.

 

Sara es un programa donde una empresa agropecuaria lleva a cabo prácticas en su establecimiento ganadero que promueven la regeneración de los ambientes, lo que tiene como consecuencia el secuestro de carbono.

 

Cuando un campo entra al programa, en el primer año se toman muestras para determinar la llamada “línea de base”, que es una forma de medir la salud del suelo y del ambiente.

 

Amieva explicó que cada ambiente tiene una salud distinta porque tiene una matriz, es decir, el estado en que se encontraba antes de ser degradado. Después se toman muestras de carbono y un laboratorio determina la cantidad que contiene ese lote.

 

Finalmente, se carga toda esa información en un programa que contiene una plataforma, donde se analizan los datos, como ambiente, régimen de lluvia, calidad del suelo, manejo, cantidad de lotes, lo cual hace que se pueda regenerar un ambiente y secuestrar más carbono.

 

De allí surge una estimación sobre los kilos de carbono secuestrado, número que se valida todos los años haciendo un determinado manejo y midiendo la salud, también anualmente, del ambiente.

 

Esos números los valida la empresa, en la que no está involucrada Eremu+R. El productor puede entrar y salir del programa cuando lo desee.

 

Una vez que está hecha la medición, se firma un contrato y se emiten los bonos de carbono y se comercializan. El dinero va al productor, que lo factura como si fuera granos, leche o lana.

 

“La rentabilidad de esto es bastante interesante, con la ventaja que desde que se emiten los bonos de carbono se pagan año a año. Estamos muy contentos de recibir este programa en San Luis porque cambia todo. Es un cambio total de paradigma, con hábitos diferentes para el productor”, valoró.

 

 Eremu+R trabaja en San Luis desde hace tres años con la ganadería regenerativa con manejo holístico y hace dos meses que incorporó el concepto de regeneración de ambientes a través del programa Sara.

 

“Un productor, además de comercializar sus productos, está vendiendo un servicio ecosistémico, es un cambio total. Debemos entender que hay que empezar a mirar a los laterales, porque en el camino nos estamos olvidando un montón de cosas. Hoy vemos que esas decisiones están impactando y se llama cambio climático. Estas temperaturas que se registran desde hace un mes no tienen nada de normal. Es muy importante para nosotros y las próximas generaciones”, concluyó.

 

Con solo una inscripción digital cualquier productor puede acceder al programa Sara.

 

Pero hay características y condiciones que no son permitidas para ingresar, como por ejemplo, si la producción es una zona que se desmontó en los últimos 10 años, o que la tierra estuvo sujeta al drenaje de un humedal o turbera en los últimos 10 años.

 

Tampoco se permite que las tierras estén registradas bajo otro programa de carbono y si no se cumple con todas las leyes, estatutos y marcos regulatorios a nivel local, regional y nacional.

 

 

El camino hacia el carbono

 

El programa Sara sostiene el concepto que actualmente el cuidado de la tierra dejó de ser únicamente responsabilidad de los productores y valora que los programas de carbono permiten que las empresas y la sociedad civil puedan comprometerse también con la regeneración de las tierras.

 

En cambio, las prácticas que califican para los requisitos son la planificación holística del pastoreo, mejoras en el pastoreo (rotativo/adaptativo/multiespecies); otras mejoras adicionales y cuantificables, como en la gestión del riego (ahorro de agua); reducción de la aplicación de fertilizantes; rotación de los cultivos; cultivos de cobertura; reducción de labranzas; pastoreo de residuos agrícolas y disminución del uso del fuego.

 

Por otra parte, se considera información de manejo relevante, como datos de labranza y tipos de cultivos; siembras y cosechas, incluidos los cultivos de cobertura y los residuos de los últimos cinco años.

 

Otros datos relevantes requeridos son el régimen de aplicación de fertilizantes; carga animal, tipo de animales, número y tamaño de los corrales, tiempos de descanso, detalles de las pasturas, y registros sobre el análisis del suelo, el uso de combustible y el riego, si están disponibles.

 

Según la empresa, sus programas han demostrado rendimientos potenciales entre 0,75 de hasta 7 toneladas de CO2eq por hectárea por año. La cantidad de carbono a capturar depende de múltiples factores ambientales, productivos y principalmente de manejo, advierte.

 

 

Cuánto puede ganar un productor

 

La distribución de beneficios del programa está ligada a la venta de los créditos de carbono, recibiendo el productor un 55% de participación inicial con posibilidad de llegar hasta un 70% de participación, según se explica.

 

Cualquier campo calificado en Sara en 2022 puede esperar precios a partir de 10 dólares por crédito de carbono verificado, siempre dependiendo de los precios de mercado.

 

No obstante, dado que el interés por los créditos de carbono basados en la agricultura y ganadería regenerativa se ha incrementado en el último año, se puede esperar aún más, asegura.

 

Por ejemplo, un productor de 1.000 hectáreas, dependiendo de sus mejoras implementadas, podría aumentar sus ingresos anuales con valores entre 15.000 y 50.000 dólares.

 

Si el productor presenta los datos durante un ciclo completo de cinco años, recibirá una bonificación por fidelidad del 5%.

 

En caso de permanecer en el programa durante 10 años y renovar tu contrato, incrementará su participación en las ventas hasta alcanzar un 70 por ciento.

 

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