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En un rincón de las sierras

El festival cordobés cumplió 22 ediciones y abrió su programación al trap, la cumbia, el pop y el cuarteto con el cierre de "La Mona" Jiménez. Toda una declaración de principios.

Por redacción
| 01 de marzo de 2022

Por: Guadalupe Isaguirre

 

 

Con más de 85 mil personas en sus dos noches, la vuelta de Cosquín Rock fue con una propuesta musical completamente distinta. Blues, rock, cuarteto, cumbia colombiana y trap son algunos de los géneros que hicieron que el festival tuviera una mirada distinta, al igual que su público. Los 22 años de rock esta vez tuvieron un sentimiento especial, porque luego de dos años de una obligatoria interrupción por la pandemia de coronavirus, la euforia por volver a escuchar bandas como Divididos, La Vela Puerca, Babasónicos, Turf, Skay y los Fakires, Fito Páez, Ciro y Los Persas, Guasones, Los Auténticos Decadentes, Julieta Venegas, La Delio Valdez y la "Mona" Jiménez creció y atrajo mucho a público extranjero, algo que nunca fue una novedad en las ediciones. Flamearon banderas de Uruguay, Perú, Brasil y México.

 

El comportamiento de los espectadores fue el motivo para destacar, ya que vecinos de los alrededores de las nueve hectáreas del Aeródromo de Santa María de Punilla compararon y contaron que es la primera vez después de 21 ediciones que la gente “estuvo tranquila y disfrutó como se debe”.

 

La vuelta del rock obviamente tuvo un protocolo sanitario adaptado a la pandemia, que permitió la presencialidad en uno de los festivales más grandes del país. En el recorrido hacia el predio, el personal de seguridad pedía ingresar con barbijo, algo que duraba poco, porque dentro del evento casi nadie respetó esta regla y un cartel que decía “uso de barbijo obligatorio y el pase sanitario” quedó en la nada. Lo que sí, la organización entregó 60.000 litros de agua y según el área de Investigación y Extensión del Instituto Cultura Contemporánea de Córdoba, solo el 25% del público tomó recaudos especiales para cuidar su salud.

 

La primera jornada tuvo 45 mil espectadores. El clima acompañó la edición con 154 artistas dispersos en nueve escenarios. Las superposiciones en los horarios no pudieron evitarse. En el día inaugural, el rock se mezcló con la cumbia colombiana y el trap. Si bien en la grilla figuraba que el festival comenzaba a las 14, las mayores atracciones iniciales habían sido en los escenarios norte y sur a partir de las 17.

 

Él Mató a un Policía Motorizado fueron los encargados de avivar la euforia y la adrenalina de una jornada que duró hasta las tres de la mañana. La banda tocó temas clásicos como “Magnetismo”, “Noche eterna”, “Tesoro” y “Más o menos”. Media hora después, las corridas fueron en dirección al escenario sur, donde Turf dio un show corto a puros clásicos. “Gatitas y ratones” levantó la tarde con un insert de la melodía de “Beijo”, de Earth, Wind & Fire, inmortalizada en la cortina de "Las gatitas y ratones de Porcel". Le siguieron "No se llama amor", "Loco un poco", "Magia blanca" y "Pasos al costado". Minutos después, la banda sorprendió al público con un tributo a Los Enanitos Verdes y su versión de “Lamento boliviano”. El cierre fue la previa para que comience la fiesta con su tema más conocido: "Yo no me quiero casar ¿y usted?".

 

 

 

Casi en simultáneo, Wos, en el escenario norte, brindó su show de trap lleno de melodías e invitados especiales. Entre ellos, Ricardo Mollo, con quien interpretó uno de los clásicos del joven rapero, “Culpa”.

 

Skay y los Fakires le daban la bienvenida a la noche con "Golem", el pie para que el ambiente sea aún más eufórico. A su vez, el romanticismo se apoderó por completo del escenario sur: Julieta Venegas, por primera vez, presentó sus clásicos en el festival del rock: “Eres para mí”, “Limón y sal”, “Andar conmigo”, “El presente” y “Me voy”.

 

Babasónicos comenzó el show con un enganche de "Carismático" y "Yegua", seguidos de "Cretino" y el rock pesado de "Sin mi diablo", que fueron solo un botón de muestra para encender la ansiedad ante su nuevo disco, que tiene fecha tentativa de salida en mayo. Como siempre, la luz roja oscura y colores blancos y negros de la pantalla le dieron el toque particular por el que se caracteriza cada espectáculo que brinda la banda, al igual que la vestimenta casi elegante que usa Diego Rodríguez.

 

Tras Babasónicos, Las Pelotas, en su carpa propia, brindó un show acústico que mucha gente no pudo disfrutar, por lo reducido del espacio. El final de “Juanse” con sus demoledoras versiones de Ratones Paranoicos y su agradecimiento a la Virgen de Lourdes dieron un respiro a una carpa repleta de fanáticos de Las Pelotas. En el otro escenario, al mismo tiempo, el saxo, los timbales y la cumbia colombiana de La Delio Valdez le pusieron un poco de calor a la noche fría que se vivió el sábado.

 

Por otro lado, Ciro y los Persas brindaron un concierto clásico, típico de la banda, sin nada nuevo que destacar más allá de las coreografías, arengas, melodías e invitados. La locura por la música no bajó el nivel en ningún momento. El público, con euforia y mucho pulmón, bailó al compás de los hits de Los Piojos y una versión de "Me matan limón" de Los Redondos de Ricota.

 

Pegaditos, Guasones y sus inconfundibles canciones que se caracterizan por letras que hablan de la droga, el desamor y la sociedad fueron la previa de un cierre con muchas sorpresas. Por otro lado, en el escenario de Córdoba se complementaron con distintos géneros en tan solo dos horas y media. Nonpalidece puso el reggae; Monada, el cuarteto, y Tabaleros estuvo a cargo del cierre, con su música que mezcla el folclore con el rock.

 

Natalie Pérez fue la encargada de invitar al público al escenario sur. Su primer paso por la escenografía de Cosquín se vio estropeada por los problemas de sonido que sufrió durante el show. Fuera de ese inconveniente, la cantante pisó fuerte y sintió el acompañamiento del público en sus canciones. Minutos después, las miradas estuvieron puestas en Airbag, otra de las bandas que por primera vez pisaba el escenario del festival cordobés. El show tuvo un ambiente familiar y tranquilo: niños y niñas cantando, parejas y personas mayores coreando canciones como "Por mil noches", "Noches de insomnio", "Cae el sol", "La partida" y "Solo aquí".

 

La primera jornada terminó a todo trapo con la fiesta y el fútbol de la mano de Los Auténticos Decadentes, pasadas las tres de la madrugada. Todos fueron hits y clásicos que se escucharon en los 90 y 2000.

 

 

Día dos
La última jornada aparentemente no se vivió con tanta adrenalina como la anterior, porque ingresaron al predio 40 mil personas, pero hubo música para todos los gustos. El calor fue mucho más fuerte y muchas caras quedaron coloradas. El reencuentro por el rock, las sierras y la fiesta comenzó alrededor de las cuatro de la tarde. En ese momento, la banda puntana Vorsoto presentó su nuevo disco, “Rosa Galáctica”, en el escenario de Córdoba.

 

 Natalie Pérez fue la encargada de invitar al público al escenario sur. Su primer paso por la escenografía de Cosquín se vio estropeada por los problemas de sonido que sufrió durante el show. Fuera de ese inconveniente, la cantante pisó fuerte y sintió el acompañamiento del público en sus canciones.

 

Minutos después, las miradas estuvieron puestas en Airbag, otra de las bandas que por primera vez pisaba el escenario del festival cordobés. El show tuvo un ambiente familiar y tranquilo: niños y niñas cantando, parejas y personas mayores coreando canciones como "Por mil noches", "Noches de insomnio", "Cae el sol", "La partida" y "Solo aquí".

 

La espera desesperó hasta la llegada de La Vela Puerca, la banda uruguaya que otra vez dijo presente en el festival. El pogo, las banderas flameando y un multitudinario público hicieron que la tarde se despidiera a pura euforia. Los uruguayos cantaron sus clásicos y en medio del show, uno de los cantantes, Sebastián Cebreiro, interpretó por primera vez uno de los temas legendarios de la banda, “La madriguera”.

 

En la grilla que había confirmado la organización de Cosquín Rock figuraba la presencia de Rata Blanca, pero misteriosamente, horas antes de su presencia, se enviaron “los horarios actualizados”, donde ya no figuraba la banda por la que muchos esperaban.

 

La Franela cerró su show en el escenario de Córdoba con "Lo que me mata" para que Fito Páez comenzara su set con “Vamos a lograrlo” y “Lo mejor de nuestras vidas”. Con una remera de Charly García y Spinetta que le revolearon del público, cerró el espectáculo con "El amor después del amor", "A rodar la vida", "Mariposa tecknicolor", "Dale alegría a mi corazón" y "Circo beat".

 

Como la grilla de los artistas estuvo preparada para que nadie se quede quieto, Divididos brindó un show de una hora y media impecable y memorable. Ricardo Mollo no se guardó nada y con un sonido perfecto sonaron "Sobrio y a las piñas", "Casi estatua" y "Amapola del 66", entre otros. En medio del espectáculo, el cantante se tomó unos minutos para hacer referencia a la vuelta del festival. “El Cosquín es un lugar donde nos encontramos todos”, dijo. A su vez, pidió que “la gente tome conciencia para cuidar el medio ambiente y el agua, porque gracias a eso estamos vivos y con energía alta”.

 

Una hora después, la Kermesse Redonda llegó para poner el rocanrol al palo y simular el pogo más grande del mundo. En el show sonaron temas conocidos del Indio Solari.

 

Al mismo tiempo, en el escenario sur, sonaba la fiesta de Miranda! y a medida que terminaba el show de Kermesse la gente se iba acercando al baile. El brillo y la música completamente actualizada se llevaron toda la alegría del domingo. El dúo, con distintos vestuarios, cantó siete temas que hicieron saltar durante todo el show y Juliana y Ale, con chalecos de plumas, realizaron un enganchado de las canciones clásicas.

 

Ese fue el paso para que el cierre rompa todo tipo de barreras. Pasada la medianoche, la gente comenzó a correr al escenario norte, donde en solo minutos el predio se convirtió en un hormiguero. El show de la “Mona” Jiménez se acercaba. Muchos lo vivieron como una experiencia única porque a Carlos, en Córdoba, lo consideran como “un dios”. Cuando el artista salió al escenario vestido de negro y un chaleco en el que le colgaban cadenas plateadas, para cantar "Seguí en carrera", la gente enloqueció tanto que aproximadamente siete hectáreas del predio se completaron. El sonido fue uno de los más grandes que puede tener cualquier banda del país. En la prueba de sonido de días anteriores, los vecinos de la localidad contaron que “les temblaban los vidrios”.

 

La “Mona” cerró su debut en el festival con una performance en la que “Juanse” volvió a ser una “fiera lunática”. El show duró casi dos horas y tuvo un repertorio de 17 canciones y un cambio de vestuario. En el baile que rompió las barreras entre el rock y el cuarteto sonaron clásicos como “Tinta china”, “El federal”, “La Mona es un muchacho de barrio”, “Beso a beso”, “El renegado”, “Solo contigo” y “¿Quién se ha tomado todo el vino?".

 

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