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El Payaso "Chispita", un homenaje que camina y sonríe en Villa Mercedes

En un evento pago o en las calles de la ciudad, Ramón Agüero busca las muecas más hermosas en la gente.

Por redacción
| 06 de marzo de 2022
De padre a hijo. Su pequeño de 11 años lo acompaña a los eventos caracterizado como el payaso "Corchito". Ramón ve en él los mismos ojos y nariz roja que tenía en sus inicios.

Como una llamarada cálida, pero que lejos está de quemar, Ramón Agüero enciende a los villamercedinos con sus globos imposibles de inflar, sus sketches en festivales provinciales y cumpleaños o un simple “¡hola!” gritado de forma cantarina en plena peatonal. La respuesta es siempre la misma, un “buen día Chispita”, acompañado de una sonrisa fugaz.

 

El payaso, oriundo del barrio Almirante Brown, lleva 47 años de profesión y su ciudad natal lo agradece y reconoce cada vez que puede. Con colectas navideñas para él y su familia, un documental inspirado en su vida y con el más reciente proyecto: “Chispitas de teatro”. Es un ciclo apoyado por el Instituto Nacional de Teatro (INT) con el que recorrió junto a su hijo, el Payaso “Corchito”, y un titiritero, distintos rincones de la provincia.

 

“Me sorprendió un poco ver la cantidad de homenajes que me hacían. Al principio decía: 'Bueno, me estaré por morir'. Después pensé: 'Qué lindo que sean en vida', porque pasé por muchas cosas y siempre hablaba con la gente de que todo esfuerzo tiene su premio”, contó un emocionado Ramón.

 

Ver la recompensa por las risas ocasionadas le costó varios años de trabajo y de reconocerse como autor y creador de esas maravillosas muecas. Luego, entendió que como un mecánico que cobra por arreglar un auto, él debía hacer lo propio.

 

A Ramón le sucedió como a aquellos pocos afortunados que desde pequeños sabían qué quería hacer; estaba tan inculcado en su ser que quizás por eso le costó encontrarle el rédito económico.

 

Las primeras humoradas del payaso llegaron en la canchita de su barrio, cuando solo tenía 12 años y jugaba a la pelota con amigos. “No era muy buen jugador, pero sí gracioso. Me pasan la pelota en un tiro infalible y yo la tiraba afuera siempre, los adversarios se reían y mis compañeros me querían matar”, recordó.

 

Pronto reemplazó los botines manchados de tierra y la remera de su equipo favorito por las impecables peluca­s y los coloridos vestidos de su madre. Los fines de semana, cuando su familia iba a la iglesia, él quedaba “al cuidado de la casa”. En realidad, se disfrazaba y con el rostro pintado salía a la plaza a entretener a quienes estuvieran por allí, que ya no solo eran sus excompañeros de los picaditos dominicales, sino los padres que también celebraban los ocurrentes monólogos.

 

El problema era cuando llegaba a casa. “Cobraba porque en esa época mi papá era muy serio, pero gracias a él y que le gustaba que contara cuentos, me animé a empezar. Venía con alguien del trabajo y me pedía que le diga historias y haga voces”, relató. Y agregó que esa misma actitud es la que ve actualmente en su hijo de 11 años, quien, tras varias insistencias, hoy forma para de sus presentaciones como “Corchito”.

 

Al poco tiempo, y ante la imposibilidad de frenar aquel fuego interior que le salía en forma de chispas por el cuerpo, se sumó a su primer circo, el de “El Real Madrid”. Empezó como un mero ayudante, alcanzaba pelotas y escenografías, hasta que uno de los payasos se quemó con agua hirviendo y encontró la posibilidad para sumarse oficialmente al staff.

 

Primero tuvo que pasar por la aprobación del payaso lesionado y luego por la prueba del dueño, un tal Muñoz. Si lograba hacerse escuchar desde afuera de la carpa, estaría en la obra.

 

“Tengo la voz muy potente, así que se oía perfecto. A la noche debutábamos y ese creo que fue el día más feliz de mi vida. Toqué el cielo con las manos y me di cuenta de que era lo que quería hacer siempre”, contó el hombre, con 47 años de profesión, de chispa inagotable y fuego contagioso, que continuará expandiéndose con las llamas que dejó prendidas en el interior de su hijo; perdón, el payaso "Corchito".

 

MM

 

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