El payaso mercedino que recorre el país y despierta carcajadas

A cara lavada parece otro, no es lo mismo cuando tiene los pelos de punta, la cara pintada y está en el centro del escenario. Pero luego de un breve diálogo no puede dejar de gesticular o explicar con su cuerpo lo que cuenta y ahí uno se da cuenta que el artista está siempre, con o sin maquillaje. Alejandro Temperini casi desde que nació lleva el circo en la sangre, desde niño conoce lo que es estar de gira permanente y hace unos seis años también sabe lo reconfortante que es sentir el aplauso de chicos y grandes que le agradecen por arrancarles sonrisas.

Tiene apenas 21 años y ya recorrió todo el país y otros limítrofes a través de tres compañías circenses, estuvo nominado como revelación de la temporada 2013  en los premios “Carlos” de Carlos Paz y sueña con llegar al circo "Ringling Brothers" de Estados Unidos. Alejandro, o "Alexander" como lo personifican en el circo “Fantasía sobre Hielo” de los hermanos Tejedor, ama su vida independiente e itinerante y parece que nada lo detiene.

“Mi papá no quería saber nada con que yo fuera al circo, aunque yo siempre quise eso desde muy chico. Cuando él falleció yo tenía doce años y me pude ir con mi mamá que era parte administrativa del “Circo del Chavo” de los Servián, nunca más me separé de este ambiente”, contó el muchacho que se crió en el barrio Almirante Brown y vive a donde la gira lo lleve.

Más tarde, su mamá y su padrastro (camionero que trasladaba los equipos circenses) se sumaron al circo "Lowandi" donde Alejandro colaboraba con el armado, pero no perdía su objetivo de pasar a la parte artística y convertir esa gracia que solía utilizar para hacer reír a sus compañeros de la mercedina Escuela Nº 152 “Alas Argentinas”.

“Me decían 'pulguita' porque era un nene y cada vez que podía me metía a saltar en la cama elástica, los dueños me retaban y me hacían bajar porque tenían miedo a que me golpeara; cuando se iban me volvía subir”, recordó con tono picaresco. “Les gané por cansancio porque un día el dueño, Facundo Tejedor, me dijo que me iban a empezar a enseñar bien. Yo estaba 'chocho' porque empezaba a meterme en lo artístico, empezaba a acercarme al escenario y dejar de lado mis tareas que hasta entonces eran clavar estacas y ayudar en el armado de la carpa”, dijo.

Al mismo tiempo que aprendía en la cama elástica empezó a aprender todo lo necesario para perfeccionar el arte humorístico de la mano de Richard (o el payaso “Microbio”), a quien admiraba. Gracias a él tuvo su primera aparición en escena: hizo un número de humor con el público que servía para que la compañía "Lowandi" colocara la red y se alistara para el show de trapecistas. “Ese día que me dijeron que iba a hacer mi numerito estuve tres horas antes de la función ya listo, todo pintado y esperando mi momento”, recordó con emoción.

Tiempo después el payaso principal, que le había enseñado todo a “pulguita”, sufrió un accidente mientras ensayaba en la cama elástica entre una función y otra, y al joven mercedino le tocó convertirse en el principal responsable del humor de la función con apenas 16 años. “Arranqué ahí y no paré más, siempre con el humor, cama elástica, telas, vuelos (trapecio), todo lo necesario para lograr que la gente se ría; y hasta he participado en moto del ‘Globo de la Muerte”, contó.

Del “Lowandi” pasó con su familia al circo “Safari” y de ahí a integrar en el 2011 las atracciones de “Fantasía sobre Hielo”, el circo de los hermanos Tejedor con el cual estuvo durante todo el año pasado en Chile hasta los primeros días de diciembre e iniciará la gira 2016 el próximo fin de semana, en Mendoza.

“Ser cómico es algo que me lo tengo que tomar muy en serio, porque el payaso es una de las atracciones principales en el circo; y si alguien no tiene ganas mejor que se dedique a otra cosa. Siempre me gustó hacer reír a la gente, me encanta verla sonriente o escuchar los aplausos”, confiesa el artista circense mercedino.

Desde hace algunas semanas aprovecha para visitar a toda su familia en la ciudad: abuelos, mamá, tres hermanas (dos de las cuales también han participado en circos, una como bailarina y otra como contorsionista), y disfruta del que quizá sea el único destino que no lo “aburre”. “A mí me pasa que si estoy mucho tiempo, más de un mes, en un solo lugar me aburro; quiero salir y buscar nuevas energías en otros pueblos, me encanta eso. La vida en el circo es lo mismo que vivir en un barrio, nada más que tenemos ruedas y nos movemos para todos lados”, explicó.

Para obtener aplausos no utiliza diálogos, sólo se vale de sus gestos corporales y faciales, un silbato y algún partener (entre los que se puede incluir a su perrita “Duma”). “La verdad es que no ensayo mucho, sí me pongo frente al espejo para hacer caras, miradas. A mí me gusta pintarme bien sencillo, sólo un poco la cara. Sí me hago un look en el pelo que siempre me acompañó, es como una corona levantada, lo hago con jabón blanco que es lo mejor para que el pelo largo te quede bien duro”, reveló.

Actualmente tiene tres números dentro de la función de la compañía que integra junto a otras 150 personas entre los que hay artistas argentinos, rusos, brasileños, uruguayos y chilenos en una carpa con capacidad para dos mil personas y pista de hielo. Alejandro tiene propuestas para sumarse a una compañía circense chilena y también para un gran circo en Sudáfrica que lo pretende para la parte de vuelos o trapecio. Por ahora volverá a la compañía que dice “es como una familia” y verá luego hacia donde lo lleva la gira para seguir despertando sonrisas y reconfortando su propio espíritu.