“Me quiero ir de acá porque esto no quería para mis hijos”
“Pensé que este era mi lugar, porque vemos el esfuerzo que hicimos todos, dado que no soy yo, están mis cuatro vecinos que estamos con este mismo problema y vemos esto, y ya está, estamos cansados… me quiero ir de acá porque esto no quería para mis hijos”. Con la voz quebrada, con lágrimas en los ojos, impregnada de impotencia y desilusión. Así habló María Ochoa, una vecina del barrio 900 Viviendas de La Punta, quien en poco más de un lustro pasó de la felicidad por tener su casa propia a pedirles todos los días a sus dos hijos que no salgan al patio por temor a que, en cualquier momento, las paredes de la medianera se les vengan encima.
A mitad de semana, Ochoa pasó del anonimato a ser requerida por distintos medios locales para contar su triste historia y tratar de llegar con su voz a conseguir una solución. Ella calcula que son unos cincuenta hogares que están con los mismos inconvenientes. Tal como lo anticipó la edición pasada de Mesa 5, ese barrio fue construido a las apuradas, en el epílogo del gobierno de Claudio Poggi y sobre el cauce de un río o arroyo.
“Nos mudamos en 2015, nos vinimos a vivir, hicimos las medianeras con los vecinos. Cuando pasó casi un año empezamos a notar que el terreno fue cediendo. Pensamos que podía ser que estuvieran mal rellenados los fondos, los seguimos rellenando, pero seguía bajando el terreno. Una vez que las paredes estuvieron levantadas, notamos que aparecieron grietas, rajaduras, los desniveles y seguían bajando los terrenos”, explicó parte del calvario.
Martín, uno de los vecinos con quienes comparte medianera, graficó en primera persona los padecimientos edilicios. “La pared la levanté dos veces, el terreno fue rellenado dos veces, pero se ha hundido, hemos echado escombros, apisonado, pero la hemos tenido que apoyar con palos. Tenemos miedo de que en cualquier momento se nos venga abajo; es un peligro”.
Ambos aseguraron haber ido hasta el Municipio de La Punta a plantear sus problemas, les dijeron que los iban a atender, pero hasta el momento nadie fue. Ambos son parte de las secuelas habitacionales que dejó la gestión provincial anterior por falta de planificación y por priorizar cantidad en vez de calidad, y que la actual administración está encaminada a solucionar. Para eso se requiere de aproximadamente 4.500 millones de pesos, lo que equivaldría a construir unas 800 nuevas viviendas.


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