Los colores del verano
Diseñadora y artista plástica, María Paula Gerónimo combina las tonalidades fuertes y usa el arte como profesión y pasatiempo.
Inspirada por la vida, sus seres queridos, la naturaleza y los animales, María Paula Gerónimo hace del arte un sentimiento. La artista plástica y diseñadora gráfica se sumerge, cuando tiene que pintar, en un mundo de colores vivos que embellecen sus obras y llaman la atención a quienes las tienen enfrente.
Paula dibuja, hace manualidades y pinta desde chica. En su familia hay una artista plástica que vive en Buenos Aires que no comparte la misma técnica que la puntana, pero que fue un buen motivo para animarse a encontrar su talento. Además, su padre estudió arquitectura y siempre le gustó dibujar. "Entonces me inculcó ese amor, aunque mantuve mi estilo propio, que hasta el día de hoy está vinculado con los colores, porque siento que son los que dan vida a todo lo que existe", agregó.
Hace siete años, Gerónimo decidió tomar el arte como estilo de vida y fuente de trabajo. Se formó como diseñadora y todo lo que tenía dentro de su cabeza, que necesitaba salir de alguna forma, lo quiso compartir con otras personas. Enseñar era una buena salida laboral y comenzó a moverse para que sea una realidad.
Fue así que para compartir su mirada multicolor y llena de energía organizó "Experiencia creativa", un taller donde los interesados pueden dejar que su mente vuele entre pinturas amarillas, naranjas y celestes.
Luego de un primer encuentro que agotó los cupos, hoy se realiza el segundo en Casa Mollo a partir de las 20, en donde los participantes harán, como la primera vez, retratos de Frida Khalo. La convocatoria está abierta para adolescentes y adultos, hombres y mujeres que les guste experimentar cosas nuevas.
"La idea surgió en el taller de pintura que tengo en mi casa. Probé con mis alumnas y como vi que les gustó, me dispuse a prepararlo para todo público. El objetivo es que la gente conecte con su lado artístico. Solo tiene que llevar las ganas de pasarla bien", agregó.
"Antes no veía el arte como una profesión, era más un pasatiempo para salir de la rutina. Cuando comencé a estudiar y me recibí me di cuenta que me gustaba enseñar lo que aprendí", dijo la mujer, quien con mucho esfuerzo y optimismo armó hace dos años su propio taller, en su casa. Actualmente da clases de pintura creativa para niños, niñas, adolescentes y adultos.
Para Paula —quien además tiene un estudio donde trabaja como diseñadora gráfica—, pintar es una terapia que le quita el estrés, la hace olvidar de los problemas cotidianos, la centra en el aquí y ahora, y le despierta cosas mágicas.
Todo lo que toca, observa y siente lo retiene en su cabeza y lo hace arte. Para ella, gran parte de lo que crea tiene que ver con el amor, las buenas energías, los sentimientos profundos y el cariño por sus seres queridos como su familia, su pareja o su pequeño perrito.
"A mí la inspiración se me da fluidamente porque trabajo mucho con la creatividad. Me encanta estar en sintonía con lo que sucederá luego en el cuadro. Me hace bien generar amor, porque me lleva a crear cuadros de todo tipo. Esa sensación es la que quiero transmitir a quienes toman mis clases; me hacen crecer y lo tomo como un desafío", dijo la artista.


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