13°SAN LUIS - Lunes 06 de Mayo de 2024

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Los dueños del reloj estuvieron en San Luis

"El Mono" y sus compañeros cerraron el Día del amigo en la capital puntana con un recital a puro baile con el que recordaron su primer disco, editado hace 25 años. 

Por redacción
| 21 de julio de 2023
Un Día del amigo divertido, con "Kapanga" y las ocurrencias de "El Mono". Fotos: Inés Cobarrubia.

Había pasado una hora y media de recital y “Kapanga” había tocado solo uno de sus múltiples hits, el acelerado “Ramón”, cantado con ganas por un público que tuvo la genial idea de cerrar el Día del amigo a puro baile con la banda de Quilmes. La ausencia de éxitos de madera propia no fue impedimento para que el show resultara todo lo divertido que puede resultar un encuentro con “El Mono” y sus compañeros.

 

Pero además había una explicación al listado de temas: la llegada del grupo a San Luis se produjo bajo la excusa de celebrar los 25 años de “A 15 centímetros de la realidad”, el primer y canábico disco de la banda. Tiempo, espacio y canciones se concentraron en una conmemoración anacrónica: muchos de los espectadores eran bebés o ni siquiera habían nacido cuando se editó el álbum.

 

En el recital de “Comuna” la banda tocó solo temas del disco que cumplía un cuarto de siglo y así y todo consiguió que el público no dejara de bailar ni de recordar aquellas canciones entre divertidas y sorprendentes con que el grupo irrumpió en una escena rockera que era todavía prejuiciosa.

 

Lo que demostró “Kapanga” en aquel momento fue que el rock podría mezclarse con otros géneros bailables (sobre todo con el cuarteto) y no perder una esencia que se manifestaba rebelde, con ansias de libertad y de gritar verdades de una juventud que, sobre los márgenes del siglo pasado, tenía valores diferentes a la actual.

 

“A 15 centímetros…” es punk porque contiene 23 canciones en poco más de cincuenta minutos. Es rock porque respeta las raíces en ese género y porque, como ya está dicho, incentivó algunas inquietudes propias de la época. Y es cuarteto porque muchos de los temas que lo componen son de Carlos “La Mona” Jiménez, suerte de ícono irreversible para “El Mono” y sus secuaces. 

 

A ese menjunje, en el show puntano se sumó algo de “Tan biónica”, un toque de “Kiss”, la remembranza a “La nueva luna”, el homenaje a “Vox Dei” y la crudeza de “Rammstein”. Nada puede salir mal de esa combinación.

 

Sin respetar el orden de las canciones, pero hasta con los separadores que en el disco se llaman “Kapanga” y que consisten en una guitarra en distintos ritmos y la repetición del nombre de la banda, “A 15 centímetros…” tuvo su merecido homenaje y un repaso que permitió revalorizar algunos de los temas, como el simpático “Toda la vida”, con la que se inició el recital; “Bon que bon”, un recuerdo bailable a un bar cordobés; “El akordeón”, una cumbia peruana injustamente olvidada; “Karrito de rulemanes”, una intentona punk con letra dulce y “Cecator, el borracho”.

 

Como era de esperar, los temas más festejados fueron los bailables, que la banda hizo propios desde la edición del disco. En ese listado pasaron “Amor de mañana”, temazo de “La Mona” que en San Luis es muy conocido por la inoxidable versión de “Alcides y los Playeros”; “Hombre gato”, que estuvo acompañado de imágenes de Crónica TV en la búsqueda de un cándido delincuente como el que describe la canción;  “Agujita de oro” y “Amor secreto”, dos himnos de la patria cuartetera. 

 

A esa separación de canciones se sumó un bloque solo con la voz del frontman y el teclado de Juani, el último integrante en incorporarse a la banda, hace un año y medio, que el líder dio en llamar “Monotributo” y que consistió en (otro) homenaje a Jiménez que terminó con “¿Quién se ha tomado todo el vino?”; bautizado como “el Jijiji de La Mona”.   

 

Un recital de “Kapanga” no sería completo sin las ocurrencias de “El Mono” en complicidad mayoritaria con “Mikel” Luna Campos, el guitarrista que protagonizó en el show puntano -según revelaron los otros integrantes de la banda sobre el escenario- un momento histórico al colgarse por un rato el bajo, el instrumento del que es profesor pero que nunca tocó como parte del grupo. Entre chistes por el estado físico del cantante, su repentina fama y fortuna por su participación en “Masterchef” y su reciente viaje a Europa, hubo otros pasos de comedias en comentarios risueños sobre el Mundial de fútbol, el corte de pelo de “El Mono” (“me dijeron que es igual al de Peso pluma, pero como no lo conozco lo tuve que googlear”) y las imágenes que aparecieron en la pantalla en cada canción.

 

Tan significativo fue el disco celebrado que el grupo se guardó los dos más grandes hits para el final, con el conocimiento que el público iba a estar a la espera de esas canciones. En ese momento quedó en claro que “Me mata” y “El mono relojero”, dos temas que suelen cerrar los recitales de la banda y encender un pogo fatal, están en una selección de clásicos del grupo con el agregado que las tocan hace 25 años, cuando “El Mono” y sus amigos comenzaron a vivir a 15 centímetros de una realidad que siempre les dio letra para sus canciones. 

 

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